Lo supe por Pep. Yo estaba en Riba-roja d'Ebre, que este fin de semana eran fiestas. Y entonces recibí su whats: "SE HA MUERTO VINCENÇ PAGÈS JORDÀ", así, en mayúsculas, enfatizando, en un entorno comunicativo en el cual es muy complicado matizar la emotividad del contenido, la pérdida de uno de nuestros favoritos. Fue como un puñetazo a traición en la boca del estómago, de aquellos que te cogen con la guardia baja y te dejan sin aliento durante segundos que parecen minutos que parecen días. Y entonces la búsqueda en Internet intentando dar con respuestas. Puto cáncer. Y entonces ir a la barra del baile y hacer una por el mejor jugador de whist de todos los tiempos.
Un libro total
A Vicenç (me permitiréis la cordialidad?), lo descubrí en La hora del lector, un programa, maravilloso, de literatura que emitían en el Canal 33, presentado y dirigido por Emili Manzano, con una nómina de colaboradores que incluía nombres como Xavier Antich, Víctor Amela, Javier Pérez Andjuar, Marina Espasa... y claro, el entrañable Ramon Colomna y su inquietante alterego, el Doctor Tornasol. El programa lo debíamos mirar Pep y yo y tres freaks más con los que compartiríamos esta extraña enfermedad que es la pasión por la lectura. Duró cuatro temporadas, el programa. Me parece un pequeño-gran milagro.
Fue el 11 de diciembre de 2009. Manzano empezó el programa hablando de la nueva novela de Vicenç Pagès Jordà, Els jugadors de whist. De entre los muchos elogios que le cayeron, a Pagès Jordà, me quedé con el que le dedicó Amela. El de la Contra, un hombre al que entonces valía la pena escuchar, dijo que era un libro total. No necesité más para ir al día siguiente a la librería y comprármelo. Sí, era un libro total. Más que leerlo lo devoré. Desde entonces, mi lista de prioridades vitales han sido:
3. Tener un programa de radio y presentarlo como lo hace Miqui Puig con el suyo 'Pista de madera'
2. Bailar como Guillem Gisbert de los Manel cada vez que tocan en directo 'Boomerang'
1. Escribir como Vicenç Pagès Jordà
Biografía oficialista
Ahora y aquí me tocaría explicaros que Vicenç Pagès Jordà, Premio Nacional de Cultura 2014, nació en Figueres en 1963 (joder, Vicenç, por qué te has largado tan pronto!!!???) para convertirse con los años en uno de los grandes reformuladores e innovadores de la literatura catalana. Un creador de mirada inquieta que intentaba ampliar los límites de la escritura en nuestro idioma con cada una de sus obras. Las biografías oficialistas dicen que ganó la Bienal de Barcelona en 1989, reconocimiento de qué surgiría la primera referencia de su obra bibliográfica, la recopilación de cuentos Cercles d'infinites combinacions. Después, un catálogo tan largo como ecléctico como extraordinario. Buscad, leed y devorad títulos como El món d'Horaci (Empúries, 1995), Carta a la reina d'Anglaterra (Empúries, 1997), Un tramvia anomenat text (Empúries, 1998), La felicitat no és completa (Edicions 62, 2003), Dies de frontera (Proa, 2014), La música i nosaltres (Cossetània i Quaderns de la Font del Cargol, 2017), Memòria vintage: del primer home a la Lluna a Pulp Fiction (Empúries, 2020). Y con estos, dos obras que tendrían que ser materia obligada en escuelas, institutos, universidades, jardines de infancia y residencias de ancianos: Els jugadors de whist (Empúries, 2009) y Robinson (Proa, 2017). Dicen que este noviembre tenía a punto una novedad: Kennedyana, personal radiografía de la familia Kennedy. Verá la luz, en catalán y castellano, a través del editorial Navona.
Un mal jugador de whist
La vida es curiosa, caprichosa y a veces muy cabrona. A Vicenç lo entrevisté no menos de cinco veces, pero no le llegué a conocer nunca en persona. Mareado con las clases que impartía en la universidad, las colaboraciones de crítica literaria que hacía para varios medios, los libros... siempre las acabábamos haciendo por teléfono o mail. La primera vez fue en 2011, el año que me suicidé periodísticamente con un proyecto de entrevistas llamado 365 días 365 entrevistas. Nunca he tenido tantos elogios como entonces, nunca he sufrido tanto económicamente como aquel año. Diez años después, aunque fue por correo electrónico, cuando me preguntan cuáles son las mejores entrevistas que hice durante aquella aventura inviable, la respuesta siempre es la misma:
1. Quim Monzó
2. Víctor Valdés / Santi Santamaria
3. Vicenç Pagès Jordà
Más allá de contactar con él para entrevistarlo, de vez en cuando lo molestaba y le preguntaba por cuál creía que era el mejor libro de Foster Wallace o el mejor disco de The Clash. Peor todavía, le enviaba proyectos de novelas que han acabado arrinconadas en cajones y discos duros. Siempre me animó a seguir escribiendo a pesar de ser evidente que no era más que un mal jugador de whist.