¿Hartos de encontraros anglicismos innecesarios? Yo también. Pero debéis saber que el catalán ya incorporaba anglicismos en el siglo XIX y principios del siglo XX. Durante la segunda mitad del siglo XIX se extendió la tecnología del vapor, que conllevó la mecanización de la industria textil y la aparición del tren. Dicha tecnología fue inventada y desarrollada por los ingleses. Como en la Cataluña central, el Vallès y la zona de Alcoi se dedicaron a la producción textil, y dado que el tren se hizo presente en todas partes (la primera línea férrea de la península Ibérica se hizo en el Maresme, entre Barcelona y Mataró), muchos elementos técnicos de estos ámbitos arraigaron en la sociedad catalanohablante, y su denominación inglesa entró en la lengua catalana. (En el caso de Menorca incluso penetraron bastantes anglicismos en el siglo XVIII, cuando la isla era una colonia británica; ya hablamos de ello: las palabras inglesas bow-window, shell y chalk inglesas acabaron siendo las palabras menorquinas boínder, xel y xoc.)

Tan solo mirando la nomenclatura de los aparatos textiles de entonces se ve. De esa época son los artilugios llamados self-acting (que va solo) y spinning-jenny (con el verbo spin 'dar vueltas'), que en catalán se convirtieron, respectivamente, en la selfactina (en Alcoi solfatina) y la jènua. (Hay que decir que también hay alguna palabra tomada del francés, como jacquard, que normativamente se escribe así pero que en Alcoi acabó siendo el teler de xacar; véase el libro de Josep Tormo Colomina El llenguatge tèxtil alcoià, 1995.)

La historia de algunas palabras sorprende un montón

Los anglicismos del siglo XIX o principios del siglo XX también son de la agricultura. Una enfermedad del viñedo se llama mildiu en catalán (pronunciado agudo, aunque el diccionario normativo escribe míldiu, llano); proviene del término inglés mildew, que significa 'moho'. Y si vais al Delta veréis que, cuando cosechan un elemento del huerto, lo colocan en una caja que llaman basquet, es decir, del inglés basket 'cesto' (y lo dicen agudo, no llano, como sí se denomina el deporte consistente en introducir balones por un círculo suspendido en lo alto).

El mundo ferroviario ha dejado otros anglicismos, empezando por los términos raïl y tren (de train, aunque el inglés lo tomó del verbo francés trainer, emparentado con el catalán traginar 'trajinar, acarrear, portear'). Lo curioso es cómo se han denominado tradicionalmente en el Maresme las traviesas (las maderas que se ponen bajo los raíles; hoy en día son piezas de hormigón): felipa. Según Joan Coromines (en su Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana, volumen III, página 937), este término proviene del inglés sleeper 'dormilón' (a partir del verbo sleep 'dormir'), ya que es así como en inglés denominaban la traviesa (parecía que se pusiera a dormir en el suelo y que no se despertara ni que pasara el tren; de hecho, en castellano también de le dice durmiente). Los capataces catalanes debían adaptarlo a selipa y la gente del Maresme acabó diciendo felipa; según Coromines, este cambio se dio "no sense adaptar-ho al nom d'un rei odiós que el poble recordava" ('no sin adaptarlo al nombre de un rey odioso que el pueblo recordaba'), o sea, Felipe V.