Antoni Gelonch es incansable. Escritor, mecenas, abogado, gestor, divulgador cultural... Lo entrevistamos porque la Fundació Privada Horitzons 2050 -organización de la que es el presidente que busca el debate mediante el fomento de actividades vinculadas a la economía, la cultura y el patrimonio de Lleida- ha publicado el segundo número de la revista Horitzons; con aportaciones de escritores como Adrià Pujol, Jèssica Ferrer Escandell o Maria Garganté, entre otros. Nos hemos citado una mañana de noviembre en la Llibreria Ona.

Entrevista Antoni Gelonch / Foto: Carlos Baglietto
Antoni Gelonch: escritor, abogado y mecenas y divulgador cultural / Foto: Carlos Baglietto

Empezamos por el principio. Usted vuelve a Lleida y decide crear una fundación. ¿Por qué?
Necesito explicar mi evolución personal. Me marché de Lleida cuando tenía 18 años y he vuelto al cabo de 47 años, cuando hice 65. Durante este periodo he vivido en varios lugares del mundo, sin perder el contacto con la ciudad. Cuando volví, detecté vacíos importantes. Encontré que la fórmula jurídica de una fundación era la más adecuada.

Así nace Horitzons 2050.
La constituimos hace dos años. Hemos hecho diversas actividades. Tenemos que ser capaces de generar todas las sinergias posibles y también somos conscientes de que no hay que incidir si una cosa que se hace, ya se hace bien.

Entiendo que habla de acciones en Lleida, pero no solo habla de la ciudad.
Hay una frontera evidente en La Panadella, que diferencia una Catalunya oriental del occidental. Y dentro de la Catalunya Occidental, hay una frontera entre Ponent y el Alt Pirineu. Todo eso se tiene que recoser. El país está desbaratado y despistado. Los contactos entre la gente de Lleida y Girona son casi nulos. Y todos vivimos de los clichés. Hace falta reunir y poner en marcha actividades para dar a conocer todo este mapa. Mi reflexión es: si tú no eres conocido, no puedes ser amado.

¿La revista que habéis empezado a publicar recientemente habla, pues, para toda Catalunya?
Para todo el Principat. Para ser conocidos hace falta que generemos proyectos que interpelen a todo el país. La Revista Horitzons no es la revista de Lleida ni de la Terra Ferma, ni de la Catalunya Occidental porque tratamos todo el país. Escribe gente de todo el país con un pensamiento puesto en Ponent y el Alt Pirineu.

Entrevista Antoni Gelonch / Foto: Carlos Baglietto
Antoni Gelonch, explicando el país desde Ponent / Foto: Carlos Baglietto

La revista Horitzons no es la revista de Lleida ni de la Terra Ferma, ni de la Catalunya Occidental, porque tratamos todo el país. Escribe gente de todo el país con un pensamiento puesto en Ponent y el Alt Pirineu

La primera entrevista que abre el segundo número es al presidente Jordi Pujol.
El presidente Pujol nació el año 1930, no creo que tenga ningun recuerdo de la República, pero sí de la guerra y de la posguerra. Y en la posguerra hace todo el posible para formarse y conocer el país. También crea un instrumento político y uno bancario, entre otros. Tiene tiempo para formarse y vivir dificultades, porque pasa un tiempo en la prisión.

¿Qué relación ha tenido usted con la política?
Ahora los líderes no tienen tiempo. Tampoco se dan las circunstancias excepcionales. En buena parte, el éxito del presidente Pujol fue rodearse de gente que entendía la política como un servicio. Actualmente, en Occidente la política está difamada y, sobre todo, si la gente te ama, te dice que no te pongas. Hice un servicio público entre 1987 y 1997. Era una época de construcción en que salíamos de enormes déficits. Entrabas y salías de la política, pero tenías una profesión, no como ahora.

Antes hablábamos de romper tópicos. Es uno de los temas de la revista, concretamente el que plantea el artículo de Adrià Pujol.
Sí, y ahora haremos un reportaje de las relaciones entre valencianos y leridanos. Y entre mallorquines y leridanos. Creemos que la nación es entera y tenemos que ver cómo rehacer lazos. Hemos deshecho demasiado los vínculos y los tenemos que rehacer. Se ha hecho daño al Principat, porque se ha buscado la división por cuestión de lengua. Se ha hecho daño a los países de habla catalana, porque se han destruido todos los vínculos. Prueba de eso es que es muy complicado ir en transporte público de València a Lleida. Es una odisea. Incluso todavía lo es actualemnte ir de Barcelona a València.

Entrevista Antoni Gelonch / Foto: Carlos Baglietto
Se acaba de publicar el segundo número de la revista Horitzons, una nueva iniciativa cultura de Antoni Gelonch / Foto: Carlos Baglietto

Creemos que la nación es toda y tenemos que ver cómo rehacer lazos. Hemos deshecho demasiado los vínculos y los tenemos que rehacer

El artículo de Maria Garganté vuelve a incidir en un tema que podemos decir que está de moda, pero no por eso es menos complejo o interesante. El barroco.
Tenemos obras espléndidas del barroco. El retablo del antuari del Miracle, en Riner, por ejemplo. Se ha hecho, también, un cierto reduccionismo. También tenemos un excelente gótico en La Seu Vella de Lleida; Sant Llorenç, en Lleida; la iglesia de Cervera y Santa Maria d'Agramunt. Y el románico no te lo acabas. El barroco había quedado escondido como una cosa que no era nuestra. El discurso decía que éramos una cultura sencilla. El barroco ha quedado en la mitología popular como una cosa cargada y que teníamos que olvidar. Es el símbolo del poder de la iglesia y de la contrarreforma. Eso evidencia el poder de la iglesia en Ponent. Tenemos hasta tres obispados. Y tiene mucha importancia el de Solsona, que se creó para parar el protestantismo.

La tensión religiosa le ha interesado hasta el punto de escribir un libro sobre Luter: Luter. Buscant la veritat, va canviar la història (Viena Edicions, 2018).
Históricamente, nosotros no hemos hecho nunca los debates cuando tocaba. He hecho tres libros y preparo uno nuevo. No hemos hecho el debate sobre la persona y la divinidad, porque aquí fuimos formalmente católicos. Y eso que el protestantismo ha tenido un papel clave en la fundación del capitalismo.

¿Cuál son los otros debates que no hemos hecho?
El segundo debate que no hemos tenido es el de la Revolución Francesa y el de las ideas de la Revolución. España fue el único Estado europeo que sufrió el efecto bumerán: en lugar de avanzar retrocedimos. Y después de un simulacro napoleónico acabamos con el absolutismo de Fernando VII, que perjuró porque dijo que haría una cosa e hizo otra. El tercer debate que tampoco hemos hecho es el de las izquierdas europeas que protagonizaron Camus y Sartre, y al cual también he dedicado un libro. Aquí no se podía hacer, porque sufríamos la dictadura. Pero no se ha hecho nunca. Y solo ha llegado una idea de Sartre de que el fin justifica los medios, y ha eso ha derivado en el comunismo ortodoxo y totalitario. Por lo tanto, hemos perdido una tradición de izquierda anarco socialdemócrata como la de Camus. Ahora preparo un libro sobre Voltaire para cerrar el ciclo de los debates que no hemos hecho. Es el debate sobre la ilustración, que en el Principado no hemos tenido, pero sí a Menorca y València. Aunque Voltaire dedica tres páginas de uno de sus libros, El siglo de Luis XIV, a los catalanes. Y es curioso porque ni había estado, ni conoce a ningún catalán. Pero hace un elogio de los catalanes.

Hemos hablado de su obra. ¿Usted cómo se identifica?
También estoy escribiendo un libro en el cual hay un apartado que se titula Qui soc jo (Quien soy yo). Soy un catalanista, liberal, católico, amante del coleccionismo y de la cultura, que cree que se tiene que retornar a la sociedad parte de lo que hemos recibido. La divisa de mi madre es que nosotros estamos en el mundo para ser felices y es lo que intento.

Entrevista Antoni Gelonch / Foto: Carlos Baglietto
Antoni Gelonch, la cultura siempre como interés principal / Foto: Carlos Baglietto

Soy un catalanista, liberal, católico, amante del coleccionismo y de la cultura, que cree que se tiene que retornar a la sociedad parte de lo que hemos recibido

Uno de los temas que más ha tratado es el mecenazgo.
Este país tiene un sistema fiscal determinado que es muy diferente del que tienen los Estados Unidos o Francia en materia cultural. No hay un incentivo fiscal para el mecenazgo. Además, tenemos unas élites poco generosas que no piensan que hay que retornar a la sociedad parte de aquello que a la sociedad les ha dado. Y tenemos otro problema que es que tenemos muy poco reconocimiento social. Cuando tú haces una donación de un dinero para hacer una actividad o cede obras de arte en un museo, muchas veces la gente se pregunta "por qué lo hace" y de "dónde saca el dinero". Si lo sumas todo, hace que el mecenazgo sea una cosa exótica en este país.

¿De quién hablamos cuando hablamos de élites?
Se tiene que ver cómo se han formado estas élites. Nosotros hemos pasado de una cultura rural y conservadora, en el sentido de no exponer lo que tú has conseguido, a una cierta exhibición del poder económico. No se había dado nunca. Hemos pasado de unas élites con un interés por la cultura, como los fundadores de Òmnium Cultural, a un modelo de rico que no deja nada detrás. Que solo exhibe coches, casas y viajes. Hay burguesía ilustrada, claro que sí, pero poca. Esta librería donde hacemos la entrevista (Llibreria Ona) es de un burgués ilustrado. Hay muchas fundaciones, como la Fundació Planes Corts, pero tampoco es reconocido.

Hemos pasado de unas élites con un interés por la cultura, como los fundadores de Òmnium Cultural, a un modelo de rico que no deja nada detrás

¿Y la solución pasa por...?
Una legislación fiscal favorable, la ley de mecenazgo, que cayó porque cayó la legislatura. Tiene que volver a empezar el proceso, y la mayoría de fuerzas políticas eran favorables y no tendría que ser ningún problema. Se hablaba de rebajas fiscales mucho más significativas. En un marco político inestable es difícil. Se equivocan los que son contrarios a la ley porque no todo se tiene que fiar a la iniciativa pública. También se tiene que incentivar la iniciativa privada que hace actividades y donaciones. Por otra parte, la generosidad siempre es individual y el pecado principal de los catalanes es la envidia. Sin superar eso todo será más complicado. Pero nada es imposible ni nada está determinado, y por lo tanto soy optimista.

Históricamente, desde el final de la dictadura el mecenazgo privado vendía de las cajas.
Pero las cajas han desaparecido. Hay una fundación de las cajas catalanas que en teoría las engloba a todas, que se la quedó el BBVA, pero que ha quedado vinculada a las artes escénicas. Las sedes de las fundaciones de los bancos están en Madrid. Mapfre, que es una aseguradora, no hace exactamente esta función. La Caixa tiene los Caixa Fòrums, tienen poca producción propia e itinerancia por todo el estado. Me sabe mal porque los bancos han recibido una importante inyección económica para su supervivencia y estaría bien que devolvieran una parte, como mínimo, de esta deuda que tienen con la sociedad a través de la obra cultural. Pero no los veo demasiado en esta línea, ni los veo demasiado dispuestos a devolver este dinero.

Entrevista Antoni Gelonch / Foto: Carlos Baglietto
Antoni Gelonch, rehaciendo los vínculos de la nación a través de la cultura / Foto: Carlos Baglietto

Los bancos han recibido una importante inyección económica para su supervivencia y estaría bien que devolvieran una parte, como mínimo, de esta deuda que tienen con la sociedad a través de la obra cultural

Estamos hablando de territorio.
La planificación cultural tendría que formar parte del equilibrio territorial y de la equidad. Todo el mundo tiene que tener los mismos derechos y las mismas oportunidades y eso no pasa. Si no hay planificación territorial, difícilmente lo habrá cultural. Los equipamientos están concentrados, en gran medida, en la ciudad de Barcelona; por lo tanto, tenemos un déficit. Además, las orquestas o teatros que viven del patrocinio público no se dejan ver mucho por el resto del país. Considero que los grandes equipamientos públicos tendrían que llegar al resto del país.