Antònia Jaume, actriz mallorquina, vuelve a sorprender con una grandísima actuación. La crítica así lo avala, esta, y una vez más, con Al contrari!, una obra de Lluïsa Cunillé (la dramaturga badalonesa que mereció el premio Born de Teatro, el mejor dotado en el Estado, con El gos) dirigida por Albert Arribas, uno de los nombres más relevantes de las artes escénicas en nuestro país los últimos años. Comparte escenario con Berta Giraut escenificando las tribulaciones de una directora de teatro que vive en una sala cerrada por la crisis económica. Esta obra reabre la Sala Atrium después de meses con el telón bajado por reformas. Sin que hayan acabado, la temporada empieza ahora en enero, y hasta junio se escenificarán textos de Pier Paolo Pasolini, Caryl Churchill i Heine Müller. Autores contemporáneos del repertorio europeo.
Antònia, te has hecho conocida para ser la protagonista de L’agafam si pots en IB3
Sí. Y ahora estamos haciendo unas audiencias altísimas, un 10% de share, cuando la cadena, por término medio, hace un 5%. En junio de 2021 Llum Barrera me dijo que terminaba. Somos muy amigas, y al saberlo me presenté al casting, y me cogieron. Eso me ha dado mucha estabilidad. Los últimos años había compaginado la enseñanza de teatro en varias escuelas, con funciones y muchas otras cosas.
¿Dónde te formas como actriz?
En casa no querían que fuera actriz. Estudié periodismo, en la Autónoma. Tenía de compañeros de clase a David Selvas, Luz Barrera, Santi Villas... Más adelante, me apunté a la aula de teatro de la universidad. Y a partir de aquí iba ganando dinero para formarme. Cursos con Txiki Berraondo, la gran maestra, el Obrador de la Beckett, fui a Argentina... No he tenido una sola escuela.
Participaste del fenómeno Mort de dama de Llorenç Villalonga en el TNC.
Sí, fue todo un fenómeno. Ahora hace 13 años de aquello. Una obra en mallorquín en el TNC con todas las entradas agotadas. Una adaptación de March Rosich, Rafel Duran... Una obra que habla de una aristocracia en decadencia, y es muy cierto que a las Baleares todo ha llegado siempre en decadencia. Y Llorenç Villalonga lo plasmó maravillosamente. Uno obra en un registro teatral similar al sainete y la farsa, que también es muy mallorquín. Y por eso gustó tanto.
Una persona muy importante en tu trayectoria ha sido el dramaturgo Albert Arribas, con quien ahora has vuelto a coincidir en Al contrari!. ¿Cómo llegaste a él?
Fui de público a Moro com a país en el Teatre Nacional. Un monólogo que hizo la Màrcia Cisteró en el 2013. Y lo quise conocer enseguida. Le dije que quería trabajar con él. Y poco después me llamó para hacer F.R.A.U., un montaje de más de 7 horas. Nos entendemos muy bien. Los últimos años he trabajado en El jardí, Beuarra y ahora Al contrari!.
Muchas veces necesito detenerme, y pensar que cada ensayo es ir a la escuela. Soy heredera de muchas cosas...
Su productora, Centaure Produccions, hace proyectos singulares.
Trabajamos muchas veces desde el desconcierto y no tenemos nunca nada que perder. Ahora, porque trabajamos con la magia de Lluïsa Cunillé. Yo no lo sé hacer. Muchas veces necesito detenerme, y pensar que cada ensayo es ir a la escuela. Soy heredera de muchas cosas... Piensa que me viene de familia. Mi abuelo era glosador, y eso me sirve mucho para encarar una actitud que me exige el hecho escénico de forma completa. Pero siempre tengo ganas de hacerlo, porque el viaje es muy gratificante.
Y muchas veces incomprendido.
Ahora hablamos desde un resultado. En El jardí nos pasó. Hay una frase de Beckett que siempre pienso: "fracasa cuanto antes mejor". En F.R.A.U. hicimos una previa con un crítico, y recuerdo que se horrorizó. Y nosotros lo sufrimos y mucho. Y recuerdo que el director, Albert Arribas, nos dijo que nos teníamos que proteger. Haciendo estas obras, nosotros, los actores, nos tenemos que proteger. Los compañeros cuando salen de vernos, nos dan el pésame por lo que exige hacer una función de estas características.
Los compañeros cuando salen de vernos, nos dan el pésame por lo que exige hacer una función de estas características
¿Y por qué lo haces?
Porque no solo se hace teatro para querer gustar siempre. Estos montajes nos exigen una profundidad actoral muy grande. Cuesta muchísimo. Y cuesta también asumir que lo que haces no gusta. También es cierto que hay auténticos fans de esto que hacemos.
En Al contrari! haces de directora de un teatro municipal.
Es una obra pensada para un teatro grande, con muchos hilos, y muchas subtramas. A veces preguntamos cosas a Lluïsa Cunillé y no nos responde nunca, no nos quiere resolver quién es este director de un teatro municipal, quiénes son los otros... Yo he trabajado mucho con la idea de una pesadilla y de toda una serie de fantasmas que me visitan. La obra es una crítica al mundo del espectáculo y qué lo rodea.
No solo se hace teatro para querer gustar siempre
Desde el minuto uno vemos a una directora desmontarse emocionalmente. ¿Cómo se hace?
Desmontándome antes de la función. Son obras muy duras, es cierto. A veces le pido al director: "Puedo no hacerla bien, hoy?". Es dolorosísima de principio a final. Es una profesión durísima y muchas cosas resuenan en mi día a día. Por lo tanto, como decía antes, necesito protegerme, también. Y todo eso con unos sueldos muy precarios.
En todas las obras hablas mallorquín.
Albert Arribas defiende, como Xavier Albertí, que tenemos que poder representar los acentos maravillosos que tiene el catalán. Y Albert defiende que mi genuinidad sale más en mallorquín. Al principio, me enfadé mucho. Recuerdo, estudiando periodismo, a una profesora que no citaré nunca el nombre, muy famosa. Ella, de los primeros días a la Autónoma, me advirtió que hablando mallorquín no encontraría trabajo. Y me ha pasado mucho. Muchas veces me han dicho que no podría hacer Shakespeare, porque no podía ser que una reina inglesa hablara mallorquín. Ahora es una cosa natural. Al contari! ha facilitado definir a los personajes. Eso es una herramienta muy importante para el lucimiento actoral, y eso es importante.