El arquitecto, urbanista y teórico japonés Arata Isozaki, de 87 años, fue galardonado con el Premio Pritzker 2019, el principal galardón de arquitectura del mundo, por una obra “que supera el marco de la arquitectura para plantear cuestiones que trascienden eras y fronteras”, según el fallo del jurado, anunciado hoy en Chicago. Arata Isozaki es el autor del Palau Sant Jordi de Barcelona, creado para los Juegos Olímpicos de 1992.
Considerado un visionario por sus colegas, Isozaki siempre se ha enfrentado a su labor como arquitecto con un “profundo compromiso con el arte del espacio” y con una “precisión y destreza” demostradas en “las técnicas de construcción, en la interpretación de la ubicación y el contexto y en la intencionalidad de los detalles”, señala el fallo.
“Posee un profundo conocimiento de la teoría y la historia de la arquitectura y abraza la vanguardia. No se limita a replicar el 'statu quo', sino que su búsqueda del significado de la arquitectura se refleja en sus edificios, que desafían categorizaciones estilísticas, están en constante evolución y tienen siempre frescura en su enfoque”, agrega.
Nacido en Oita, en la isla de Kyushu (sur), en 1931, Isozaki empezó a destacar como arquitecto durante la reconstrucción de Japón tras la Segunda Guerra Mundial.
Es un arquitecto versátil e influyente y desde sus primeros trabajos, en la década de los sesenta, se convirtió en el primer arquitecto japonés en forjar una “relación profunda y duradera entre Oriente y Occidente”, señaló el jurado, presidido por el juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos Stephen Breyer.
Con más de cinco décadas de trabajo y un centenar de edificios construidos, la obra de Isozaki ha tenido un gran impacto en el mundo de la arquitectura, al que ha contribuido además con numerosas obras teóricas, exposiciones y conferencias.
La heterogeneidad es una de las características de una obra que va desde la reinterpretación de la tradición a la más alta tecnología, como demostró desde su primeros diseños, como la Ciudad en el aire que proyectó en 1961, con la que pretendía racionalizar el caos de Tokio a través de una ordenación vertical, con edificios inspirados en los árboles.
Algunas de sus obras más destacadas son la Biblioteca Central de Kitakyushu (1974) i el Museo de Arte Moderno de Gunma, inaugurado en 1974, una clara estructura cúbica que refleja su fascinación por el vacío y la cuadrícula.
En Estados Unidos es conocido por el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (1986) y la sede de Disney en Florida (1991), mientras que en Europa destaca el Palacio Sant Jordi, que diseñó para los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 y el museo interactivo Domus de La Coruña.
También en Barcelona, Isozaki participó en la rehabilitación del edificio industrial modernista para construir el CaixaForum. Aquí Isozaki participó en la construcción de la plaza de acceso y de la zona de recepción, donde trató de aunar modernismo y contemporeneidad. Frente a la fachada principal se alza una estructura monumental en forma de árbol metálico. Al pie de esta estructura en forma de árboles gemelos (de 7,5 metros de altura) que soportan una enorme cubierta de vidrio transparente (de 225 m 2 de superficie) parten las escaleras mecánicas y el ascensor de entrada.
En China Isozaki ha realizado el CAFA (Museo de Arte de la Academia Central de Bellas Artes de Pekín), inaugurado en 2008, y el Centro Cultural de Shenzhen, de 2007.
En los últimos años y pese a su avanzada edad ha demostrado “un extraordinario dinamismo” con obras como el Centro de Convenciones de Qatar (2011) o la espectacular sala de conciertos inflable Ark Nova, diseñada en 2013 junto al artista indio Anish Kapoor, destinada a regiones de Japón afectadas por el tsunami de 2011.
Una de sus últimas obras es la Torre Allianz, que abrió sus puertas en Milán en 2018.
Todos estos edificios hacen de él una de las figuras más influyentes de la arquitectura mundial contemporánea por su constante experimentación, sin miedo a los cambios y a las nuevas ideas.
“Su arquitectura descansa en un profundo entendimiento, no solo de la arquitectura sino también de la filosofía, la historia y la cultura”, además de ser “un ejemplo de generosidad” por su apoyo a otros arquitectos, destaca un comunicado de la Fundación Hyatt, que concede el Pritzker.
Isozaki sustituye en la nómina del Pritzker al indio Balkrishna Doshi, premiado el año pasado por una arquitectura que integra pragmatismo y humanismo. En 2017 este galardón recayó en Rafael Aranda (1961), Carme Pigem (1962) i Ramon Vilalta (1960), de RCRarquitectes, un estudio de Olot, autor de obras como la Biblioteca de Sant Antoni en Barcelona o el restaurante Les Cols de Olot.
El jurado de este año estaba compuesto, además de por Breyer, por los arquitectos Richard Rogers (Reino Unido), Pritzker 2007; Benedetta Tagliabue (Italia); Kazuyo Sejima (Japón), Pritzker 2010; Wang Shu (China), Pritzker 2012 y Ratan N. Tata (India). También estaban integrados en él el embajador de Brasil en Japón y crítico de arquitectura, André Aranha Corrêa do Lago, y la estadounidense Martha Thorne, directora ejecutiva del premio y decana de la Escuela de Arquitectura y Diseño IE, de Madrid.
Isozaki recibirá un premio en metálico de 100.000 dólares, un certificado y un medallón de bronce en cuyo reverso hay grabadas tres palabras: "firmitas, utilitas, venustas" (firmeza, belleza y utilidad), los principios fundamentales de la arquitectura de Vitruvio.
Foto de portada: Arata Isozaki. Efe.