Después de la llegada al equipo de dirección artística de la Sala Beckett, y después de años haciendo ayudantías de dirección, Anna Serrano dirige Cacophony, de la escritora británica Molly Taylor; una obra coral centrada en el papel de las redes sociales y la cancelación. La Beckett, desde su llegada a Poblenou, ha defendido un modelo híbrido: grandes producciones de textos contemporáneos, la revisión de textos clásicos y producciones de carácter mainstream. Gracias a la oferta formativa y al espacio de encuentro, la sala es un referente en el barrio. Con cierto tono grotesco, la obra da cuerpo a los comentarios de las redes y cambia la realidad cibernética en la realidad de los personajes de la función. El contexto de la fiesta, de las relaciones de amistad y de amor de la juventud se contraponen con el ascenso de popularidad de la protagonista [Clara de Ramon]. El texto plantea poca verosimilitud en el dispositivo: a pesar de usar todos móviles, no saben si la protagonista estaba en la manifestación durante el atentado, y se cuestionan las convicciones de la protagonista por el hecho que fuera testigo del ataque. El montaje es coral y usa varios elementos escenográficos, de iluminación y musicales para inducirnos en una fiesta permanente. El resto del equipo artístico son Marc Salicrú (luces), Judit Colomer (escenografía), Arnau Vallvé (música y sonido), Chloe Campbell (vestuario), Ester Guntín (movimiento).

Foto: Carlos Baglietto

Habías hecho muchas ayudantías de dirección antes de dirigir.
Ha sido mi escuela. Ya mientras estudiaba Comunicación Audiovisual he podido ver un abanico muy amplio de maneras de dirigir y actuar. Defiendo un liderazgo en la dirección desde la colaboración con otras personas. Eso me lo decía Marta Pazos: "Tú tienes que inspirar a las otras personas del proceso artístico". Y tiene mucha razón. Mi función es que los artistas tienen que poder aportar su creatividad al proyecto.

¿Cómo llegas al texto?
De manera muy casual. Buscando textos en Londres, me lo encuentro. Buscaba textos corales y con gente joven. Y este encajaba. Lo leí e hice una primera traducción para entenderlo, y le encontré el sentido. Había muchas cosas de la realidad, y que me tocaban de cerca, y vi que me apelaban a mí. La traducción finalmente la hemos hecho Oriol Puig Grau y yo. Somos muy amigos y artísticamente confío mucho en él.

¿Cuál es el argumento?
El argumento coge el contexto de una manifestación feminista en el cual hay un atentado terrorista. A raíz de eso, la protagonista hace un escrito muy emotivo, porque el atentado ha afectado a una de sus mejores amigas. El texto que escribe se hace viral y recibe mucha atención, y muestra los mecanismos de las redes para convertirte en un héroe, en una estrella. No revelaremos más, pero nos damos cuenta de que hay una cosa de las que ha dicho la chica que no es cierta, y eso hace cambiar la percepción de los demás. Y abre una duda ética.

Es importante que la Beckett sea un espacio donde pasen cosas, y que la gente sienta que puede venir a explicar sus proyectos

¿Cómo hiciste el casting?
Real, me tenía que creer que eran amigos entre ellos. Y no quería hacer un casting de estrellitas, ni de teatro, ni de TV3. Había que encontrar el punto medio, y ha sido fantástico trabajar con este equipo de gente. Actoralmente, cada escena nos ha exigido cosas muy diferentes. Y hemos trabajado todos juntos, y desde el propio material de cada uno y de entender todos el texto de la misma manera. Teníamos que plantear la coralidad.

Plantear la coralidad desde un punto de dirección de actores es muy difícil. ¿Cómo se hace?
Para mí, hacer la ayudantía de dirección de Tots eren fills meus con David Selvas en el Teatre Lliure fue un máster. Allí entendí muchas cosas. Por ejemplo, la relación entre el personaje y la energía tiene que equilibrarse. David se concentra mucho en la psicología del actor, cuáles son sus motores en todo momento. Mi recorrido como directora es una cosa mucho más estética y pensar en el artefacto del teatro. Hay mucha diferencia entre las dos formas de hacer teatro, pero para mí ha sido natural dirigir un texto de texto. Además, el texto que estrenamos con los VVAA es un texto ya escrito y cerrado de Eva Mir, aunque respeta nuestro imaginario. Por primera vez, este espectáculo lo dirigiré yo. Cada uno hará lo que mejor se le da hacer. Lo hacemos ahora que será el último espectáculo.

Foto: Carlos Baglietto

Parecía que los VVAA tenían una muy buena relación con el Teatre Lliure de Juan Carlos Martel, pero cayó. ¿Qué pasó?
Primero hicimos This is real love. Después hicimos ARCAS, una apuesta fuerte. ARCAS fue un proceso muy duro. A nivel técnico fue muy complicado, y desde el teatro lo sufrieron. Apuramos mucho al estreno, pero finalmente salió bien a pesar de la complejidad. Requería de más tiempo. Nosotros con Cacophony hemos bajado a sala y ha sido todo muy tranquilo.

¿Qué papel tienes ahora en la Beckett? ¿Cuál es tu función?
Configuro toda la programación de la temporada con Toni Casares. A mí me llegan muchas propuestas; textos para escenificar y montajes ya estrenados. También voy a ver muchas propuestas. Conocer mucho el tejido de la ciudad y encajarlo todo. Y decidir con qué cosas apostamos más fuerte y las producimos, y las semanas, o cómo conviven las dos salas. Y hacer un acompañamiento artístico con los autores residentes y con las compañías. Con Toni Casares nos hemos entendido muy bien. Eso no quiere decir que solo haga gestión, pedí compaginar la dirección con la gestión.

¿Cambiará el sello Beckett?
Espero que sí, por mi parte mucho. Es importante que la Beckett sea un espacio donde pasen cosas, y que la gente sienta que puede venir a explicar sus proyectos. Lo primero que hice fue llamar a gente y preguntar qué hacían. No quería que me vendieran sus proyectos sino conocer inquietudes y en qué trabajan. Queremos una Beckett accesible.