Este jueves ha empezado una nueva edición, la 31, del festival Sónar. Tres días de música experimental, bailes y felicidad elevada al máximo exponente. Estos son los apuntes mentales de la jornada inaugural que he tomado para escribir una crónica que no sé si alguna vez llegaré a redactar.

Apuntes para la crónica de la primera jornada del Sónar

-El primer dolor de cabeza del día, tan solo levantarme, ha sido la vestimenta. Hoy empieza el Sónar y no puedes ir de cualquier manera. Allí todo el mundo es joven, moderno y guapo.

-En el metro, de la redacción hacia la Feria de Montjuïc, los reconoces. Entre las muchas personas que habitan en el vagón, los puedes identificar. Son la familia Sónar. Se les nota en la cara. Lo ves por cómo visten. Lo deduces porque... son jóvenes, modernos y guapos.

-Son sobre las tres y media. En el Village pincha Rumbler. Lo admito, no sé quién es. Lo reconozco, cuando vaya a dormir habré olvidado completamente su existencia.

-El Sónar es el festival que más mola de todos los que se hacen y deshacen en Barcelona. Pero la cerveza es tan cara como en todo el resto: 6 euros.

-En el Sónar siempre sufro de dislexia escénica, vaya que me confundo con los escenarios. Quería ver a Meritxell de Soto en el SonarPark y he acabado viendo la Bikôkô en el SonarHall. No sé si he ganado o he perdido, pero la barcelonesa establecida en Londres me ha más que gustado con su neo-soul de rítmica africana. Quiero volver a verla.

C.O.U., psicodelia sideral para la hora de la siesta / Foto: Carlos Baglietto

-El Sónar es un campo de smileys. Todo el mundo sonríe, siempre. El Sónar es felicidad.

-Primera flipamenta, C.O.U. Todo y que el tipo que se sienta a mi lado en el auditorio del Complex +D donde actúan se ha dormido (creo que incluso ronca, debe ser que es a hora de la siesta y debe haber dormido poco) el supergrupo catalán se marca un bolo mucho más que notable de psicodelia lisérgica y sideral. Ojalá el proyecto vaya a más.

-A las 16h no hay cola en los lavabos delante del Sónar Park. A las 18h la cosa ya se complica. A las 20h más vale que puedas aguantarte las ganas de orinar.

-Veo a PabloPablo y no puedo evitar ver a su padre cuando canta aquello de "Todo lo fotografiamos, Minuciosamente registramos, Nuestras vidas al segundo, Pero no me quejo, Porque acabo de encontrar aquella foto, Del día en que estrenaste el mundo, oh, oh, mmm". A mi lado se lo miran un grupo de chicos embelesados. Uno afirma que "es una maravilla, es una delicia". No seré hiperbólico en mis elogios, pero tampoco les llevaré mucho la contraria.

-Poca gente famosa me he cruzado hoy por Montjuïc. De menos a más: Guillem Roma (no sé qué hace aquí), Ramon Mirabet (no sé qué hace aquí), Oriol Pla (él puede estar donde le dé la gana).

PabloPablo, de tal padre, tal hijo / Foto: Carlos Baglietto

-Judeline: la Rosalía ha hecho mucho bien, también ha hecho mucho daño. Interpretadlo como queráis. La Juieta es mejor y este año tendría que haber estado en el cartel.

-El Sónar es el festival más transversal y esta es una de sus principales virtudes: todo el mundo, desde adolescentes con aspiraciones a cantantes de trap viviendo su primer gran festival, a abuelos con ganas de experiencias extraordinarias, es bienvenido. 

-Consejo, si os aburrís volvad al SonarVillage, estará pinchando a alguien que no conocéis, pero que durante un rato se convertirá en vuestro artista favorito de siempre. Mi particular revelación de esta primera jornada ha sido Olof Dreijer & Diva Cruz. Él fue 50% de The Knife. Ella una percusionista colombiana que es pura euforia y adrenalina. Junts exploran los límites de la confluencia entre el techno y el house con las percusiones latinas. Brutales.

-En esta primera jornada, el Sónar de día huele a marihuana. Mucho olor de mariahuana.

Judeline: Rosalía ha hecho mucho daño / Foto: Carlos Baglietto

-¥ØU$UK€ ¥UK1MAT$U no solo tiene el nombre más cool de todo el cartel de Sónar, sino que protagoniza la sesión más excitante y estimulante de la primera jornada.

-Una chica me da un cigarro y sonríe. Su amigo me dice: "Así es la vida". Yo le contesto: "Así es el Sónar". Y después, aunque cada año me prometo que no lo haré, me pierdo, me pierd, me pier, me pie, me pi, me p... Hasta mañana.