Cervera, finales de 1469. Hace 555 años. Nacía Alfonso, fruto de una relación extramatrimonial entre Fernando —en ese momento heredero al trono de Barcelona, y más tarde llamado "el Católico"— y Aldonça Roig d'Ivorra, hija de un alto funcionario de la cancillería de Barcelona. Alfonso había sido concebido el año anterior (1469) en Cervera, mientras se negociaban las capitulaciones matrimoniales secretas de Fernando e Isabel, los futuros Reyes Católicos. Fernando —el novio— estaba presente en aquellas negociaciones. Pero, en cambio, Isabel —la novia— no estuvo nunca. Confió en sus representantes y en la honorabilidad de su futuro marido. Y el resultado fue la concepción del primer descendiente de Fernando. El misterioso primogénito del Católico que habría podido cambiar la historia.

Carlos de Gante / Fuente: Museo del Louvre

Quién es quién: Fernando el Católico

Cuando Alfonso fue concebido (1469), Fernando todavía no era rey. Su padre, Juan II, viviría y reinaría hasta 1479 (trascendió hasta la inusual edad, para la época, de 80 años). Pero sí que era el heredero al trono. Su hermanastro, Carlos de Viana, hijo primogénito de Juan II y de su primera esposa, Blanca de Navarra, había muerto ocho años antes (1461) en extrañas circunstancias (Juana Enríquez, segunda esposa de Juan II, madre de Fernando y madrastra del difunto, sería señalada como la autora de aquel crimen). Sin embargo, nada impidió que Fernando fuera nombrado heredero y que la cancillería catalanoaragonesa le confiara la misión de culminar el proyecto de unificación de las dos coronas peninsulares, iniciado en 1412, cuando los Trastámara castellanos pusieron sus nalgas en el trono de Barcelona.

Quién es quién: Aldonça Roig d'Ivorra

Cuando Fernando llega a Cervera para negociar su matrimonio con Isabel (1469), es un chico de diecisiete años, pero con una larga experiencia en el campo de las conquistas amorosas. Y en aquel escenario, que alterna las espesas horas de negociación política y los relajados ratos de descanso, coinciden Aldonça y Fernando. Aldonça, también de diecisiete años, es la hija —y acompañante— de Jaume Roig d'Ivorra, uno de los cancilleres del novio y uno de los personajes más relevantes de aquella negociación. La relación de Fernando y Aldonça, que se crea y se forja en aquel entorno de negociación política y con la ausencia destacada de la novia, no deja de ser una paradoja con cierto cariz cómico. Resulta difícil no sonreír al imaginar los ojos de Isabel al enterarse de la existencia de Alfonso.

Representación moderna de Aldonça Roig d'Ivorra / Fuente: Museo del Prado

Quién es quién: Isabel la Católica

Cuando arrancan las negociaciones de Cervera (1469), Isabel, que en ese momento tenía dieciocho años, tampoco era reina. Pero había logrado que su hermanastro, el rey Enrique IV de Castilla y León —y, reveladoramente, denominado "el Impotente"— repudiara a su propia hija Juana, apodada "la Beltraneja". El siguiente paso había sido, puramente, por inercia: apartada Juana de la carrera al trono, Isabel —jefe política de una importante facción nobiliaria fuertemente opuesta a Enrique— se había convertido en heredera. En el transcurso de aquel proceso (1464-1468), Isabel —pese a su juventud— había dado muestras de una gran inteligencia política. Y esa habilidad sería la que le permitiría abordar con éxito —al menos, políticamente hablando— la primera crisis de su matrimonio.

El triángulo Fernando-Aldonça-Isabel

Ni Aldonça era una simple sirvienta ni Alfonso era un bastardo cualquiera. Y la categoría de los implicados en la crisis obligaría a las partes a negociar una salida política. Fernando, Aldonça e Isabel convinieron que Alfonso nunca sería legitimado para acceder al trono. Es decir, que nunca sería una sombra amenazadora para los futuros hijos de la pareja formada por Fernando e Isabel. Pero al mismo tiempo se convino que se le procuraría una carrera eclesiástica que debía llevarlo a la cumbre de la jerarquía de la Iglesia, con el propósito de servir los intereses políticos del proyecto hispánico; es decir, de los hijos legítimos de Fernando e Isabel. Fernando e Isabel lograron que Alfonso, con tan solo ocho años (1478), fuera nombrado arzobispo de Zaragoza. Y con doce (1482), de València.

Felipe el Hermoso y Juana la Loca / Fuente: Museo de Bellas Artes de Bélgica

El doble matrimonio estratégico

Fernando e Isabel tuvieron cinco hijos en común. Juan, el segundo hijo y único varón, fue llamado a culminar el proyecto unificador hispánico. Y en 1495 fue comprometido en un matrimonio estratégico que pasaba por enlazar doblemente las casas de Trastámara y de Habsburgo. Juan, primogénito de los Católicos, con Margarita Habsburgo. I Juana, hermana pequeña de Juan, y posteriormente mal apodada "la Loca", con Felipe Habsburgo —posteriormente llamado "el Hermoso"—, primogénito de Maximiliano de Habsburgo y María de Borgoña. Este doble matrimonio tenía un claro objetivo. Pero lo que no estaba tan claro —y que se dejaba un poco al azar y un poco a la habilidad— era cuál de los dos patrónimos acabaría concentrando todo aquel patrimonio: Trastámara o Habsburgo.

Juan, el heredero malogrado

El 3 de abril de 1497, Juan y Margarita se casaban en Burgos (Corona castellanoleonesa). Y transcurridos seis meses justos (el 4 de octubre de 1497), Juan moría en Salamanca (Corona castellanoleonesa). Oficialmente, por culpa de la tuberculosis. Extraoficialmente, debido a los excesos maritales. Margarita fue acusada de conducir a Juan a la muerte (la investigación historiográfica moderna apunta a que sería ninfómana) y fue devuelta inmediatamente a la corte paterna. La muerte de Juan, sin descendencia (1497); de María, la primogénita de los Católicos (1498), y la de su descendencia, Miguel de la Paz (1500), dejaba el partido totalmente sentenciado a favor de Juana —la tercera hija de los Católicos— y, sobre todo, de Felipe Habsburgo, su marido.

La familia de Fernando e Isabel / Fuente: Museo del Prado

Maximiliano, Felipe, Carlos… ¿o Alfonso?

El gran beneficiado de aquella nómina de muertes prematuras e inesperadas, sobre todo la de Juan, fue Maximiliano, jefe de la casa Habsburgo. Su nieto, Carlos de Gante, sería la personificación de su triunfo. Fernando quedó devastado. Y hasta la muerte de Isabel (1504), con las manos atadas. Pero tras la desaparición de la Católica, habría podido revertir esa situación. De hecho, se casó de nuevo —con Germana de Foix— para engendrar un nuevo heredero, que tenía que llevar el patrónimo Trastámara. La criatura nacida de dicha unión —también llamado Juan— solo vivió unas horas (1509). Y, sin embargo, siempre tuvo en la recámara a Alfonso, el arzobispo de Zaragoza y de València y firme candidato al sitial de San Pedro de Roma.

Alfonso, el rey que no fue

La historia medieval y moderna europea está llena de hijos bastardos que, en un momento de oportunidad, fueron legitimados para dar continuidad a una determinada estirpe real. Ese no fue el caso de Alfonso. Fernando insistió hasta última hora. Pero a pesar de los recursos empleados (presión política y militar), perdió todos los combates diplomáticos que libró en los cónclaves del siglo XVI. En 1503 por Francesco Piccolomini (Pío III); en el mismo 1503 por Giuliano delle Rovere (Julio II), y en 1513 por Lorenzo de Médici (León X). Pero, en cambio, a la muerte de Fernando (1516), Alfonso, por voluntad expresa de su difunto padre, se convirtió en el regente de la Corona catalanoaragonesa hasta la llegada y coronación de Carlos de Gante (1518). Y cumplió con creces su misión.

Maximiliano de Habsburgo y su familia / Fuente: Museo de Arte de Viena

¿Qué habría pasado?

Fernando siempre tuvo en la recámara a su primogénito ilegítimo, pero, por alguna razón misteriosa, nunca lo consideró. ¿Qué habría pasado si Fernando hubiera prescindido del pacto con Isabel y hubiera nombrado heredero a Alfonso? Pues que el proyecto hispánico se habría hundido y, probablemente, habría tardado generaciones en recuperarse. O quizás nunca se habría recuperado. Carlos de Gante —nieto de Isabel la Católica e hijo de Juana la Loca— habría sido coronado en Toledo. Y Alfonso, hijo de Fernando y nieto de Juan II, habría sido coronado en Barcelona. Carlos y Alfonso habrían escrito una historia muy distinta a cómo la conocemos.

Nombramiento de Alfonso como regente de la Corona catalanoaragonesa / Fuente: Archivo de la Corona de Aragón