No es necesario usar ninguna bola de cristal para pronosticar lo mucho que oiremos hablar de La furia. No solamente ahora, que acaba de llegar a las salas de cine, también en unos meses, en la próxima campaña de premios. De entrada, el Festival de Málaga ya la hizo entrar en su palmarés, y todos los dedos señalaban la tremenda interpretación de una Ángela Cervantes que se deja la piel. Inspirada en una experiencia propia de Gemma Blasco, directora y guionista de la película, La furia explica la amalgama de emociones, de la rabia al dolor, de la tristeza a la soledad, de una joven que ha sufrido una brutal agresión sexual. En su proceso de supervivencia, la protagonista vehiculará su trabajo como actriz, el teatro y el arte, y la Medea de Eurípides, como herramienta de sanación.
Esta conversación tiene lugar unos días antes de que Ángela Cervantes (Barcelona, 1993) viaje a Málaga a presentar la película, y antes de que se lleve el premio a mejor actriz, ex aequo con Miriam Garlo, la protagonista de Sorda, otra magnífica muestra de la buena salud del cine catalán. “Será lo que tenga que ser, no sufras por llamar al mal tiempo”, nos dice cuando le comentamos que, sin querer ser agoreros, su interpretación huele a premios. "Yo confío mucho en que si las cosas deben ser, serán, y si no deben ser, no serán. En lo de los premios, lo importante es el trabajo que has hecho, el proceso de llevarlo a cabo y si después puede mover lo que se pensaba que movería. Que te nominen o no a los premios... vamos, creo que estoy muy tranquila con ello, pero qué sé yo, después quizás no me nominan y me lo tomo mal, pero creo que no va a pasar. Y ojalá que no, porque esa no sería la persona que quiero ser”.
La actriz nos explica que ha tenido que levantar el pie del acelerador y detenerse, parar la máquina, cargar pilas, por una mezcla de agotamiento e impacto emocional, tras encadenar trabajos como los de La furia o ese montaje teatral de Jauría que recreaba la mediática violación de La Manada en los Sanfermines y que dejó boquiabiertos a miles de espectadores. Tiene clarísimo que, si la función volviera a representarse, sería sin ella. "Necesito parar de abordar este tipo de personajes", confiesa. Pero no solamente: también ha participado en Lo que queda de ti (ópera prima de Gala Gracia que llegará a las salas el 15 de mayo) y en la serie El mal invisible, recién estrenado en 3Cat.

"Han sido dos años de mucho trabajo, enlazando proyectos, y llega un momento en el que tienes que frenar. Y más si tocas material tan sensible... Quizás ha sido más duro de lo que me esperaba, sí, sobre todo en lo que se refiere a Jauría, porque entonces tampoco tenía tanta experiencia haciendo teatro. Al final, el rodaje de una película te ocupa unos meses y luego te olvidas hasta que te toca hacer la promoción, que ya no supone la misma implicación emocional. Pero la experiencia teatral ha sido bastante dura. No sabía que sería tan intensa. Al principio íbamos a hacer una temporada, después, ya que la función estaba montada y tenía éxito, no puedes decir que no a seguirla rodando y que la vea más gente, porque al final ese es el motivo por el que queremos hacer las cosas. Entonces... me costó mucho. Pero sí, sentía que debía aceptar dos proyectos como Jauría y La furia.
Tengo la sensación de que hay mucho de posicionamiento político por tu parte, aceptando dos personajes que han vivido el trauma de una agresión sexual. En este momento de un movimiento feminista fuerte y de cambios legislativos, de toma de conciencia, pero también de peligro de regresión.
Sí, aunque creo que me he dado cuenta más adelante. O sea, no quiero engañarte: cuando eliges un proyecto, yo lo hago, siempre pesa la cosa de pensar en una misma. Hay un elemento algo egoísta, de cómo veo el proyecto en términos de carrera, de si forma parte o no de la línea que quiero seguir. Pero también creo que la elección va de la mano con aquello que estoy contando y con el por qué, con si tiene algún sentido y si remueve algo. También quiero hacer proyectos que sean puros entretenimientos, y los disfruto. Pero es cierto que me gusta mantener este compromiso conmigo misma, de decir que quiero contar según qué historias, y que haya ese tipo de acción política.
Me parece una decisión muy valiente...
Tampoco quiero, no sé cómo decirlo, echarme flores diciendo que hago proyectos muy comprometidos o con mucha conciencia, porque tampoco soy así del todo. También me equivocaré y quiero ser fiel a cómo soy yo. Y quiero separar mi carrera de las acciones políticas que pueda realizar en mi día a día. Ahora bien, sí que es verdad que por el camino me he dado cuenta de muchas cosas, sobre todo viendo la reacción del público con Jauria, y cómo agradecían que se representara. También debo decir que vivía un proceso duro, porque yo sufría mucho y me cuestionaba si debía ser así.
Haciendo Jauría tuve momentos de cuestionarme si lo que estaba haciendo ayudaba o no; ¿era justo que la persona que más estaba sufriendo encima del escenario fuera la única mujer de la función?
Aquello de hasta qué punto nos tenemos que entregar por el trabajo...
¿Era justo que la persona que más estaba sufriendo sobre el escenario fuera la única mujer de la función? ¿Y que, en la platea, las que más sufrieran fueran las espectadoras mujeres? Quiero decir que, para ser totalmente honesta contigo, tuve momentos de cuestionarme si lo que estaba haciendo realmente ayudaba o no. Muchas veces sí, muchas veces había mujeres que necesitaban un abrazo, o notabas como que alguna cosa se cerraba para alguna espectadora. Y era superbonito de experimentar y es algo que me llevo. Pero también hubo momentos de duda, de chicas que me decían que lo habían pasado muy mal. Me he preguntado si hacía falta que yo, sobre el escenario, lo estuviera pasando mal y y viéndote a ti pasarlo mal. Me cuestionaba todo lo que estábamos haciendo, pero también tiene que ver con lo político.
Creo que La furia nace de una experiencia personal de la directora Gemma Blasco.
Ella dice que no le importa contar de dónde viene el proyecto, pero no quiere que eso se coloque en el centro. Gemma sufrió una agresión sexual en la calle, nada que ver con la historia. Tampoco conocía al agresor, a diferencia de la película. Y ha habido un proceso judicial detrás... Y todas aquellas sensaciones que ella vivió las ha podido transformar en otra historia, en otro contexto. Ahora bien, sí conoce el viaje que se vive después de una agresión, y al final la película va de eso. Entonces ella lo explica tranquilamente, pero no quiere que la cosa se centre en un “basado en hechos reales”.

Muchas veces este tipo de historias nos explican la superación del trauma, pero aquí nos habla del camino. Ya veremos, no lo sabemos, si lo supera o no...
Es lo que yo le he escuchado decir a Gemma. Este es un camino muy largo, y estamos mostrando el principio de este trayecto. Y no sabemos qué va a pasar y ojalá llegue al final de este proceso. Pero es muy prematuro, el primer efecto que tiene una violación, un primer tránsito. Y la película muestra ese inicio de camino y cómo se canaliza toda esa rabia, esa furia, la ira del principio, el asco...
En la película se pone el foco en el mal acompañamiento, fundamentalmente masculino pero no solamente, hacia la persona que ha sufrido una agresión sexual. Hace pensar mucho en respuestas testosterónicas o inadecuadas que nada tienen que ver con lo que necesita la persona que ha sufrido lo que sea que haya sufrido, en este caso, una violación.
Sí, sí, y yo creo que también tiene mucho que ver con el egoísmo general de la sociedad: necesito que tú hagas esto para que yo esté bien. Necesito que tú denuncies, porque, si no, yo no me quedo tranquilo. Por un motivo como muy egoísta y sin escuchar al otro, siendo cero empático. Creo que esto va más allá de lo masculino y lo femenino. Creo que todo está muy contaminado de egoísmo y de muy poca empatía en general. En la película nos encontramos con dos hermanos, tío y tía, y vemos cómo gestionarán el trauma y cómo se acompañará. Me alegra escuchar que tú mismo te plantees de qué maneras puedes estar acompañando a alguien que lo necesita. Hacerse esta reflexión me parece superimportante y ojalá la película pueda ayudar.
Tu hermano en La furia es un personaje capital en este sentido del mal acompañamiento. ¿Cómo fue el trabajo con Àlex Monner?
Pues no nos conocíamos, y fue muy importante trabajar la relación de estos dos hermanos, quiénes son, cómo se vinculan. Porque había muchas escenas que nos daban mucho miedo, y trabajamos mucho por separado con Gemma. Y después también conjuntamente, con mucho curro de improvisación. Con Gemma fue muy importante trabajar la relación de mi personaje con su entorno directo, con la madre, con la amiga, y sobre todo con la pareja, para marcar cómo se relacionaba con ellos antes de la violación y cómo se relacionaba después. Y con el personaje de Àlex Monner era importante también que fuéramos muy amigos y que hubiera una base de mucho amor, para que después se sostenga todo lo demás, porque si no, no tenía ningún sentido.
Creo que todo está mucho contaminado de egoísmo y de muy poca empatía
Prácticamente todas tus películas están dirigidas por mujeres, y casi todas debutantes: ahora Gemma, pero antes Carol Rodríguez Colàs (Chavalas), Gala Gracia (Lo que queda de ti) o Pilar Palomero (La maternal), que no debutaba pero sí hacía su segundo largo. ¿Es casual?
Yo también he hecho un repaso y es verdad que he trabajado en muchas primeras o segundas pelis. Incluso con Jordi Núñez, porque Valenciana era la segunda. Soy muy afortunada, porque alguien confía en ti para debutar con un proyecto que ha tenido tantos años en la cabeza, teniendo tan claros a los personajes y cómo quiere hacerlo, y que vea que tú puedes hacer el trabajo... Me siento muy agradecida por esta confianza, porque me cedan estos personajes que han tenido en la cabeza. No será casual porque el porcentaje es amplio. Y habrá algún factor en este sentido, pero ahora mismo no te sabría decir cuál es. Y que casi todas sean mujeres directoras, pues también, pero... no te sabría decir por qué. Con todas ellas he creado una relación muy bonita, me he implicado mucho y he aprendido muchísimo.
¿Y qué tiene de especial la nueva voz de Gemma Blasco?
Nos conocemos desde el instituto, cuando teníamos 13 años. Y cuando ella estudiaba cine ya lo tenía superclaro. Es muy tenaz, muy determinada. Ella estudiaba en Band-A-Part, y la tenían muy bien considerada en la escuela, sus cortometrajes resonaban mucho, y la gente que sabía ya olía que allí había una mirada de cineasta. Y creo que esto lo tiene, como también la capacidad de transformar cosas que le han pasado... Creo que la conquista para un cineasta, y también para los actores, es que puedas crear a partir de una chispa de tu vida. Poder transformar algo pequeño en algo muy grande. Y creo que Gemma tiene la capacidad, el empuje, la valentía, de mostrarse. Porque creo que en las primeras películas es muy importante mostrarse, y eso a veces da mucho miedo. Pero ella lo hace sin pudor alguno. Y creo que es una de las claves. En La furia, la gente podrá ver esa mirada, y esa manera de explicar las cosas que se parece mucho a cómo es ella. Porque Gemma también es caótica y sucia, en este sentido de que no es políticamente correcta. Yo le deseo lo mejor.

Te había leído decir que Jauría era el gran reto de tu carrera. No lo tengo claro después de verte destripar a un jabalí en La furia.
[ríe] Ya, ya... pues tengo que decirte que de entrada me impresionaba más de lo que acabó siendo. También me dieron mucha libertad para llegar hasta donde quisiera. Pero yo estoy un poco loca, hagámoslo todo, hasta que me encontré con el corazón del jabalí en la mano, y fue como... ¡hostia! También es verdad que yo estaba un poco “p'allá”, muy metida en el papel. A veces me ocurre que quiero volcarme mucho y hacerlo todo. También ocurre que tener la suerte de poder hacer un protagonista te da mucho. Y esa escena en concreto la hicimos la última semana de rodaje y yo ya estaba entregadísima. Pero no es lo que más me costó, eh... no fue lo más difícil de este proyecto. Al final yo creo que todos los trabajos tienen algo de reto, sino... tampoco los harías. Es importante saber por qué aceptas un proyecto, cuál será concretamente el reto y qué es lo que quieres aprender. Cuál es el escalón que quieres subir.
Acabo preguntándote por una película que quizás te sonará, se llama Sorda, y la protagoniza un tal Álvaro Cervantes...
Sí [sonríe de oreja a oreja]. ¡Me encanta! Sabía que sería hermosa porque ya vi de cerca todo el proceso que Álvaro estaba viviendo mientras la preparaba. Pero también iba con unas expectativas muy altas, y es una mierda ir así porque a veces no se cumplen. Por suerte en ese caso se cumplieron de sobras , la peli me atravesó. Y Álvaro está muy contento, tenía ganas de hacer un proyecto así, más íntimo, y bonito, y cuidado, y también acompañar a una primera peli. Está muy feliz, la verdad.