"Lo único que sabemos es que Jesús realmente existió. A partir de aquí, me parece más interesante pensar en él como una persona corriente, que como hijo de Dios". Este es el punto de partida de Sed (Anagrama), la última novela de Amélie Nothomb (Kobe, Japón 1966), donde describe, en primera persona y a partir de un monólogo muy intenso, poético y contemporáneo, las últimas veinticuatro horas de Jesús, las sensaciones que sufre durante el juicio, su última noche en el calabozo, el inacabable trayecto a pie a Gólgota cargando la cruz mientras está siendo flagelado, la crucifixión, y la posterior resurrección.


Amélie Nothomb. Efe

"Yo propongo mi visión de Jesús, y soy consciente de que no poseo la verdad"

¿Sin embargo, qué ha llevado Nothomb a escribir sobre Jesús?
La novela, traducida al castellano por Sergi Pàmies y al catalán por Ferran Ràfols, aborda la aceptación del dolor, un tema complicado, explora la ingratitud de los seres humanos, la trascendencia y la mística. Si bien es cierto que también aparece el amor entre Jesús y Maria Magdalena, donde la autora ha querido profundizar es en el sufrimiento que siente cuando lo crucifican y el miedo a la muerte. Nothomb confiesa que cuando tenía tres años idealizaba a Cristo, pero cuando llegó a los doce, empezó a cuestionarse ciertos aspectos de la Biblia que no entendía, y sustituyó la admiración por incomprensión: ¿Por qué Jesús aceptó someterse al sufrimiento de la cruz si era tan inteligente? ¿Cómo podemos aceptar que el sufrimiento sea una forma de redención, y por qué la Iglesia, todavía hoy en día, lo glorifica?

La excéntrica escritora, que viste siempre de negro y lleva unos sombreros estrafalarios (esta vez una trenza que le llega a la cintura), explica que este no es un libro provocador y que no ha buscado el escándalo, es una novela donde el personaje principal, un Jesús extremadamente humano, acepta un dolor infame. Y, a pesar de que su objetivo, no era, en ningún caso, blasfemar, como ha repetido en varias ocasiones, la Iglesia se ha sentido ofendida. Mi libro no es religioso, pero ha hecho enfadar católicos por la carnalidad de Cristo, y a ateos por la temática religiosa de la novela. De hecho, a modo de anécdota, explica que ha recibido cartas de curas jóvenes agradeciéndole la novela, pero que muchas de las misivas eran para insultarla. Y se pregunta, "Como una religión que promueve el amor, puede llevar gente a llamarme cosas tan dolorosas"?"


Amélie Nothomb. Efe

La autora de Higiene del asesino o Estupor y temblores, declara que el título de la novela, Sed, hace referencia a "la expresión del deseo que nunca se satisface, la única sensación que une el corazón y el espíritu, un deseo inextinguible." Cuando Jesús está colgado en la cruz, antes de morir, pide agua, y le acercan una esponja en una lanza empapada de agua. Después de satisfacer su sed, Jesús siente que ha ganado una victoria. La autora añade: "Cuando dejamos de tener hambre lo llamamos saciedad, cuando dejamos de estar cansados lo denominamos descanso, cuando dejamos de sufrir lo denominamos aligeramiento, en cambio, cuando dejamos de tener sed no podemos llamarlo de ninguna manera.

Se ha escrito mucho sobre Jesús, de hecho, la escritora de Metafísica de los tubos recuerda la película La última tentación de Martin Scorsese, basada en la novela del escritor griego Nikos Kazantzakis o "la obra extraordinaria" El evangelio según Jesús, de José Saramago. "Creo que no se ha llegado a escribir nada tan duro sobre Jesucristo como en esta novela, que narra la crucifixión de manera sofocante, sacándole la posibilidad de respirar. En comparación con su libro, que lo define como "adorable".

Preguntada por la cruz de Cristo y su equivalente de hoy día, Nothomb responde que le resulta extremadamente complicado encontrar equivalentes, quizás la humillación que se practica cada vez más habitualmente en los medios, pero equivalentes físicos no encuentra, ya que aparte de ser muy doloroso, era la pena de muerte más infame en aquella época.


Amélie Nothomb. Efe

Nothomb explica que la palabra 'soledad', es la última de la novela, porque fue durante la pandemia, confinada en su apartamento de París, que escribió el libro y se sintió muy sola. Fueron cuatro meses intensos: Cada mañana me decía: tienes que subir a la cruz", y no tenía ganas, pero finalmente este viaje "me ha permitido entender lo que vivió Jesús". En este contexto, explica: "el libro ha llegado en el buen momento, justo después de que muriera su padre (aristócrata y diplomático), que llegó a tiempo de leerlo y eso "me llena de orgullo". En cambio, al resto de familia les costó aceptarlo. Es una familia muy tradicional, de hecho, por el solo hecho de ser mujer y escritora no les ha acabado nunca de gustar, lo hubieran aceptado de buen grado si fuera un hombre. Y añade, tajantemente: "la figura de la mujer en la iglesia es aberrante".

A la hora de construir a los personajes, Nothomb explica que con Judas se inspiró con alguien muy próximo, y cuando le dejó leer el manuscrito, este se identificó con Juan (uno de los personajes más nobles de la historia), explica entre risas. Y añade, que todos tenemos un amigo Judas que no comprendemos por qué mantenemos cerca.

La ahora baronesa Nothomb es una escritora con una mirada transgresora, con una habilidad extraordinaria para hablar de temas filosóficos a través del humor y una ironía finísima. Con Sed, se quiera o no, se empatiza con el personaje de Jesús porque está descrito de una manera muy humana y nada divina. "Escribir sobre Jesús me ha ayudado a mejorar mi vínculo con la espiritualidad", remata.