"La violencia está implícita en el nombre 'mujer'". Este es uno de los muchos aforismos que encontramos en Museo de laso ausentes. Usos políticos del duelo (Paidós, 2024), el primer libro que publica Amanda Mauri (Barcelona, 1995), escritora, investigadora, colaboradora en diferentes medios escritos y directora de proyectos artísticos. Podríamos definir el texto como un ensayo híbrido en el cual se pueden encontrar reflexiones sobre feminismo, crítica de arte, historias personales, relatos literarios, referencias culturales y artísticas y un poco de ficción. La autora define el feminismo como "Un movimiento, una perspectiva, también un lenguaje. Pero ante todo, es un espacio de encuentro que se construye sobre una pérdida compartida". Y es por eso que dice que "reconocer los feminicidios no es solo llorar a las muertas, es también saber que nosotras somos parte de esta comunidad que sufre esta vulnerabilidad."

La historia parte de un recuerdo traumático que la autora vivió en la isla de Naxos, en Grecia, hace diez años, y que le sirve para enlazar la crítica feminista con el arte contemporáneo. De hecho, utiliza casos testimoniales y de la cultura popular para reflexionar sobre los usos políticos del duelo, la violencia sexual y repasa algunos de los feminicidios mediáticos y como estos han sido tratados en la prensa. Hablamos con la autora barcelonesa que propone una "resistencia colectiva para transitar el duelo juntas".

 

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Amanda Mauri, escritora, investigadora y directora de proyectos artísticos. / Foto: Montse Giralt

El libro se inicia con un hecho que te sucedió en Grecia. ¿Qué pasó exactamente en la isla de Naxos?
En la isla de Naxos, hace justo diez años, cuando tenía dieciocho, fui de viaje con unos amigos. En un momento dado, nos dividimos, unos iban en coche y yo iba con un amigo en un quad. Íbamos detrás, seguíamos el coche y nos quedamos sin gasolina. El coche no se dio cuenta y siguió. Estábamos en un cruce sin cobertura y le propuse a mi amigo que fuera a buscar gasolina mientras yo lo esperaba. Inconsciencia. Me quedé sola en una carretera rural donde no pasaban coches.

 

¿Y qué más?
Entonces, pasó un coche con dos hombres, se me quedaron mirando y siguieron. Y al cabo de cinco minutos volvieron con más hombres, no sé cuántos había. Solo recuerdo la sensación de decir "no puede ser que haya tantos". Empezaron a salir del coche, llevaban un bate de béisbol y se fueron desplegando mientras se me acercaban. Y sin saber demasiado cómo, decidí que tenía que empezar a correr hacia donde había ido mi amigo, pero riéndome. Como si él todavía estuviera allí. Me empezó a seguir un hombre, pero cuando vio que me reía (por lo tanto, no tenía miedo), me dejó de seguir y yo empecé a correr, y acabé encontrando a mi amigo.

Me imagino que fue una experiencia traumática...
Fue una experiencia extraña, no solo por el miedo que sentí, sino por la familiaridad de aquel miedo. El hecho de saber reconocer qué estaba a punto de pasar, tener tan claro cuál era el guion, tener tan claro que yo era una víctima y también como de aquella manera aquel miedo no fue una cosa causada por aquella circunstancia en sí, sino que era un miedo que yo ya arrastraba. Y me pregunté cómo es que heredamos este miedo.

El hecho de saber reconocer qué estaba a punto de pasar, tener tan claro cuál era el guion, tener tan claro que yo era una víctima y también como de aquella manera aquel miedo no fue una cosa causada por aquella circunstancia en sí, sino que era un miedo que yo ya arrastraba. Y me pregunté cómo es que heredamos este miedo.

20240729 AMANDA AMASE / Foto: Montse Giralt
Amanda Mauri a la izquierda y Alba Richart a la derecha / Foto: Montse Giralt

 

Aunque finalmente no se produjo una agresión, en el libro dices que no sabes si saliste ilesa. ¿Por qué?
Digo que no salí ilesa porque sí que sentí que una parte de mí se desdoblaba en aquel momento. Además, recuerdo una especie de delirio del momento, unas voces de mujer hablando a mi madre una vez yo hubiera muerto, diciéndole "pobrecita, lo que le hicieron a su niña". Hubo una parte de mí que no supo superar lo que me estuvo a punto de pasar. Hasta muchos años después, notaba de una forma muy física, el mismo miedo. O sentía unos pasos detrás mío y me asustaba, o notaba que lo que me había pasado no había acabado allí, sino que me parasitó la imaginación. Una parte de la imaginación quedó atrapada allí.

Hubo una parte de mí que no supo superar lo que me estaba a punto de pasar. Hasta muchos años después, notaba de una forma muy física el mismo miedo

En el libro hablas del miedo y de cómo lo vivimos los hombres y las mujeres.
Siempre hay un condicionante sobre la manera en la cual se aprende la feminidad. Hay una especie de cláusula escrita, pero escondida, que tiene que ver con el miedo, con todas estas advertencias desde que somos muy pequeñas, y estas representaciones culturales, cuentos infantiles... Se nos dice: "cuidado cuando vayas sola de noche porque te pueden hacer alguna cosa" es decir, las mujeres tenemos que vigilar por lo que nos pueda pasar a raíz de decisiones de otros; mientras que a nuestros hermanos se les dice: "Ojo, no conduzcas si bebes", aspectos que tienen que ver con ellos, con decisiones propias.

Las mujeres tenemos que vigilar por lo que nos pueda pasar a raíz de decisiones de otros; mientras que los hombres vigilan con aspectos que tienen que ver con ellos, con decisiones propias

El libro está escrito en formato de ensayo que mezcla testimonios, memorias y vivencias personales como esta. ¿Qué podemos encontrar, exactamente?
Podemos encontrar un ensayo híbrido. Una mezcla de géneros. No quería hacer un libro académico, aunque en un principio, cuando me había planteado escribir sobre el duelo, el feminismo y las posibilidades políticas de apropiarnos del duelo y de la pérdida, lo quería hacer sin hablar de mí, hablando solo de teoría, de crítico de arte, pero cuando lo empecé a escribir, la vivencia personal cobró sentido. Podemos encontrar reflexiones de teoría, crítica de arte, y un poco de ficción, también.

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Amanda Mauri durante la entrevista / Foto: Montse Giralt

¿La amenaza es un lenguaje universal para las mujeres?
Esta es una de las preguntas que me hice. No sé si la amenaza es un lenguaje universal o lo es la violencia, pero no hay duda que hay ciertos gestos que todos entendemos. La antropóloga Rita Segato hace un análisis brutal de las feminicidios de Ciudad Juárez y ella habla de cómo estos y la violencia sexual son una lengua franca universal, pero que cada contexto tiene sus declinaciones, sus acentos y sus traducciones concretas.

No sé si la amenaza es un lenguaje universal o lo es la violencia, pero no hay duda que hay ciertos gestos que todos entendemos

¿Me puedes ayudar a interpretar la portada del libro?
Es un óleo de una pintora mexicana que se llama Mónica Loya, y nos gustó mucho por su ambigüedad, esta imposibilidad de resolver su significado. Son las piernas de una mujer que podría tener la regla y, por lo tanto, una cierta irreverencia o una cierta apelación al cuerpo, pero también tiene esta lectura del hecho que podría ser una agresión sexual. Y como tiene los dedos cruzados parece que sea alguien pidiendo que no le pase nada, o que está diciendo una mentira.

La ilustración de la portada es un aceite de una pintora mexicana que se llama Mónica Loya, y nos gustó mucho por esta ambigüedad, esta imposibilidad de resolver su significado

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Amanda Mauri en el camerino de ElNacional.cat con su libro, Museo de laso ausentes. Usos políticos del duelo / Foto: Montse Giralt

Cuando relatabas lo que te pasó en Naxos remarcabas que llevabas unos pantalones cortos.
Yo creo que responde a toda una tradición de cómo se tiene que representar la violencia sexual. No es extraño que cuando se habla de violaciones o feminicidios a la prensa, a la literatura o al arte se hable mucho de cómo iba vestida la víctima. Creo que la forma en que vamos vestidas las mujeres tiene un punto de lectura de, "bueno, claro que no se lo ha buscado, pero te decimos qué llevaba puesto".

No es extraño que cuando se habla de violaciones o feminicidios en la prensa, la literatura o el arte, se hable mucho de cómo iba vestida la víctima

¿Cómo se trenza la violencia a las mujeres, las feminicidios y el arte en un mismo libro?
Ante una situación de tantísima violencia, muerte y pérdida necesitamos transitar todo este dolor y convertirlo en un duelo, en un proceso de reparación que acabe poniendo las cosas en su lugar. El duelo es un proceso simbólico y lingüístico, es dar significado al vacío que antes no tenía palabras para describirlo. Y el arte conjuga todas estas oscuridades, contradicciones y pulsiones por las cuales no tenemos palabras racionales.

En el libro haces referencia a las mujeres ausentes que han sido asesinadas, de hecho las recordamos a menudo en las manifestaciones. En el libro dices: "Recordar a las asesinadas implica reconocer que nosotras también podemos desaparecer."
Una base fundamental del feminismo es construir este espacio en el cual todas podemos entrar para hacer frente a esta violencia y este miedo con el cual nos relacionamos desde que somos pequeñas. Los feminicidios son una circunstancia política, son un hecho sistematizado, no casos aislados, ni accidentales, ni fruto de una circunstancia particular, sino una tendencia.También sabemos que para nuestra identificación con el género femenino, estamos expuestas a este tipo de violencia particular. Por lo tanto, reconocer las feminicidios no es solo llorar a las muertas, es también saber que nosotras somos parte de esta comunidad que sufre esta vulnerabilidad. Y en vez de ignorar esta violencia, pienso que puede ser un punto de partida para una resistencia colectiva, juntarnos y transitar el duelo juntas.

Reconocer las feminicidios no es solo llorar a las muertas, es también saber que nosotras somos parte de esta comunidad que sufre esta vulnerabilidad

20240729 AMANDA AMASE / Foto: Montse Giralt
Amanda Mauri / Foto: Montse Giralt

Añado otro aforismo que me ha llamado mucho la atención, «Llegar a ser mujer, bollera, marica o puta implica imaginar nuestra propía muerte en cada escena macabra, en cada película, cuento o recorte de periódico».
Esta frase apela mucho a una de las ideas del libro que es el de la alianza, el feminismo no tiene que ser una casa con muros en que cuatro decidan quién entra y quien se queda fuera. El feminismo tiene que ser un espacio donde se creen alianzas entre realidades diversas. Y pienso que en este miedo, en este sabernos vulnerables a la violencia patriarcal, somos muchas. Estamos las mujeres, los 'maricas', las putas y las desahuciadas por el sistema.

El feminismo no tiene que ser una casa con muros en que cuatro decidan quién entra y quien se queda fuera. El feminismo tiene que ser un espacio donde se creen alianzas entre realidades diversas

¿Qué le dirías a alguien que no se siente feminista?
Siempre que me he encontrado con alguna mujer que me ha dicho que considera que nunca ha tenido miedo, acabo encontrando un punto en el que ha notado un trato desigual, o ha tenido que hacerse cargo de unos cuidados que a los hombres no se los exigían. O sencillamente no siente el miedo porque batalla cada día, mientras que el hombre no se plantea si tiene miedo. Creo que la respuesta a las personas que reniegan del feminismo es pedirles que escuchen las experiencias que explican otras personas.

Creo que la respuesta a las personas que reniegan del feminismo es pedirles que escuchen las experiencias que explican otras personas

¿Crees que el libro incomodará a alguien? ¿O te has encontrado a alguien que no acabe de entender tu discurso?
Ya me gustaría que el libro incomodara, que el libro provoque algunas cosas, porque trata temas muy incómodos. Tengo gente muy próxima que ha leído el libro y que están de acuerdo con algunas de las ideas que expongo, pero me han dicho que les costó pasar de las primeras diez páginas.

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Amanda Mauri con la portada de su libro de fondo. / Foto: Montse Giralt

Hacia el final del libro decides volver a Naxos porque dices: "Una deve volver donde todo ocurrió". ¿Por qué crees que necesitaste volver?
Mientras escribía me di cuenta de que un retorno era necesario, pero la literalidad no era lo que yo buscaba. El retorno podía ser simbólico, un retorno en la metáfora, en la imaginación. Y eso tiene que ver con el hecho de haber escrito un libro partiendo de una experiencia en la cual yo misma me categoricé como víctima, y el libro me permite salir de esta casilla de víctima y convertirme en autora.

El libro me permite salir de esta casilla de víctima y convertirme en autora