Antoni Benaiges, en 1936 era maestro en una escuela rural en la provincia de Burgos. Una de las actividades centrales de su escuela, en el curso 1935/36, fue hacer una pequeña publicación, con la participación de los alumnos, sobre cómo se imaginaban que sería el mar: El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca. Consiguió que hicieran un pequeño librillo, cargado de ingenuidad y de ilusión. Benaiges, que era de Mont-roig del Camp, les había prometido que los llevaría a ver el mar. No pudo. El 19 de julio de 1936, al estallar la guerra civil, Benaiges fue detenido. Se le torturó y el 25 de julio sería ejecutado y enterrado en una fosa común. Ahora, la historia de Benaiges, que ya se ha analizado en algunos libros, da pie a una exposición, El maestro que prometió el mar, que se puede ver, hasta el 3 de marzo en el Museo Marítim. La entrada a la exposición, coproducida entre el Museu Marítim y el Memorial Democràtic, es gratuita.

La batalla de la educación

La experiencia de Benaiges no se puede entender sin tener en cuenta el movimiento de renovación pedagógica que se vivió a principios del siglo XX. Un movimiento que apostó por una escuela laïca, gratuita, obligatoria, mixta, de calidad, que apostara por la reflexión... Benaiges era un seguidor del francés Célestin Freinet, que optó por la imprenta como método de enseñanza. Si ahora muchas escuelas usan las páginas web con el fin de fomentar la creatividad de sus alumnos, Freinet y sus seguidores hace casi un siglo utilizaban los llamados "cuadernos". Motivaban a sus alumnos para que hicieran redacciones y grabados, y con estos materiales editaban unos pequeños cuadernos, que distribuían entre los alumnos, otras escuelas e interesados en el tema. Todo lo hacían los alumnos: los textos, los dibujos, las correcciones, la misma impresión... La renovación pedagógica generaba muchas suspicacias entre los partidarios de una educación religiosa y dogmática, y la enseñanza se convirtió en uno de los temas de confrontación entre la derecha y la izquierda. Muchos años más tarde se constataría que la visión de Freinet era profética y terriblemente moderna.

Maestro moderno en la España más negra

Antoni Benaiges (Mont-roig del Camp, 1903 - Villafranca Montes de Oca, 1936), tras estudiar Magisterio en Barcelona y trabajar como maestro en centros educativos de Madrid y de Vilanova y la Geltrú, fue destinado en 1934 a la escuela de Bañuelos de Bureba, en la provincia de Burgos, un pequeño pueblo de menos de 200 habitantes. Un centro escolar pequeño, en muy mal estado, que tuvo que ser pintado por el maestro y sus alumnos. En el pueblo no había luz, ni agua corriente, ni carretera, ni servicios... En realidad, muchos de los niños no iban a la escuela, porque tenían que ayudar a sus padres en las tareas del campo. La tarea de Benaiges no iba a ser fácil. Sus métodos despertaron mucha controversia. No se vio bien que sacara el crucifijo del aula, ni que usara la imprenta como sistema educativo, ni que pusiera música a los alumnos... Y pese a todo, los cuadernos elaborados en Bañuelos de Bureba muestran el éxito de su sistema y la ilusión que los alumnos sintieron al implicarse en esta iniciativa.

El odio

Benaiges, que era próximo a la UGT, fue detenido poco después del golpe de estado. Dicen que fue salvajemente torturado, que le rompieron los dientes y que le humillaron paseándolo desnudo sobre un camión. Después de unos días, fue ejecutado extrajudicialmente, y su cuerpo, mezclado con muchos otros, fue lanzado a una fosa común, probablemente la de la Pedraja. Hace algunos años se empezaron a recuperar los cadáveres de esta fosa, tal como se muestra en la exposición, pero el cuerpo de Benaiges no ha aparecido. El régimen no tuvo bastante con asesinarlo. Tras la guerra se dictó la "separación definitiva" de Benaiges del magisterio; una venganza post mórtem hacia el pedagogo. Y la mayoría de los cuadernos de la escuela de Bañuelos fueron destruidos. Si esta exposición se ha podido organizar, ha sido porque la familia del maestro, que estaba suscrita a los cuadernos, había conservado algunos ejemplares.

Una buena historia, una buena exposición

Que una exposición sea pequeña en espacio, no quiere decir que no sea una gran exposición. Es el caso de Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar, comisariada por Sergi Bernal. En primer lugar, saca el máximo partido de una buena historia, que si bien no fue decisiva para la historia de España, es muy ilustrativa de la situación de aquellos años. Además, a través de la figura del maestro Antoni Benaiges, explora las contradictorias relaciones entre la sociedad española y la educación, y entre nuestra sociedad y el pasado franquista. Pero no se limita a acumular información en paneles; y consigue evocar el ambiente de la escuela, las ilusiones de los alumnos y el truncamiento de todas las esperanzas con mucha ternura y poesía. Son sólo tres pequeños espacios: el primero, más reflexivo, analiza la escuela republicana y el papel de Benaiges en ella. El segundo, muy poético, está centrado en la promesa del maestro a sus alumnos, a través del cuaderno publicado sobre el ,ar. El tercero, que hiela la sangre, está dedicado a la muerte del maestro y a la fosa común de La Pedraja, donde fue lanzado su cuerpo. Una exposición que parte de Benaiges, pero que explica mucho más que la triste y fantástica historia de este maestro idealista.