A.M. Homes es una de las autoras más punzantes de su generación. Después de sacudir los cimientos de la sociedad americana con su novela El fin de Alice, la escritora y guionista norteamericana ha ido ampliando su bibliografía con títulos como Cosas que debes saber (Anagrama, 2004), La hija de la amante (Anagrama, 2008), Ojalá nos perdonen (2014) —con el cual ganó el Orange/ Women's Prize for Fiction- o Dies temibles (Anagrama, 2019), todas ellas obras que resuenan en nuestro sistema nervioso como descargas eléctricas. Ahora la volvemos a encontrar en las librerías con La revelación, novela publicada en catalán por Angle (con traducción de Elisabet Ràfols Sagués) y en castellano por Anagrama (La revelación, con traducción de Mauricio Bach). Una obra brillante que actúa como azote del establishment político americano. Un relato articulado a partir diálogos frenéticos siempre cargados de ironía caústica con que Homes nos propone una parábola política brillante, terriblemente profética de aquel país que conocíamos como Estados Unidos y que ahora podría pasar a denominarse (de nuevo) República Populista-NeoLliberal-Machista-Racista-de-Donald-Trump. Nos con ella encontramos a su paso por Barcelona, invitada por el CCCB para participar de su exposición Subúrbia.
¿Cuándo ha sido la última vez que has escrito?
Hace tres días. Estoy trabajando en un montón de cosas. Estoy trabajando en una cosa que no sé exactamente qué es, y estoy trabajando en algunos cuentos nuevos, porque quiero hacer un grupo de historias que estén interconectadas. Es un proyecto en que llevo trabajando 30 años sobre una familia en California. Quiero hacer un libro que sea solo las historias de esta familia. Pero al mismo tiempo también estoy pensando en una nueva gran novela. También hago de profesora (es profesora de escritura creativa en la Universidad de Princeton), y estoy muy implicada con el sindicato de guionistas. Como ya sabrás, meses atrás hubo una gran huelga de escritores de cine y televisión (A.M. Homes va ser guionista i productora de la serie The L Word).
¿Escribes para ti o siempre con el lector en mente?
No. Cuando era muy pequeña escribía un diario, pero rápidamente me di cuenta que lo que escribía no era muy interesante. Soy una escritora de ficción, no estoy tan fascinada conmigo misma. Prefiero poner mi energía a escribir sobre ideas.
La tuya, sin embargo, puede llegar a ser una ficción muy, muy realista.
Como escritora siempre se ha dicho de mí que tengo una imaginación que va a los límites de la realidad emocional y la experiencia vivida. Eso es lo que yo denomino una capa de color, como súper saturado. Y este libro tendría que ser eso. No me gusta nada que sea así, pero supongo que La revelación se balancea entre la realidad y la no ficción, cosa que me sitúa en un lugar realmente espantoso.
¿Por qué?
Porque cuando la realidad es más extraña que mi imaginación, me siento incómoda.
Hay un documental sobre la escena punk californiana de los años 80 titulado La decadencia de la civilización occidental. Podría ser un título alternativo para tu novela.
Absolutamente, sí.
¿La sociedad occidental está en declive?
Esta es una pregunta que todavía no tiene respuesta. Evidentemente, estamos en uno de aquellos momentos de "Houston tenemos un problema". Si viviéramos en un mundo con líderes políticos que se preocuparan por temas como el clima y la situación política global, la situación sería muy diferente. Pero desgraciadamente, tenemos los líderes que tenemos y nos estamos acercando a este declive.
La revelación es una historia tan extremadamente americana, lo que la hace sumamente internacional. Lo que narras lo podríamos extrapolar a España o al Reino Unido o Francia
Uno de los ejes de mis novelas siempre es el comportamiento humano. Y curiosa, y desgraciadamente, el comportamiento humano no cambia. Podríamos mirar atrás, a la Grecia clásica y Roma, a las primeras civilizaciones, y ya nso encontraríamos con los mismos comportamientos. Los personajes de mi novela no son nuevos en el mundo. Puede ser que en cada país y cada cultura, haya diferentes versiones, pero básicamente vienen a ser lo mismo. La versión americana es la de la cultura de consumo y, un poco, la de cultura ahistórica. Los países europeos tienen una historia muy larga y profunda. Estados Unidos todavía es un país muy joven que al mismo tiempo quiere olvidar mucha de su historia.
¿Tus novelas, porn estas diferencias culturales, reciben lecturas diferentes más allá de los Estados Unidos?
En los Estados Unidos la gente no acaba de ver claro si me estoy burlando o estoy celebrando nuestra cultura. No lo entienden, porque no se quieren ver reflejados en mis personajes. Pero la idea de que la gente tenga que ser simpática es extremadamente contemporanea. Por otro lado, que mis novelas se traduzcan a otros idiomas es increíblemente importante para mí y significativo, porque también significa, efectivamente, que las historias que estoy explicando no son exclusivas de los Estados Unidos.
¿El arte, y la la literatura como tal, tiene que molestar al poder?
Nunca lo he entendido así. Cuando menos, cuando escribo. Cuando estoy metida en una novela como La revelación, mi objetivo no es expresar mi opinión o mi visión del mundo. Mi obsesión es construir grandes personajes. Pienso en quién y cómo es Pez Gordo (protagonista de la novela), cuál es su visión del mundo, cómo vive su vida. No me preocupo en qué dirá o pensará el lector norteamericano, sino que intento asegurarme que represento a cada personaje de una manera fiel y orgánica a su personalidad.
Este es un punto importante: separar al artista de la persona.
Mucho, sí. Solo soy una escritora de ficción y lo que dicen y hacen mis personajes no me representa.
Eso debe ser una de las partes más divertidas de dedicarse a la literatura: poder crear personajes y situaciones en las antípodas de lo que eres y lo que piensas.
Conozco a muchos escritores que escriben cosas que están mucho cerca de su experiencia personal. Yo crecí en Washington D.C. Durante mi infancia y juventud vi evolucionar el panorama político de los Estados Unidos y me interesaba mucho, pero no tenía nada que ver conmigo, porque mi familia no se dedicaba a la política. Así que sí, para mí este es uno de los placeres de escribir y de hacer investigación para escribir: pasar tiempo con esta gente que emerge de tu imaginación y que si existiera realmente no compartiríamos casi nada.
Has tardado 10 años en acabar esta novela.
Sí. Tardé mucho tiempo en acabarla, pero es que soy lenta escribiendo (ríe). Al principio estaba muy emocionada con la historia, sentía que era una idea interesante, más en un momento en que, en el ámbito político, estaban pasando muchas cosas en los Estados Unidos, y la gente no se daba cuenta de ello. De hecho, cuando presenté la idea de la novela a mis editores, su respuesta fue que no me tenían catalogada cono una escritora de ciencia ficción.
Glups...
Fue un poco frustrante, ciertamente. Pero yo intuía que alguna cosa estaba pasando y no paré de escribir.
El tiempo te ha dado la razón.
Cuando empecé a escribir, nadie había previsto la irrupción de Donald Trump en el establishment político. Con todo decidí situar la acción del relato el año 2008 con la llegada de Obama al poder. De alguna manera, la novela predice lo que ha acabado pasando.
Si no podemos diferenciar la verdad de la mentira, la realidad de la ficción, tenemos un problema
Es un poco como algunos capítulos de los Simpson, que han predicho cosas, como la misma llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, que han acabado sucediendo.
Sí, sí, sí (ríe). Tienes que estar atento a los Simpson porque nunca sabes si lo que dicen acabará pasando. Matisse dijo que ningún artista puede crear fuera de su tiempo. Y es cierto en el sentido de que los materiales con que trabajan los artistas son únicos de su época. Por ejemplo, al final de la Segunda Guerra Mundial, de repente surgieron nuevas técnicas de soldadura que se habían desarrollado durante la guerra. Así que los escultores empezaron a utilizar estas técnicas de soldadura. Ahora estamos viviendo en la era de las absurdidades, en la que ya no sabes qué es verdad y qué es ficción, una alteración de la realidad perfectamente representada por los "hechos alternativos" de la consejera del presidente durante la administración de Donald Trump, Kellyanne Conway. ¿Qué demonios significa eso de "hechos alternativos"? El mundo ha cambiado muy rápidamente los últimos años, y este escenario presenta un paisaje muy fértil para la ficción, pero yo diría que también es terrorífico. Si no podemos diferenciar la verdad de la mentira, la realidad de la ficción, tenemos un problema.
Como explicabas, la acción de la novela está ubicada en el tiempo en las elecciones del 2008 que llevaron a Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos.
Vivo en Nueva York, y cuando Barack Obama ganó las elecciones todo el mundo salió a las calles a celebrarlo. Había una sensación de esperanza, que alguna cosa había cambiado en el país. Nunca antes habíamos tenido un presidente negro antes y también habría mucha más joven ocupando cargos públicos. Todas estas voces, no solo raciales, sino todos de los diferentes tipos de espectros de la sociedad americana, se sentirían más representados que en el pasado. Pero al mismo tiempo esta cambio también desencadenó un miedo muy profundo y oscuro entre una parte de la población, estallando toda una oleada de racismo y sexismo que ahora ya no se esconde, erosionando los derechos de las mujeres y una especie de deseo de intentar reducir la libertad de la gente, incluso marcando la agenda de qué podemos leer y qué no, entre muchas otras restricciones. Los Estados Unidos de 2024 son la reacción atómica a la América de esperanza de Barack Obama.
¿Esperabas más de los años de Obama en la presidencia?
Es una muy buena pregunta con una respuesta muy compleja. Si miráramos atrás se podría esperar más, pero también diría que siendo el primer presidente negro de los Estados Unidos no lo tuvo nada fácil. Creo que no nos podemos hacer una mínima idea de del grado de dificultad en términos de percepción dentro del país y del mundo con que se encontró. Encuentro que, en realidad, era muy hábil y elegante. Fue un presidente muy interesante y genial.
Tras Obama venía Hillary Clinton y para mucha gente, que después de un presidente negro viniera una presidenta mujer, era del todo intolerable
¿Cómo es que habéis pasado de un presidente como Obama a uno como Trump?
Creo que una cosa es una reacción de la otra. Tras Obama venía Hillary Clinton y para mucha gente, que después de un presidente negro viniera una presidenta mujer, era del todo intolerable. Los Estados Unidos es un país mucho misógino. Intentamos romper este techo de cristal, pero es un cristal muy grueso.
¿Cuándo pasará? ¿Cuándo habrá una mujer presidiendo a los Estados Unidos?
Pasará. Mira a tu alrededor, en Europa hay muchos países que han tenido mujeres líderes y mujeres en cargos muy altos. Es interesante reflexionar por qué todavía no puede pasar en un país joven como los Estados Unidos. Pasará, pero desgraciadamente, todavía tenemos un largo camino por recorrer. Más ahora, que hemos retrocedido. Hay mucha gente que sintió que el sueño americano les dejó atrás y que no consiguieron la vida que pensaban que tendrían. Esta es la gente que se ha sentido interpelada por el discurso populista de Donald Trump, que les ha hecho creer que algún día ellos también tendrán lavabos de oro en su casa. Pero Trump solo hace que jugar con sus ilusiones. A Donald Trump no les importa nada, toda esta gente, solo le importa Donald Trump, y eso también da mucho miedo.
¿Para ti qué es el sueño americano, si es que existe?
Sí, existe. En mi sueño americano, mis libros no solo los comprarán mujeres, sino también hombres. En mi sueño americano las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres.
En este sentido, tan importante como el drama político, a La revelación también presentas un drama familiar que, a través de la figura de Charlotte, representa el papel de muchas mujeres en la actual sociedad americana.
Totalmente. En países como Inglaterra tienen a escritoras como Hilary Mantel haciendo novelas que son maravillosos retratos sociales de la época. En los Estados Unidos este rol se lo han adjudicado escritores como Tom Wolfe, Don DeLillo y Philip Roth, dejando a las mujeres relegadas a escribir la historia interior doméstica. Yo tenía muchas ganas de escribir un libro que fuera las dos cosas.
¿Cuál fue el libro que lo cambió todo para ti cuando lo leíste por primera vez?
No creo que haya solo un libro que lo haya cambiado todo para mí. Pero si tuviera que citar un momento de descubrimiento de la literatura, citaría cuando tenía 15 o 16 años y descubrí la literatura beat y autores como William Burroughs o Jack Kerouac. Fue como descubrir otro mundo. Otra de mis principales influencias siempre fue el teatro y autores como Harold Pinter, Edward Albee, la dramaturga inglesa Caryl Churchill, Arthur Miller...
¿Y cuál fue la primera mujer escritora que te va frapó?
Jane Ann Phillips, que acaba de ganar el Pulitzer por la novela Night Watch. Pero su libro que me atrapó fue Black Tickets. De repente descubrí una escritora que era un poco mayor que yo, pero no mucho más mayor, que escribía de una manera muy diferente del resto, y con mucho carácter. Recuerdo que cuando salió aquel libro al momento pensé que era genial.
¿Qué pasará este próximo noviembre?
No lo sé. Realmente no lo sé. Y sí, tengo miedo. Tengo miedo de todo. Tengo miedo de todo. Y el miedo es un lugar muy incómodo en el que vivir. Literalmente ahora tengo miedo de todo. Sí.