Anna Andreu nos presenta Vigília, un disco producido por Hidden Track Records. Un canto a la espera, al acuerdo lento, a la palabra que rasga. De la escuela de Ferran Palau o Mar Pujol, la artista catalana resuelve en ocho temas un álbum lleno de lirismo y de sonidos acústicos. Desde Cálido Home, la cantante ha hecho una evolución musical muy palpable experimentando con instrumentos y texturas que rodean el texto de un clímax especial. El próximo jueves 3 de abril tocará en el Auditori de Barcelona con Mar Pujol, y dice que lo que más le gusta de su público es su fidelidad. Ella dice que no llena estadios; veremos. De momento la podremos escuchar en uno de los espacios más prestigiosos del país.

¿Qué significado guarda el nombre de tu nuevo álbum, Vigília?
Vigília tiene varias acepciones. Hay la víspera como el insomnio, como una se adormece o estar despierta durante la noche experimentando un sentimiento de soledad mientras te pasan muchas cosas por la cabeza; estás en un estado de alerta. Es durante este momento, cuando estás en alerta, que tienes un instante de actividad mientras todo el mundo está inactivo, todos los pensamientos se vuelven pesados y surgen las sombras oscuras. También estuve consultando que existen las vísperas romanas, los cambios de guardia romanos, que me reforzaban esta sensación de alerta. Pensaba en este estado de víspera y en el hecho de que puede pasar cualquier cosa... ¿Y si nadie está despierto? Trasladé esta víspera a un estado de preparación para todo lo que pueda suceder. Y, por último, la víspera son las horas previas a un día importante, antes de que nazca o muera alguien, etc. Vigília era un concepto que se repetía a lo largo de todas las canciones, relacionándolo con la nocturnidad. También era un momento en que estaba a punto de ser madre y me conectaba con la espera. El velatorio me llevaba a eso.

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Foto: Silvia Poch

¿La maternidad ha sido un tema que ha atravesado el disco? ¿Tu primero sencillo, No té nom, tiene algún mensaje?
A ver, hago canciones para no tener que explicarlas, el mensaje es el que tú cojas. El disco está atravesado por la maternidad, pero no necesariamente las canciones. La maternidad influyó en las grabaciones, en bajarlo al suelo y hacerlo real, porque había una situación complicada para la conciliación. Grabamos el disco con un bebé y sin dormir. Yo veo todo eso en el disco cuando lo escucho: recuerdo este cansancio que no me dejaba pensar. Algunas canciones están hechas desde 2021; me cuesta mucho dar una por buena y, por lo tanto, a veces las dejo descansar y las cojo tiempo después. Soy muy perfeccionista, y mi manera de trabajar es bastante obsesiva. Hay canciones de este disco que pertenecen a un momento totalmente diferente del que me encuentro ahora, y no las hice pensando en el presente. En el caso de No té nom, hay partes que me trasladan a antes de ser madre.

¿Desde tu primer álbum, Malsons, qué ha cambiado? ¿Cómo ha sido la evolución?
Estoy muy contenta con cómo ha evolucionado mi proyecto porque ha surgido un público que me hace sentir muy afortunada: viene a los conciertos, es muy fiel, y creo que ha habido una conexión con este público de incondicionalidad. Mi público no llena un estadio, pero siempre está ahí. Y en mí ha cambiado la seguridad: creo que tengo más confianza a la hora de dar una canción por buena. El disco es muy genuino, no es una producción muy intrincada, no hemos ido a buscar un sonido ancho, la canción se aguanta por sí misma. Muchas de las piezas se han grabado en directo, voz y guitarra al mismo tiempo, porque es lo que yo sé hacer, mi estilo, intentando mostrarlo de la manera más sencilla posible. Así como en el primer disco no sabía dónde iba, aquí lo tenía muy claro. Vigília coge lo mejor de los otros álbumes pasados: la sencillez de las canciones del primer disco y la experimentación sonora del segundo.

Creo que tengo más confianza a la hora de dar una canción por buena

¿Qué referentes musicales tienes a la hora de inspirarte? En los anteriores discos encontramos canciones como El Jinete, de Paco Ibáñez.
No lo sé... Más que reflejarme en Paco Ibáñez, me gusta cómo viste un texto, lo hace de una manera respetuosa; de él he aprendido mucho. No soy una persona que lea mucho ni escuche mucha música, he encontrado mis propios mecanismos para generar canciones: una imagen, una escena. Pienso mucho en imágenes para hacerlas, me imagino una escena y la pongo en movimiento; tengo una mente muy cinematográfica. Entonces, los referentes a veces no tienen mucho que ver con la música o la literatura, sino con cosas que me pueden inspirar, con experiencias o con sueños. Sueño mucho, y me acojo a lo que es onírico. Las referencias son las que crea mi mente; al final, surgen cuando intento no controlarla tanto. Y con estas referencias, me imagino las canciones.

Es un proceso totalmente creativo.
Si empiezas a escribir de manera más automática y sin una dirección clara, aparecen escenas y paisajes a los cuales, de otra manera, no habrías llegado, porque son fruto de algo más irracional. Son un misterio. Y, por lo tanto, descubrir de qué habla la canción hace que me enganche, que la quiera acabar, que quiera ver cómo sigue esta aventura. Mira, Rosa i Espesa es la canción que abre el disco, y la tocamos al final de gira. Fue una manera de agradecerle a la gente que nos hubiera estado siguiendo en todos estos conciertos. Es una canción que acabé justo para aquel concierto, porque era una pieza que la gente no encontraría en ningún sitio más. La cantamos con Rita y Pol aquel día, y forma parte del nuevo disco. ¿No la hemos grabado con ellos, ¿eh?

¿Cómo definirías tu disco?
Es un disco bastante melancólico. A pesar de que no todas las canciones. Temas como La Navalla son el contrapunto, es muy enérgica, tiene mucha fuerza, y creo que aporta un tono necesario, por la potencia, las guitarras apretadas, la distorsión... Te saca del folk por un momento y te lleva a otro lugar, con paisajes más abiertos. Hay una canción que se llama Sencera, que podría ser una pieza popular. Aquí está el violín de Marina, que tiene un papel muy importante en el disco. Toca batería, violín, sintetizador...

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Foto: Silvia Poch

¿Cómo es la relación profesional con Marina?
Tengo la suerte de que Marina no tiene el ego de decir "Yo quiero tocar más, yo quiero hacer un redoble más". Ella siempre trabaja a favor de la pieza. Eso es muy guay de encontrar en una batería. Y además de ser batería, es músico. Y más allá de la formación, siempre prioriza la pieza más que el artista. Eso es lo que hace que la canción nos guste más.

Yo sueño en catalán

¿Crees que es difícil hacer este tipo de música en un momento donde los sonidos urbanos tienen tanto espacio?
Ahora mismo la música urbana tiene mucho espacio, pero también hay que recordar que durante mucho tiempo no tuvo ninguno. Hace años era muy difícil hacer música urbana porque la escena estaba dominada por el pop y el rock catalán. Quien hacía música urbana en aquel momento no tenía casi ningún espacio, y ahora sí que lo tiene. También es una cuestión de ciclos. Quizás de aquí unos años veremos cosas inesperadas, como panderos cuadrados, ¿sabes qué quiero decir? Y, de golpe, dejará de ser tan habitual ver amplificadores y guitarras por todas partes. Siempre hay un momento en que una tendencia está casi desaparecida y, de repente, vuelve a resurgir. Quién sabe, quizás ahora el canto gregoriano volverá a estar de moda.

¿Te sientes afortunada dedicándote a hacer música en catalán?
Yo tengo la suerte de poder dedicarme a esto, también porque no somos tanta gente haciendo este tipo de música. De hecho, ahora quizás es más difícil destacar dentro de la música urbana, porque ¿cuánta gente se dedica a ello? ¿Cuánta gente no puede grabar un disco? El proyecto se llama Anna Andreu y lleva mi nombre, por lo tanto lo veo inseparable de quién soy yo y de mi identidad. Tiene que ver con la manera como hablo, con lo que pienso, con lo que sueño. Yo sueño en catalán. Sería extraño para mí hacerlo en otra lengua. Puedo hacer canciones en castellano, y he hecho, y estoy cómoda también, pero no me he planteado utilizar una lengua que no sea la mía, al menos de momento.