De tan buenazo, Pepe flirtea con lo que consideramos un tontorrón de manual. Y, cuando un médico le da un diagnóstico fatal, y ante la inminencia de una muerte anunciada, decide hacer todo lo que esté en su mano para convertirse en alguien tan despreciable que nadie pueda echarle de menos. Una curiosa forma de ahorrarle sufrimiento a su familia. Esta es la premisa de la producción catalana Mala persona, una comedia, que hoy llega a las salas de cine, con espíritu de tebeo Bruguera y aires de comedia italiana de posguerra, de las que podrían haber protagonizado los Sordi, Gassman o Mastroianni. Incluso de retrato de la España de la picaresca que bien podría haber escrito el gran Rafael Azcona.

Hoy se estrena Mala persona, la nueva película protagonizada por Arturo Valls / Foto: Montse Giralt

“¡Esos referentes son palabras mayores”, admite Arturo Valls (Valencia, 1975). Él es el Pepe de la película, que llega hoy a las salas, el buenazo que pelea contra su conciencia para ser todo un malote. “No puedo ser más fan de Azcona. Y es verdad que él, con sus guiones, buscaba hacer ese retrato de las miserias del ser humano. Encontraba la risa desde el lado más dramático que las personas sufren a veces. Y eso sí está en la película, que sí hace ese retrato de cómo podemos llegar a ser, o cómo podemos aprovecharnos de los demás”.

El atractivo del lado oscuro

Efectivamente, hablar de Azcona o de las comedias de Sordi, Gassman o Mastroianni son palabras mayores. son palabras mayores. Le pegaría titularse como aquella de Bertolucci, La tragedia de un hombre ridículo, porque de eso va Mala persona. Sin ánimo de hacer comparaciones que no se aguantan, lo cierto es que el film que nos ocupa sorprende positivamente por su buen manejo del gag, por cierta intención transgresora y por la reflexión que deja sobre una sociedad que se come a cualquiera que haga bandera de la bondad.

Mala persona sorprende positivamente por su buen manejo del gag, por cierta intención transgresora y por la reflexión que deja sobre una sociedad que se come a cualquiera que haga bandera de la bondad

También por un grupo de actores inspiradísimos, con Jose Corbacho interpretando a un cura que habla abiertamente de sus fantasías sexuales (“yo de eso... mejor no opino, con la Iglesia hemos topado”, dice Valls entre risas cuando le preguntamos si lo verdaderamente transgresor es que un sacerdote lo admita), con Malena Alterio como sufrida esposa de Pepe, o con un sueltísimo Julián Villagrán en la piel de un abogado sinvergüenza que instruye al protagonista en el arte de ser un auténtico malnacido.

Arturo Valls, un buen actor haciendo de Mala persona / Foto: Montse Giralt

El lado oscuro es atractivo, quien más quien menos todo el mundo quiere asomarse a ver qué hay al otro lado

En la película, Pepe pasa de ayudar a las viejecitas a cruzar la calle a abrazar la misoginia y la xenofobia, incluso a ponerle los cuernos a su mujer (o, al menos, a intentarlo). El poder de atracción de la maldad es un misterio y una verdad indiscutible. “¡Lo que nos gustaba Tony Soprano!”, recuerda Arturo Valls: “Era fascinante porque Los Soprano humanizaba la maldad. El mismo tipo que era capaz de destrozarle la cabeza a un enemigo con un bate de béisbol, luego le veías contándole sus miserias a su psiquiatra. Sí es verdad que el lado oscuro es atractivo, quien más quien menos todo el mundo quiere asomarse a ver qué hay al otro lado, incluso a sabiendas de que no es la mejor actitud. De hecho, por ejemplo, cuando Pepe se pone un poco malote, es como que a su mujer le atrae más”, razona.

El de los chistes de la tele

Escondido tras un bigote y unos rizos falsos, Arturo Valls se maneja a la perfección en el rol de ese tipo superado por todos los lados, al que no se le da bien ni su condición natural de buenazo ni la impostada de cabronazo. El Pepe de la película demanda una composición de personaje que nuestro hombre supera con nota. Y es que, acostumbrados a verle presentando concursos como El 1%, que ahora emite Antena 3, o como el Ahora caigo que capitaneó durante una década, hay quién todavía duda del talento de Valls como actor. “A veces cuesta que te den la oportunidad de hacer otras cosas, sí. Pero justamente esos prejuicios que a veces tiene la gente con respecto a ti, yo no los tengo a la hora de aceptar un proyecto. O sea, yo me lo paso bien haciendo un concurso en Antena 3, y entiendo que mola y es divertido. Y también haciendo una peli como esta. A veces ocurre que te dicen: 'Si tú eres el de los chistes de la tele, ¿dónde vas haciendo una película?'. Claro, yo podría quedarme en eso, en hacer solo lo que la gente espera de mí, o en un acto de rebeldía, empeñarme... porque lo disfruto igual. No hay ninguna vocación de querer demostrar nada, es una cuestión de decir que si a mí como espectador me gusta este tipo de cine, ¿por qué no intentar hacerlo? Tampoco hablo de actuar para Michael Haneke, pero sí me gusta un cine independiente que no olvide al espectador, que piense en él”.

Arturo Valls, un humorista que no cree en las etiquetas / Foto: Montse Giralt

A veces cuesta que te den la oportunidad de hacer otras cosas, sí. Pero estos prejuicios que tiene la gente, yo no los tengo a la hora de aceptar un proyecto

Tanto cree en lo absurdo de las etiquetas, que Arturo Valls desempeña, dentro del mundo del cine, una faceta menos conocida por el gran público, pero interesantísima, levantando proyectos como productor que difícilmente encajarían en la imagen que tenemos de él. Y resulta que el de los chistes ha producido películas tan arriesgadas como la estupenda Los del túnel (2016) o el corto Tótem Loba (2020), que dirigió la actriz Verónica Echegui y con el que ganó el Goya. O como aquel Tiempo después (2018) que acabaría siendo el film póstumo del añorado José Luis Cuerda. “Creo que estamos en un momento dramático para la ficción. Y es que las plataformas que parecía que inicialmente iban a apostar por proyectos con personalidad, con carácter, más autorales, se están convirtiendo en un reflejo de las televisiones generalistas que solo apuestan por lo abierto, lo comercial, lo mainstream. El otro día no nos compraron un proyecto porque era demasiado especial. Y dices, ¡joder, si precisamente esto tendría que ser un valor! Es verdad que sí apuestan por autores consolidados, los Rodrigo Sorogoyen o los Alberto Rodríguez. Pero si alguien que no tiene esa trayectoria va con algo nuevo... Y claro, a mí me atrae mucho pelearme por levantar proyectos que de otra manera nunca verían la luz. Es que a lo mejor hoy no hubiera existido alguien como José Luis Cuerda, porque ahora solamente se invierte en cosas ya testadas”.

Arturo Valls durante su entrevista con Revers / Foto: Montse Giralt

Las plataformas que parecía que inicialmente iban a apostar por proyectos con personalidad, con carácter, más autorales, se están convirtiendo en un reflejo de las televisiones generalistas que solo apuestan por lo abierto, lo comercial, lo mainstream

Y ante una película que hace bandera de lo políticamente incorrecto, y cuando se repiten las voces de personajes de la farándula que dicen que hoy no se puede reír uno de nada, le preguntamos a nuestro hombre qué opina de ello: “Yo creo que todo tiene que ver con el contexto. ¿No te puedes reír de nada? Pues depende, según dónde lo hagas, según en qué foro. Pasa en esta película, claro que te puedes reír de todo, pero siempre que esté justificado. A ver, si tú llegas aquí, de repente, por el morro, y haces un chiste de homosexuales o de sordomudos, gratuitamente... ¿Qué necesidad hay de reírte con un chiste racista? Otra cosa es que ocurra en un contexto determinado. Fíjate en el fenómeno de Juan Dávila, que basa su espectáculo en reírse del diferente. Tal vez alguien con una discapacidad va al espectáculo de Dávila para que se meta con él y haga chistes sobre su discapacidad. Ese es el contexto adecuado”, remata.