Este artículo sería impensable hace unos años atrás. No demasiados, en realidad. De hecho, no sólo sería imposible sino que para escribirlo me podrían encarcelar, cerrar en un manicomio hasta que me meara encima o, directamente, asfixiarme con una bolsa de plástico al salir de la redacción. ¿Fuerte, verdad? Lo que ahora nos parece una absoluta bestialidad antes era normal: cualquier personalidad disidente era una enfermedad y quien hablaba (yo, en este caso), hijas del diablo y traidores del sistema, todas personas despreciables que había que borrar del mapa. Estaremos de acuerdo que la cultura es la vía clave donde las ideas conservadoras sobreviven y se perpetúan, pero también es el espacio donde se han generado las auténticas revoluciones. Como la que permite que hoy estemos hablando de identidades de género sin riesgo de terminar bajo tierra.
Si el arte tradicionalmente ha sido dicotomizado entre masculino y femenino, las artistas no binarias ya se han cansado de esconderse tras las cortinas mientras otros bailan, cantan o escriben en su nombre. No se reconocen ni en el género masculino ni en el femenino, ni con la construcción social que impone las características válidas de un hombre o una mujer. "Una persona no binaria no es una persona que está en medio de los dos géneros sino una persona que huye del género", aclara Bonitx, el alter ego artístico de Edu Rubix. A finales de abril publicó su primer álbum, un proyecto musical pop editado por la discográfica El Genio Equivocado donde se presenta públicamente como persona no binaria.
Ella (o en neutro no aceptado elle, nunca él) siempre se había sentido incómoda con la identidad que le habían asignado al nacer; hace sólo dos años pudo reflejarse con el colectivo no binario gracias a una charla de Paul B.Preciado, filósofo transgénero y pensador de la teoría queer. Hasta que no encontró este concepto no perdió el miedo a maquillarse en público pero reivindica que ser una persona disidente no es sólo pintarse los ojos; "se trata de gestionar de otra manera tus relaciones afectivas y de replantearte qué puedes hacer para cambiar las estructuras de poder del sistema patriarcal". Para la cantante, la música es el espacio seguro donde deconstruirse.
La irrupción disidente en la cultura mainstream
A partir de hits como Algo que cambie, Sin ti o Femme, Bonitx se atreve a hablar de la hostilidad, el abandono emocional y el rechazo que tienen que soportar las personas disidentes. Lo hace en el marco de la sonoridad mainstream porque quiere acercarse a la gente. "Si te quedas con una propuesta muy altiva que sólo puede entender a tu colectivo no sirve de nada; la música es política y la gente tiene que entender que este tipo de vivencias son universales". La cantante no binaria pertenece a una hornada de artistas que empieza a romper el estatus quo desde dentro; personalidades como la cantante Demi Lovato, el actor Elliot Page o la escritora Marieke Lucas Rijneveld se han identificado reciente y públicamente como no binarias, desafiando la dualidad tradicional entre hombre y mujer en un contexto mediático ultra politizado. También algunas series empiezan a naturalizar esta disidencia de género sin poner el acento en la temática. Es el caso de Feel Good, dirigida y protagonizada por la comediante Mae Martin, que el pasado abril publicó que se consideraba no binaria en Instagram. Hoy, justamente, se estrena la segunda temporada en Netflix y verla vale mucho la pena.
No hay duda que la liberación de estas artistas es una bomba de visibilización mundial que impulsa el no binarismo y lo reproduce a gran escala de forma inmediata, haciendo que la representación de personas no binarias en la cultura mainstream crezca – y también promoviendo que se conozca su significado. Tanto para el colectivo como para el resto de almas implicadas en la eliminación de tabúes es importante que se expanda esta idea, pero también deberíamos pensar que la transformación real reside en empezar a impulsar las carreras artísticas de personas que salen de la norma y dejar de centrarnos tanto en ver a las mismas personas haciendo cosas diferentes. Bonitx dixit.
Cuando Bad Bunny se pinta las uñas no está desafiando la masculinidad hegemónica
¿Y hasta qué punto la cultura de masas se aprovecha de esta lucha? La cantante también denuncia que hay acciones concretas de algunos artistas que se apropian de un discurso que no les pertenece y que generan toxicidades dentro del colectivo. "Cuando Harry Styles se pone una falda o Bad Bunny se pinta las uñas no están subvirtiendo los roles de género ni desafiando las masculinidades". Estos gestos reducen la realidad de las no binarias a un componente estético y, si se señala una identidad sólo por lo visual, se olvida de que el colectivo está lleno de personas que cuidan abuelos, dan clases o trabajan en museos. "La gente no binaria o del movimiento queer no somos personas que se drogan ni somos monstruos que salen por la noche", critica.
Esta mala reputación surge de la corporalidad disidente. Sin duda la transgresión estética es lo que más impacta a los cabeza cuadradas que no ven más allá de la superficialidad física binaria: labios pintados y falda para ellas, pantalones y pelo corto para ellos. Todo lo que sale de esta norma se ve como una provocación pero solo levantan la voz como personas, exactamente igual que hacen otros artistas con su día a día sin que nos llevemos las manos a la cabeza. Bonitx pone un ejemplo muy clarificador: "Si C. Tangana hace una canción se está reivindicando como hombre en la sociedad, lo que pasa es que la gente no lo ve porque está super normalizado". Touché. Y ligado con eso, la brecha de género en el algoritmo musical es indignante. Sólo en Spotify, el 80% de las recomendaciones son de hombres cisgénero.
Crear mitologías artísticas para sobrevivir
El colectivo no binario también se ha encontrado huérfano de referentes. Eso ha hecho que gran parte del colectivo se haya tenido que crear sus propias mitologías artísticas, entendidas como aquellas personas que se pueden reinterpretar y repensar para servir de referentes a pesar de no etiquetarse como queers. Es el caso de Prince cantando estrofas como I'm not a woman, I'm not a man, I am something that you never understand en I Would die 4 U con una estética etiquetada de andrógena. O de Sly & The Family Stone, un grupo de funk interracial e intergénero de los 70, que no hablaba 100% del no binarismo pero escenificaban un paradigma no normativo dentro de la época, igual que Jackie Shane, mujer transgénero afroamericana estrella del soul y del R&B.
Para Bonitx, estos iconos musicales son un hilo de esperanza y ella utiliza la música como terapia introspectiva de supervivencia; toca la guitarra, los teclados y el bajo, ha hecho tanto la grabación como la producción del disco y ya tiene el segundo en marcha. Si el primero es la búsqueda de su propia voz, el que sigue es la emancipación como persona no binaria que "está aquí, con mi cuerpo, y puedo hacer canciones y hablar de mis desengaños amorosos siendo una persona binaria igual que el resto de la gente". A través de un estilo synth pop mezclado con reminiscencias del euro funk, su intención no es sólo levantar culos de sillas en un ambiente festivo: con sus canciones quiere hacer política y que toda la gente entienda que este tipo de vivencias pueden estar en cualquier lugar. Y sobre todo, para que nadie nunca en esta sociedad tenga miedo a sentirse identificada con sus letras.