La verdad es que no me lo esperaba en absoluto. Lo miras por fuera y parece uno de esos libros pensados sólo para hacer dinero, uno de esos libros de autoayuda improbable, uno de esos supuestos best-seller prematuros. Y después el título, corto, eficaz. Hacer dinero. Y piensas, claro, la mejor manera de hacer dinero es la de Teodor de Mas, pero en este supuesto negocio sólo será el autor del libro quien gane dinero. O quien saque algún provecho del intercambio. Y no, no, estábamos equivocados, yo y mis prejuicios. Estoy en condiciones de decir que aquí quien sale ganando es el lector. Que este señor del que no tenía noticia ha sido capaz de escribir un libro bueno, buenísimo, un libro bien escrito, ameno, honrado hasta límites sorprendentes, poderosamente seductor. Lleno de sensatez y de ideas útiles sobre este artefacto mental llamado economía, del que muchos dicen saberlo toso pero, a la hora de la verdad, se comportan como una secta esotérica. Fer diners no sólo me ha seducido a mí, que siempre busco libros bien escritos y que, por lo menos, no sean un plomo. Que no sean una pérdida de tiempo. Me dicen los del gremio de libros que es ya el más vendido dentro de su categoría de libro de no ficción en lengua catalana.
Lo miras por fuera y parece uno de esos libros pensados sólo para hacer dinero, uno de esos libros de autoayuda improbable, uno de esos supuestos best-seller prematuros
Ya de entrada te deja estupefacto este libro. Porque comienza como Habla, memoria de Nabokov, como Cien años de soledad de García Márquez, como Quince generaciones de una familia catalana de Martí de Riquer. Con un árbol genealógico de los antepasados del autor. Sí, el libro cuenta una poderosa historia familiar. O más bien la historia de la relación de una familia con el dinero, esos espíritus incorpóreos mucho más poderosos que los fantasmas y las psicofonías. Y que, en cambio, están mucho menos explicados que, por ejemplo, los ovnis. Para que te des cuenta, que todo está explicado allí, en el árbol familiar, en los poderosos vínculos del parentesco, en las leyes imperturbables de la genética. Y que la economía puede ser dos cosas principales y necesarias, una forma de antropología cultural, una forma comprensible de entender algo del mundo. Y lo segundo, que la economía puede ser también una forma de ordenar el pensamiento, de escribir bien, de entender y de hacerse entender. Fer diners es una indiscutible ganancia para el lector. No vende ninguna fórmula mágica ni es ningún crecepelo para que te vuelva a crecer. Es también un libro lírico, entretenido, bello de leer, firme en sus convicciones y, sobre todo, es un pequeño almacén de buen humor, de sentido del ridículo, de buen juicio. Es un canto enamorado a la cultura, a la formación, al estudio, a la necesidad de aprender algo útil. Y defiende con convicción que la cultura, contra lo que dicen los bucaneros de la economía, es la mejor inversión posible. Que la formación, la cultura humanística, es indispensable para convertirse en un individuo, para no quedar diluido en la masa.
Fer diners es una indiscutible ganancia para el lector. No vende ninguna fórmula mágica ni es ningún crecepelo para que te vuelva a crecer
De hecho esta útil aproximación a la economía doméstica a través de los impuestos, los lingotes de oro, los préstamos, el ahorro, la vivienda, el transporte, las divisas, las pensiones, y un largo etcétera de pequeñas y grandes cuestiones, es un canto enamorado al individuo y al individualismo. A la posibilidad, imprescindible para las sociedades contemporáneas, construirte a ti mismo, de acuerdo con tus propios criterios. De asegurar tu independencia personal, tu libertad individual, tu capacidad de decisión contra todas las furias del infierno. En definitiva, de vivir una vida que valga la pena ser vivida, sí, efectivamente, de eso se trata. De dejar de ser un número, un objeto en manos de fuerzas inexplicables que no entendíamos y que podían rompernos por dentro de un golpe seco. Éste es un libro importante y necesario. Sólo le encuentro un pequeño defecto. Lástima que la editorial le haya tratado tan mal. Que lo haya editado en papel malo, que haya revisado el texto por encima y no haya ayudado al autor a presentarse con mejor cara. Como vivimos en una ciudad provinciana, en lugar de corregirse y de aceptar las críticas, sé que las ignorarán. La avara povertà dei catalani es sólo eso, estupidez y mala economía. Ahorrar dónde deberías haber sido generoso. Cómo lo es esta joya de libro.