Angus & Julia Stone no son un grupo al uso. Quizá por eso gusten tanto. Primero, no los puedes ubicar en un sitio concreto. Picotean de muchos lados, y aunque lo suyo va por la rama del folk y el pop-rock, lo que les hace especiales es esa especie de conexión que establecen con sus seguidores, que les permite tocar en templos como el Palau de la Música, como la noche de este martes, 14 de mayo, o en cualquier festival en el que impere el buen rollo. Y eso es algo que a veces se nos escapa, ya que en principio no hay más encanto en ellos que en otras propuestas similares a la suya. Sin embargo, a la que se mueven, el público responde. La prueba está en este sold out que colgaba desde hacía semanas para su concierto en Barcelona.
Así son ellos, totalmente impredecibles
Otro de sus secretos, es que igual tienen a la banda funcionando, como se descuelgan con proyectos en solitario o en paralelo. Como ellos mismos reconocen: “Entran en esa puerta giratoria en que todo puede ocurrir y que se abre constantemente”. Por ejemplo, Julia tiene tres discos publicados (el último, Sixty summers, que es extraordinario), con la connivencia de alguien como St. Vincent y su equipo. En cambio, Angus se entretiene con algo más de andar por casa como Dope Lemon. Y si tienen que dejar una temporada en barbecho a Angus & Julia Stone, no pasa nada. E incluso cuando se proponen retomar el proyecto fraternal, lo pueden hacer de la forma más bizarra y extraña: poniendo la banda sonora al videojuego Life is strange. True colors. Una cuadratura que no encajaría con esa filosofía suya más hippie. Pero así son ellos, totalmente impredecibles.
Cape forestier es un disco templado, con bonitas armonías, una pizca de folk psicodélico y un deseo que flota: quieren y buscan ser felices.
Eso, lo del videojuego, fue en 2021. Para este 2024, el menú que podemos degustar se titula Cape forestier, un disco templado, con bonitas armonías, una pizca de folk psicodélico y un deseo que flota: quieren y buscan ser felices. Y eso lo transmiten al álbum y también sobre las tablas. Pues ahí, en efecto, es donde ellos redoblan esfuerzos. Ese es su gancho. Basta con escuchar la voz tan hermosa de Julia en The Wedding Song (a medio camino entre Victoria Williams y la de la reverenciada Joni Mitchell), con los coros a medida de su hermano. Se ve, se nota, que se entienden con la mirada. Razón de más; han compartido media vida (o la vida entera). Por tanto, con esas credenciales y una audiencia que de buen inicio está predispuesta, el dúo sale y toca en un escenario precioso en forma de triángulo, con lámparas y faros como de otra época.
Una botella de vino y un par de copas
Empiezan ellos solos y luego se incorporan tres músicos, dos de ellas mujeres. En la mesita, una botella de vino y un par de copas. Con la primera canción, Santa Monica Dream, el impacto es la voz de Julia: acaramelada y potente. Yellow brick road es la primera que jalea el público. Una de sus favoritas. Julia toca la armónica. De hecho, lo toca todo, guitarra, teclados, y hasta una trompeta a lo Calexico en un tema como Nothing else, que no cuesta imaginar como banda sonora de un capítulo de Fargo o True Detective. La frivolidad llega, aunque siendo amantes de las versiones, tal vez no lo sea tanto, al interpretar Flowers de Miley Cyrus. Una relectura muy tranquila, reconocible si sabes o te anuncian que es esa. En caso de despiste, se te pasa por alto el detalle.
En esta versión más inofensiva de 2024 de Angus & Julia Stone, impera la sobriedad y una cierta elegancia
Luego, y en breves arranques, aparece una guitarra eléctrica que da vidilla, pero que en general los decibelios emergen con cuentagotas. También aflora la vertiente más hippie y surfera. En esta versión más inofensiva de 2024 de Angus and Julia Stone, impera la sobriedad y una cierta elegancia. Hasta que anuncian la canción de boda, y ahí sí, se sueltan a gastar bromas, o en un ataque de calor de Julia, suelta un ingenuo: “Estoy muy caliente”. Por no hablar de la versión del Ni tú ni nadie de Alaska y Dinarama; loable por el atrevimiento, pero a estas alturas de partido, completamente innecesaria. En el tramo final, de nuevo la contención y la sensación de que ahora se ajustan a un patrón en el que nadie se va a sentir incómodo: acaban el recital con una delicia, Draw your swords. Han sido felices, nosotros también.