Los catalanes fieles a la telenovela de TV3 Com si fos ahir conocerán a Angela Cervantes (Barcelona, 1993) por su papel de Anna. Reconoce que está muy contenta de haber participado en esta ficción, porque ha aprendido muchísimo. Después de cinco años, ha cerrado esta etapa. Ahora bien, el 2021 empezó a ser conocida también fuera de Catalunya gracias al papel de la Soraya en la película Chavalas (2021), por el cual ganó un Gaudí a la mejor actriz secundaria. Más adelante, ya estaba en boca de todo el mundo a partir de La Maternal (2022), donde hacía de Penélope, una abuela de treinta años. La película, que trataba sobre las madres adolescentes, le valió una nominación a los Goya y un nuevo premio Gaudí como mejor actriz de reparto. Entre todos estos proyectos, la hemos visto haciendo el papel de Miranda en La pell fina; obra que fue estrenada originalmente en la Sala Flyhard y que este verano se ha podido volver a ver en el Teatro Borràs. Hablamos con la actriz barcelonesa antes de que hoy dé vida por última vez esta temporada a la Miranda.
Tercera vez que se ha programado La pell fina.
Justo el otro día contaba las funciones que hemos hecho y creo que son casi cien, pero es una obra que no me cansa nada. De hecho, muchas veces me tengo que aguantar la risa en el escenario y todavía ahora a veces me emociono cuando acaba la función. Además, ha habido intervalos largos entre cada programación y eso también ha permitido que los personajes respiraran. Yo no pude representar la segunda vez que se hizo en la Flyhard porque estaba rodando una película, pero creo que tienen que pasar estas cosas para que una función tenga vida, y es bonito compartirla.
¿Por qué crees que ha tenido tanto de éxito esta obra?
Venimos de una época que hace que necesitemos reír. No queremos recordar historias tristes, vamos al teatro a disfrutar. Además, es una obra muy intergeneracional porque se habla de temas que pueden tocar a todo el mundo y te puedes sentir identificado un poco con los cuatro personajes. Desde las relaciones de amigos o el paso de la maternidad, que puede conectar con alguien que lo esté viviendo en aquel momento o con alguien que lo ha vivido hace cinco o hace veinte años. Es una obra donde constantemente están pasando cosas y es muy fácil subir al tren y hacer el viaje, cada uno a su manera. Cuando acaba la función, muchas veces salimos al vestíbulo del teatro y escuchamos gente del público que sale hablando de temas que les ha removido la obra, es muy gratificante. Saber, por ejemplo, que una pareja ha reído cuando veía una discusión que ellos también habían tenido me parece muy sanador y transformador. Creo que eso es la magia del teatro. Se trata de reírse de uno mismo y liberar tensión.
No queremos recordar historias tristes, vamos al teatro a disfrutar
¿Es el proyecto teatral más ambicioso que has llevado a cabo hasta ahora?
Sí. Yo estudié teatro en la escuela de Laura Jou y allí hice teatro amateur con los compañeros, pero no había participado nunca en una obra de esta repercusión. Creo que hacer teatro es un acto de valentía, tienes que estar muy fuerte mentalmente y tienes que notar que tienes el poder para salir al escenario. Cada función es un mundo y pueden pasar mil cosas. Diría que quedarme en blanco en el escenario es la peor sensación que he vivido nunca. Me ha pasado en alguna función de La pell fina y aquellos segundos en los que te queda el cerebro en blanco se hacen eternos. Actuando en La pell fina he aprendido un montón y gracias a eso ahora me veo con ánimos de aceptar un proyecto que me ha salido en el Teatre Romea.
¿Es difícil hacer comedia en teatro?
Es una comedia muy bien escrita. El guion está lleno de referencias que van ligando unas con otras. Carmen (Marfà) y Yago (Alonso) (dramaturgos y directores de la obra) escriben sobre experiencias que han vivido de primera mano; en este caso, ser padres, o las críticas que comporta su profesión, y eso facilita mucho representar el texto. Por eso nunca improvisemos y nos concentramos en no dejar que caiga el ritmo de la comedia. Nosotros tenemos claro qué función queremos hacer y no nos dejamos llevar por el público. Ahora bien, es diferente hacerla en la Sala Flyhard, donde todo es más acogedor, que en el Teatro Borràs, que es a la italiana y, como hay más gente, la risa se contagia fácilmente; o hacerla de gira, que nos encontramos públicos diferentes y ya sabemos qué gags pueden animar más. Es una comedia comercial y nunca falla. Yo estoy muy orgullosa de participar y me hace reír muchísimo.
¿Es difícil ponerse en la piel de la Miranda?
La Miranda me ha salido muy sola. Un día Carmen y Yago me llamaron porque habían pensado en mí para este personaje. Después de la llamada fui a ver Ovelles y tuve claro que quería hacer un proyecto como aquel. Cuando empezamos a trabajar juntos, me dijeron que era el personaje menos escrito y con los ensayos lo fuimos definiendo. A mí me encanta hacer de Miranda porque tiene un punto de sumisión que también tiene Ángela, pero como Ángela soy consciente cuando me pongo en esta sumisión y por qué me pongo. Además, Miranda no solo es eso. Mola mucho ver todas las capas del personaje a medida que avanza la obra.
¿Tienes alguna rutina antes de cada función?
Soy muy maniática. Entonces, intento no hacer demasiadas cosas antes, porque si no, las tendría que hacer todas antes de cada función. Siempre llego una hora antes, voy a buscarme un café, eso sí, siempre al mismo lugar y entonces ya paso por maquillaje. Cuando estoy lista, charlo un poco con los compañeros. Hemos conectado mucho y me llevo a tres buenos amigos. Después ya empiezo a repasar las partes más largas de mi texto y vocalizo las partes más breves, cosa que también hago los momentos que salgo sola del escenario. Siempre me gusta actuar desde la verdad y desde el momento presente. Pienso que entre todos estamos explicando una historia y eso me emociona y me permite actuar desde el amor. Yo no coincido fuera del escenario con ninguno de los compañeros hasta el final de la función, pero cuándo nos encontramos siempre nos preguntamos como hemos vivido la función cada uno de nosotros y eso es muy chulo. Algunas veces notamos que el público ha reído muchísimo y otras percibimos más tensión en el ambiente, y mola ver estos cambios.
¿Teatro, cine o televisión?
No tienen nada que ver, creo que no son comparables porque cada uno te da cosas muy diferentes. El teatro tiene la magia que cada día es una experiencia nueva, aunque hagas la misma obra. En cambio, las películas y las series se ruedan en un día y a una hora en concreto. Ahora bien, el rodaje también me pone muy nerviosa, incluso alguna noche antes de rodar una escena importante la he pasado sin dormir. Mi sueño es poder compaginar proyectos de teatro y proyectos cinematográficos. Me encantaría que el teatro pudiera estar en mi vida recurrentemente, pero también he visto que es muy difícil vivir del teatro, económicamente hablando. Es un trabajo muy vocacional.
El teatro tiene la magia que cada día es una experiencia nueva aunque hagas la misma obra
¿Cómo llevas eso de los premios que has ganado por tus últimos trabajos?
Estoy muy agradecida por los premios y las nominaciones recibidas y por el reconocimiento que comportan. Creo que lo he podido llevar muy bien gracias a la terapia. Yo siempre quiero mirarlo todo con lupa para poder vivir bien y tranquila, y dejar de lado las opiniones de los otros. Todo el mundo te dice que recibir estos premios es un momento breve, y por eso se tiene que disfrutar al máximo y yo lo intento hacer, pero sin pensar que soy más importante por estar nominada. Soy la misma persona y trabajo igual. Al principio tuve a menudo el síndrome de la impostora, pero después de digerirlo y también hablando con mi terapeuta, reconocí que había trabajado mucho para merecer estos premios. No solo cuenta el trabajo hecho en el rodaje de la película ganadora, sino también todo el trabajo anterior. Además, también he aprendido que abrazar estos premios ayuda a inspirar a otras compañeras de la profesión.
¿Como actriz, sientes que tienes alguna responsabilidad hacia la sociedad?
Me di cuenta de ello a partir de las entrevistas que hice después de estrenar Chavalas. De golpe te ponen un micrófono y te preguntan quién es Angela Cervantes, y te encuentras a ti misma haciéndote esta pregunta y pensando por qué lo tengo que explicar a según quién. Al principio me creaba un poco de rechazo, porque yo lo daba todo y entonces veía que la gente recogía lo que quería y como quería. Después ya me reconcilié con el tema porque vi que era una oportunidad de decir lo que pensaba en una plataforma con altavoz. Es importante ser consciente de que ser actriz no es solo estar en un escenario o en un rodaje, sino que va un poco más allá; se suman las galas, las alfombras rojas, etc. Al final tienes que hacerlo y forma parte del show, ayuda a que la gente consuma cultura.
Reanudando el argumento de la obra, ¿eres más partidaria de decir la verdad sin pelos en la lengua, de omitirla o directamente de mentir?
Yo soy más partidaria de cuidar, de tener una responsabilidad afectiva con los otros. Primero me escucho a mí y pienso por qué lo quiero decir. Así analizo si lo quiero decir simplemente para desahogarme y pasarle el problema al otro o porque realmente le irá bien saberlo. Creo que el texto final de Sònia lo resume muy bien cuando dice que nos tenemos que cuidar. Yo pienso que nos tenemos que cuidar entre todos, ya no solo entre los amigos, la pareja o la familia; ¡estamos todos compartiendo un mismo mundo!