Arnau Gonzàlez i Vilalta es profesor de Historia Moderna y Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona. Es autor de libros como El catalanisme davant el feixisme (con Ucelay-Da Cal y X.M. Núñez Seixas). Acaba de publicar Procés català, classe mitjana i crisi europea (editorial Gregal), un intento de interpretación del procés en clave europea e internacional.
¿Por qué interpreta el procés como parte de una crisis general europea?
Cuando empieza la crisis, en 2007, se empieza a romper la herencia de la guerra fría. Las reacciones que empieza a haber como respuesta al cataclismo económico, constituyen, básicamente, una reacción de las clases medias, que son las que han permitido un periodo de paz inaudito en parte de la Europa occidental. En Catalunya toda conflictividad social acaba, siempre, vinculándose a una cuestión no resuelta: el estatus nacional. Hay quien plantea que la independencia es una de las únicas maneras para resolver para evitar la crisis.... En el caso catalán las clases medias han tomado un elemento preexistente, un conflicto latente, pero reflejan una tensión común a todas las clases medias europeas.
Los catalanes no somos ni tan maravillosos ni tan particulares...
¿Se puede entender el procés sin contextualizarlo en el marco europeo?
No se puede entender ni el procés, ni la historia de Catalunya, ni la de ningún país europeo. Nos hemos empeñado en encerrar demasiado nuestra realidad en una esfera, como si no tuviera contactos con el resto. No se puede entender lo que ha pasado aquí desde 2012 sin tener en cuenta el contexto europeo y mundial. No somos ni tan maravillosos ni tan particulares... La realidad local tiene características propias, pero bebe y se contamina de fenómenos más amplios.
¿El procés tendría, pues, conexiones con el populismo que cada vez se extiende más por el mundo?
En el mundo occidental no hay proyectos de fondo del centro hacia la izquierda; en cambio, sí que hay de la derecha: proyectos conservadores y autoritarios. Y como no encuentran alternativas, los sectores de centro y de izquierdas buscan respuestas simples a preguntas complejas. El procés se acerca a ser una respuesta fácil a un tema complejo. Pero yo diría que no es un movimiento populista. No somos la versión catalana de Salvini, Trump o Bolsonaro. Es una respuesta diferente a un proceso de complejidad extrema, en el que los gobiernos no quieren resolver los problemas, y los gestionan desde la pasividad. Lo que hace el procés es coger un problema latente y lo convierte en una herramienta de transformación social que no sabe exactamente hacia donde va. Es una forma de responder a los problemas sociales. Si Catalunya se separa de España, abres muchas cuestiones que no se sabe como saldrán. Es por eso que el centro derecha catalán ha tenido miedo a esto.
Las clases medias suelen ser poco arriesgadas... La inestabilidad genera miedo
¿Puede haber independencia sin revolución?
El mundo está cargado de problemas de grandes dimensiones. A nivel de Estado español, veo muy difícil que haya una secesión pacífica, negociada y poco traumática. En 2017 hubo un inicio de insurrección popular que se abortó... Las clases medias suelen ser poco arriesgadas... La inestabilidad genera miedo, no sólo de las élites políticas, sino también de las clases medias, que creen que tienen más a perder que a ganar....
En Procés català, classe mitjana i crisi europea apunta que uno de los problemas del soberanismo es que en Catalunya no hay la cohesión de que algunos presumían...
Sí, soy muy crítico con la cuestión de un solo pueblo. No es cierto. Hubo esfuerzos loables de crear un proceso nacionalitzador integrador. Pero el pujolismo nos explicó una realidad, que quería que fuera así, pero que no se ha traducido de verdad en la confirmación de una sociedad de un solo pueblo. Desde mi punto de vista que nazca aquí Ciudadanos a principio de los 2000, cuando nace UPD en el País Vasco, revela que la dinámica del pujolismo se ha quebrado... Pero se nos ha ido explicando una y otra vez que no había problema, que todo iba muy bien, a nivel lingüístico, a nivel escolar... Y eso no era así. Afrontar este conflicto entre las dos realidades y los grises que hay por el medio no le gusta a nadie. Y desde el inicio del procés es obvio que hay castellanohablantes independentistas, y catalanes, con 8 apellidos catalanes, como Josep Bou, que son españolistas, pero también hay una alineación de los colectivos... Una alienación que es normal, porque la sociedad catalana tiene una doble identidad (o más que doble).
Muchos catalanohablantes tienen la sensación que es la única oportunidad para salvar una cultura, una cosmovisión...
¿Eso genera tensiones?
Estamos en el contexto de unas sociedades europeas y mundiales cada vez más complejas, y cada vez más complejas identitariamente. Cada vez es más difícil plantearse quién es quién, y en la sociedad catalana eso todavía es más complicado... Tenemos una sociedad en la que la gente no se dispara por la calle, pero donde hay un debate candente sobre lo que se quiere ser y lo que no se quiere ser.... Muchos catalanohablantes tienen la sensación de que es la única oportunidad para salvar una cultura, una cosmovisión... Y a nadie le hace ilusión desaparecer como cultura.
Muchos catalanes se han sentido decepcionados con la posición de Europa. ¿Porque?
Se hace difícil que desde los Estados europeos haya ninguna solidaridad activa con el independentismo: porque ya tienen sus problemas, pero también porque la UE ha fracasado, no tiene ningún proyecto político. Desde los grandes estados no quieren que se desmantele un estado provocando un efecto en cadena... Es obvio que a Francia no le hace ninguna gracia la ruptura de su vecino del Sur.
Es una ilusión creer que una influencia exterior nos salvará de algo
¿La pertenencia a Europa no ha protegido a los catalanes?
Esta idea de que Europa es un paraguas protector es relativa. Es obvio que España podría haber actuado en Catalunya de forma mucho más dura si hubiera estado fuera de Europa. Pero hay estados europeos que están lejos de ser completamente democráticos, como Hungría... Es una ilusión creer que una influencia exterior nos salvará de algo. No encontrarás aliados si no haces actos concretos que obliguen a la gente a tomar una decisión. Y hasta ahora el independentismo no los ha hecho.
¿Da por enterrado el pujolismo?
Como modelo moral y de gestión del conflicto identitario, creo que sí... Creo que hay la percepción real de que estamos en un momento de últimas oportunidades. El procés conecta con la crisis de las élites políticas occidentales: genera una gran desconfianza hacia los partidos, incluso hacia los partidos que lideraban el procés. La gente se ha dado cuenta de que estamos ante una serie de conflictos que no sabemos ni si tienen solución. Sin violencia, pocas cosas han cambiado. La idea de que con la democracia se puede resolver todo se ha revelado falsa. Día a día se hacen patentes los límites de la democracia, con el Brexit y con las desigualdades sociales, y también con el procés catalán.
Estamos en momentos de crear nuevos escenarios aquí y en el resto del mundo
Y si ha muerto el pujolismo, ¿hacia donde va Catalunya?
Aquí si la situación no se canaliza se vivirá en una situación de frustración crónica. Y no se sabe si se puede hacer algún cambio social en algún sitio, porque los consensos han explotado... ¿Dónde nos lleva eso? De momento, por ahora, no hay una tensión física, por las calles. Estamos en momentos de crear nuevos escenarios aquí y en el resto del mundo. Pero no tenemos modelos de hacia donde vamos, en ningún sitio del mundo.
En su libro asegura que la democracia está en retroceso, en Catalunya, y en el mundo
El procés catalán y el 1 de octubre suponían un intento de cuestionar cosas importantes, y eso no gusta ni a las élites políticas ni a las económicas. Las élites, de centro y de derecha, cuestionan que la masa tenga que tomar decisiones trascendentes: no les gusta lo que decidieron con el Brexit, no les gusta lo que opinaron sobre los acuerdos de paz de Colombia... No les parece bien que los ciudadanos decidan sobre nada. El 1 de octubre, como cualquier referéndum, no gustó en Europa, porque pone en manos de la ciudadanía problemas que los gobernantes no quieren gestionar por su complejidad. La democracia se está encogiendo...
El procés ha estado vinculado a un debate superficial que no ha querido abordar conflictos profundos
¿Los intelectuales han jugado el papel que les correspondía durante el procés?
Estamos en un momento de cambio sociocultural, de final real de la guerra fría y cada vez se nota más un vacío a la hora de crear proyectos políticos, sociales y culturales. La intelectualidad en el procés catalán ha tenido poca trascendencia. Eso en parte es positivo, porque demuestra que buena parte de la sociedad tiene posicionamiento propio, pero si eso ha pasado es porque la intelectualidad, en Catalunya y en España (y en Europa) está desaparecida... Hay debates sobre si todavía tiene que tener trascendencia. El procés no ha estado basado en grandes reflexiones de fondo; y eso ha provocado carencias, sobre todo al llegar a los momentos culminantes y no saber plantear debates profundos. El procés ha estado vinculado a un debate superficial que no ha querido abordar conflictos profundos de difícil solución
¿Cree que la información de los medios de comunicación sobre el procés ha ayudado a la reflexión?
No. No han ayudado a crear un proyecto colectivo, ni los medios, ni la clase política catalana (y tampoco la española). Cuando hay un conflicto de esta magnitud es difícil que haya una reflexión serena. Los medios de comunicación hacen lo que pueden y sobreviven como pueden para intentar vender diarios y tener más audiencia. Pero les cuesta encontrar el punto de reflexión tranquila, eso, ahora, es difícil... Los medios se han visto superados por las redes sociales, y probablemente ya no tienen la capacidad de controlar el discurso político como hace 15 años. Antes, las élites controlaban el debate político, ahora ya no pueden controlarlo.
Resuelve el libro en 120 páginas en letra grande. ¿No había más a decir sobre el tema?
Es corto porque era una conferencia... Pero creo que no había que escribir más, para lo que quería decir. Procés polític, classe mitjana i crisi europea está escrito en un momento de miedos de todo tipo... Estamos en un momento de transición a un nuevo modelo social, político, cultural... Todo el mundo tiene miedo y nadie quiere incrementarla con escenarios que no sabemos hacia donde van. Había la idea de que Europa tenía que asegurar la paz para siempre y garantizar el estado del bienestar eternamente, pero eso se ha visto que es falso...