Menos de una semana después de incorporarse al catálogo de Netflix, Archivo 81 ya se encuentra entre las series más vistas de la plataforma. A la mayoría de ficciones les cuesta más llegar hasta ahí cuando no son nuevas temporadas o títulos muy esperados, pero la obra de Rebecca Sonnenshine se ha convertido enseguida en un éxito. El motivo es bien sencillo: es una serie que engancha. De aquellas que no puedes dejar de mirar porque necesitas saber la respuesta a todas las preguntas, y una vez las tienes, estas te llevan a nuevas preguntas, y así sucesivamente en un contexto de inquietud constante que te mantiene lleno de tensión al margen de la silla.

Un trabajo sospechoso

Dan Turner es un experto en restauración de cintas que recibe una oferta de trabajo bastante sospechosa: recuperar el metraje estropeado de un incendio en el edificio Visser del año 1994 desde una casa en medio de la nada. El metraje en cuestión es obra de Melody Pendras, una estudiante de posgrado que llega al complejo de apartamentos para realizar la historia oral. Es a través de su cámara que vamos conociendo a los vecinos y los misterios de este extraño edificio, a la vez que Dan descubrirá la conexión que tiene.

Las referencias de la serie van dirigidas al terror clásico. / Netflix

Así pues, seguimos dos líneas temporales diferentes pero interconectadas que recuerda a la estructura utilizada por Sam Esmail en Homecoming, con quien también comparte el hecho de ser una adaptación de un podcast. La mayoría de referencias que encontramos en Archivo 81, sin embargo, van más dirigidas hacia el terror clásico, con paralelismos con El Resplandor al tener a Dan aislado en una casa donde empieza a perder la cabeza o con el uso del punto de vista de la cámara de un personaje, habitual en el género.

Llenar los huecos de la memoria

Estas referencias cinematográficas no son totalmente gratuitas, sino que se suman a la idea principal de la serie: la materialización de la memoria a partir de las imágenes. Ya sea a través de la grabación, como Melody, o de la restauración, como Dan, los dos protagonistas están obsesionados con mantener los recuerdos en formato material a causa de los traumas que sufrieron de niños: el abandono de su madre por parte de ella y la muerte de la familia por parte de él.

El borroso recuerdo que tienen de aquellos hechos es lo que les genera terror. Aquello que desconocen porque no tienen imágenes, vacíos de la memoria que buscan llenar de manera desesperada - el objetivo real de Melody en el Visser es encontrar a su madre -, de la misma manera que la serie genera el terror a partir de aquello que no enseña y genera gran angustia a unos espectadores que, igual que los protagonistas, quieren llenar estos agujeros.

Mejor el viaje que el destino

Archivo 81, pues, luce especialmente en el planteamiento de los misterios inquietantes a través de la ocultación de información, mientras que cuando ofrece respuestas, cuando llena los huecos, no siempre consigue hacerlo de forma tan satisfactoria. Es, por lo tanto, una serie dónde disfrutar más del camino que del destino, teniendo en cuenta que el primero siempre es más importante que el segundo.

Además, en este camino te acompañan Dina Shihabi y Mamoudou Athie en los papeles principales con unas interpretaciones llenas de ternura que hacen todavía más angustiantes los terrores que les toca vivir. Un horror que es recomendable mirar con la luz abierta y, si puede ser, acompañado.