Enciclopèdia Catalana publica Tàpies, biografia d'un compromís, y lo hace de la mano de los máximos especialistas en la obra de este artista. Se trata de un gran libro de lujo, en una edición limitada y numerada, con reproducciones de alta calidad de las obras de Tàpies, que va acompañado de un libro de estudio, con las aportaciones de varios expertos, con fotografías y documentos reveladores (algunos de ellos inéditos) y unas entrevistas que complementan la obra.  Hablamos de este libro con Carles Guerra, director de la obra y director de la Fundación Tàpies, con Xavier Antich, colaborador del libro y presidente del patronato la Fundación, y con Joan Ricart, director editorial de Enciclopèdia. 

Carles Guerra y Xavier Antich.

¿Qué es este libro?

J.R. Este es un libro que estaba pendiente. Forma parte de un proyecto que Enciclopèdia Catalana ha dedicado a los grandes maestros de la pintura catalana. Ya teníamos libros sobre Miró, Brossa y Picasso. Nos faltaba Tàpies, y hemos desarrollado este trabajo con la Fundación Tàpies, y eso nos ha permitido encarar el proyecto con la gente que más sabe del tema, y, al mismo tiempo, a la institución le va bien poner esta edición al servicio de una investigación ya realizada.

¿Qué relación tiene este libro con la exposición Antoni Tàpies: biografía política que se presentó en la Fundación el año pasado?

C.G. Este libro se beneficia de la investigación que se hizo con la exposición, que intentaba estudiar a Tàpies en el periodo 1947-1977. La exposición permitió reunir una constelación de obras que no se habían visto en muchos años. Este libro se aprovecha de aquel esfuerzo de investigación, pero a diferencia de la exposición, abarca toda la trayectoria vital del artista. Tàpies, biografia d'un compromís pone a prueba las teorías anteriores sobre Tàpies, y nos permite ir más lejos a la hora de analizar unas obras que son muy polisémicas.

¿Aportan una nueva relectura de la obra de Tàpies?

C.G. Hemos podido recorrer obras que Tàpies realiza en momentos determinados, como Composición con números, que tiene que ver con la muerte de Oriol Solé Sugranyes, alque mató la Guardia Civil en la fuga de Segovia... Tàpies no disponía de fotos de la muerte de Solé Sugranyes... Pero escribe 29 números, el del número de evadidos, y mancha uno de sangre, el del asesinado, que es Oriol Solé Sugranyes. Y las formas del cuadro reflejan el ataúd enterrado en el túmulo. Este es un cuadro de historia, en un sentido muy literal. La misma madre de Solé, cuando lo vio, dijo "este cuadro habla de mi hijo". Y se convirtió en el emblema de un acontecimiento doloroso.

Tàpies no deja de hacer cuadros de historia, en un estilo muy moderno

Antoni Tàpies, Composición con números. 1976. Procedimiento mixto sobre tela. 200 × 270 cm. Fundación Antoni Tàpies, Barcelona.

¿Tàpies pudo denunciar la actualidad sin hacer arte figurativo?

C.G. Con obras como Composición con números, Tàpies no deja de hacer cuadros de historia, en un estilo muy moderno. Es como Manet, cuando pinta el cuadro de la muerte del emperador Maximiliano, que no ha visto, pero que ha documentado. Pero tenemos que ser muy cautos a la hora de definir un arte político. Ahora sabemos que la obra que Tàpies dedica a Puig Antich no la empezó con esta intención, sino que cuándo lo ejecutaron ya la tenía prácticamente acabada.

¿Qué obras incluye Tàpies, biografia d'un compromís?

C.G. El libro hace una recopilación cronológica e incorpora 213 obras. Sería como la exposición que nunca se ha hecho, y que nunca se podrá hacer, sobre la política en la obra de Tàpies. No sólo se quiere explicar las obras que hay aquí, sino también ofrecer una clave para interpretar el conjunto de su obra (tanto las obras explícitamente políticas como las que no lo son).

¿Quién escribe en este libro?

C.G. Incorpora a gente diversa, desde profesores expertos en Tàpies, como Lola J. Blanco o Javier Pérez Segura, hasta Albert Mercadé, que analiza el conflicto existente entre Tàpies y los artistas conceptuales catalanes, o una escritora como Flavia Company, que analiza la serie Teresa para mostrar que la acción política en Tàpies también se lleva al ámbito privado, al de la pareja.

¿A quién se entrevista en esta obra?

C.G. Se entrevistó, expresamente para el libro, a gente que tuvo un contacto estrecho con él: Xavier Folch, compañero de las épocas del PSUC; George Raillard, un hombre muy culto que dirigía en la época el Instituto Francés y que es el crítico que más la acertó a la hora de definir el potencial político de la obra de Tàpies; Pere Gimferrer, que nos explicó que el cuadro El coraje del pueblo se inspira en uno visionado de la película del mismo nombre de Jorge Sanjinés... Y también se entrevista a Teresa, su compañera, que casi nunca ha concedido entrevistas.

Pero Tàpies, en principio, no se destacó como artista antifranquista...

X.A. La obra de Tàpies inicialmente fue usada por la diplomacia cultural franquista, pero en el año 1958 dijo basta, y rompió con el régimen. En 1962, a raíz de una exposición en la Tate Gallery organizada por el Gobierno español, él deniega el permiso de exponer sus obras. Y cuando un coleccionista que tenía cuadros suyos los ofrece en la galería, Tàpies denuncia a la Tate, y gana la denuncia. A partir de este momento se desmarca de las iniciativas gubernamentales.

La participación de Tàpies en la resistencia antifranquista es inseparable de su experimentación artística

Antoni Tàpies, Pintura con esposas. 1970. Pintura y aensamblaje sobre tela. 130 × 162 cm. Col·lecció Artwenty, Madrid.

¿Cómo consigue Tàpies ser un artista de la modernidad en una España franquista anclada en el pasado?

X.A. Lo hace con un posicionamiento muy singular. Tàpies, cuando empieza a hacer exposiciones en París y Londres queda conceptualizado como artista de las corrientes más modernas de Europa. Y el hecho de que lo categoricen así hace que enseguida tenga proyección europea... Pero ahora se puede descubrir que aunque Tàpies comparte el lenguaje de los artistas de los años 50 o 60, su posicionamiento político es muy militante, cada vez más. Es alguien que tiene reuniones con células clandestinas del PSUC, con gente como Pere Ardiaca, y se relaciona con grupos de la resistencia franquista cuando viaja a París. Formará parte de la gente que pedirá firmas contra la ejecución de Puig Antich. Su trabajo artístico no está desvinculado de su militancia política (militancia entre comillas, porque no es cuestión de carnés). Ahora podemos ver que su posicionamiento, tan progresista con respecto al arte, no es sólo una cuestión de estilo, sino una forma de ver su participación en la resistencia antifranquista, que se inseparable de su experimentación artística.

C.G. Tàpies nunca dejará de ser el artista de la modernidad sin democracia.

¿El contenido político de la obra de Tàpies aumenta progresivamente?

C.G. La posición de Tàpies está siempre clara, pero el entorno es el que es y al artista, para poder difundir su obra, rebajará el "volumen político" de sus piezas. Tàpies vive en Barcelona, ha decidido quedarse y sabe que no puede forzar la máquina excesivamente e irá haciendo tentativas. Hay una gestación de su compromiso político, como se puede comprobar en su documentación privada. Él parte de un rechazo a la hostilidad hacia la lengua catalana, y poco a poco va involucrándose en la resistencia antifranquista, en la Caputxinada, en el encierro de Montserrat... Como en el caso de otros artistas, se va gestionando una conciencia política, que en principio es intuitiva... Al mismo tiempo que Tàpies se forma en el taoísmo o que estudia las prácticas artísticas del arte africano o precolombino, hace su formación política: lee a Althusser, Adorno, Lefebvre... Con el tiempo hace una práctica artística más reflexiva. En el año 1966, en una entrevista en Francia, ya califica a España de desierto, y habla de una situación de "posguerra civil".

Pero siempre rechazó ciertas formas del arte militante...

C.G. Él siempre se posicionó en las antípodas del realismo socialismo, que consideraba una "caricatura del arte". El compromiso político, en su obra, es una cosa más compleja... Es una práctica visual mucho más sofisticada que la de otros artistas como Eduardo Arroyo, que hace una parodia de los 25 Años de Paz franquista, muy evidente. La obra de Tàpies es como un manifiesto, no un simple ejercicio estético. A Montserrat Roig, en una entrevista, le dijo que cualquier raya de sus cuadros transportaba catalanidad y compromiso político. Es muy diferente que lo que esperamos hoy en día del arte.

La catalanidad aflora por todas partes en la obra de Tàpies

¿Cómo marca la catalanidad la obra de Tàpies?

C.G. Aflora por todas partes, incluso en algunas de las obras que parecen que no son las más políticas. En uno de sus cuadros, cuando lo hemos estudiado en detalle, hemos encontrado una inscripción de "Visca Catalunya", que más tarde había sido parcialmente borrada...

X.A. En el extranjero, la catalanidad de Tàpies se lee de forma muy explícita y muy clara. En una entrevista aLe Monde, Tàpies ya subrayaba el carácter catalanista que singularizaba su antifranquismo. Y eso en España fue menospreciado. Sólo Gimferrer, más tarde, vinculará la actitud de Tàpies con el catalanismo. En España se le vincula más al antifranquismo político. La catalanidad de Tàpies en cierta medida inquieta a sus compañeros de viaje; algunos comunistas del Estado español se sienten molestos por un catalanismo muy fuerte, que está en la base de su compromiso político. Tàpies entiende el catalanismo como la pasión de la libertad, como lo hacía Lluís Nicolau d'Olwer. Vincula lucha nacional con lucha social.

Antoni Tàpies, Azul con cuatro barras rojas. 1966. Pintura sobre tela. 171 × 195 cm. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.

¿Algún ejemplo de la obra política de Tàpies?

X.A. Yo pondría como ejemplo Azul con cuatro bandas rojas, una obra extraordinaria de 1966 que ahora está en el Reina Sofía. Las cuatro barras son un detalle en el cuadro, pero no lo son si pensamos que es el año de la Capuchinada, cuando el compromiso de Tàpies por la defensa de las libertades y la democracia se afirma. La Capuchinada es el primer acto antifranquista en qué Tàpies participa. Las cuatro barras, en el cuadro, son un grito de protesta. La exhibición de una senyera, en 1966, todavía comporta prisión. Por eso titula el cuadro Cuatro barras a secas, y no La senyera... Y cuando la revista Cavall Fort, en la misma época, le pide una portada, vuelve a representar las cuatro barras con una deconstrucción figurativa del caballo de Sant Jordi. Aquel mismo 1966, la editorial Aymà le pide su opinión sobre la política del país para un libro colectivo y le pasa un cuestionario. Tàpies lo responderá, pero no lo envía y no se publica, pero dice cosas muy potentes, como "El problema catalán no existe, lo que hay es un problema español". Y reivindica prácticamente el derecho a la autodeterminación.

Antoni Tàpies, El toro. 1951. Óleo sobre tela, 97 × 130 cm. Colección particular.

¿Y qué obra propondría usted?

C.G. Yo, por ejemplo, me fijaría en El toro, una obra temprana, de 1951. Los toros que pinta Tàpies, los pinta cuando lee a García Lorca, a Alberti... Tàpies hace su ejercicio para repensar a España. Con esta iconografía de los años 50 recurre a un toro extraño, un toro asirio, pero vinculado al mismo tiempo a la españolidad.

 

Imagen de portada: Antoni Tàpies, Espíritu catalán. 1971. Procedimiento mixto sobre madera. 200 × 275,3 cm. Museo de la Universidad de Navarra, Pamplona.