La música en catalán está más viva que nunca. En los últimos años ha aparecido una nueva remesa de artistas que ha refrescado este A-B-C en el que parecía que nos habíamos atascado los últimos lustros. Nombres como Julieta, Mushkaa, Figa Flawas, The Tyets, Santa Salut, 31 Fam, Flashy Ice Cream, Maria Jaume o Maria Hein han construido una escena donde lo que prima es la diversidad, convirtiéndose así en un éxito sin precedentes que ha expandido las sonoridades, registros y géneros de nuestra música hasta conquistar los festivales que van más allá de las fronteras catalanas.
Y como negar esta realidad es imposible, lo más inteligente es sumarse a ella. Por eso, este martes TV3 estrena La banda del pati. Que no pari la música, un documental dirigido y guionizado por Dani Feixas Roca donde se intenta capturar "la esencia vibrante de la nueva escena musical en catalán y revela cómo una nueva generación de artistas ha impactado fuerte sobre el público más joven y ha llegado a la cima de las listas de éxitos en Catalunya en tiempo récord". Una pieza coral que cuenta con la aparición de 40 artistas y expertos —donde aparecen figuras como Mushkaa, Julieta, Suu, Figa Flawas, The Tyets, Santa Salut o 31 Fam, representantes de los ya consolidados Oques Grasses, Buhos, Doctor Prats, Stay Homes, La Pegatina o incluso los siempre legendarios P.A.W.N GANG, junto con aportaciones de periodistas de Enderrock o Mondo Sonoro, o personalidades como Xènia Casado— en que se genera una conversación que, a pesar de resultar distendida, muchas veces no acaba siendo tan enriquecedora como busca.
En este caso, el "más es más" no se cumple. Es un "quién es quién" de la música catalana de los últimos 20 años más que un retrato generacional. En sí el documental, que tendría que ser una pieza que nos introduce en esta nueva escena y su esencia vibrante, se convierten en gran parte en un diálogo entre presente y pasado reciente. Los supuestos protagonistas, La banda del pati —el nombre con que nos referimos a la nueva hornada, que según Pep Velasco, cantante de Figa Flawas "surgió cuando Derra hizo una playlist con el título "La banda del pati" y empezó a poner temas, que sirvieron para generar una imagen de unión de los artistas haciendo una historia nueva"— se encuentran en muchas ocasiones hablando más de los cambios que de su propio presente. Y la gran olvidada acaba siendo la música.
El documental lo aglutina todo bajo la etiqueta de pop urbano, una etiqueta que hace perder esta riqueza sonora en la que nos encontramos en la actualidad
A pesar de que una de las mayores virtudes del documental son los momentos musicales, que dejan respirar un discurso que todavía podría ser más pesado, y nos muestran momentos de gran euforia colectiva —como podría ser el concierto de Bad Gyal en el Wizink donde presentó a Mushkaa y Greta e interpretaron su tema conjunto, o uno de los vibrantes conciertos de festival de The Tyets—, se habla muy poco de los nuevos géneros donde esta nueva oleada trabaja. Si es verdad que en un momento dado se dice que están hartos de la idea de "música en catalán" como género, el documental lo aglutina todo bajo la etiqueta de pop urbano, una etiqueta que hace perder esta riqueza sonora con la que nos encontramos en la actualidad. Se habla más del hecho que el viento metal "tan nuestro", como dice Xènia Casado, se está perdiendo —aunque en ningún caso deja de sonar en fiestas mayores con Coti x Coti, por poner un ejemplo rápido— que del hecho de que ahora podemos encontrar música disco en temas como Cari de Julieta, reguetón, funk, funk carioca o aceleraciones jersey en el disco debut de Mushkaa, el synthpop de Olivia o el EDM con toques de electrolatino de Bailoteo de los tiets, o la inesperada ranchera, AURORA, de Figa Flawas.
Sin embargo, el documental trata, o menciona casi como un listado dónde hacer check, otros temas interesantes a escala sociocultural. Por ejemplo, Joan S. Luna, director de la redacción de Mondo Sonoro, apuntaba cómo la manera de narrar pasa de aquello colectivo a la individualización y las vivencias en primera persona del singular. Ligando así con el elefante en la sala: la supuesta o no despolitización de la lengua, o su uso en sí, postprocés. Posiblemente, lo que mejor hace el documental es retratar este cambio de una lengua, como es el catalán, que durante años, excepto en contadas excepciones de éxito como Manel, reducía el catalán a una lengua de alta carga política en sus mensajes. Y como en convertirla en un elemento más de creación pop, se amplía el público objetivo al que se dirige.
La banda del pati. Que no pari la música pone sobre la mesa muchos aspectos interesantes que podrían haberse explorado si se hubiera dispuesto de más tiempo. Quizás una solución habría sido crear esta pieza en formato docuserie, dejando más tiempo para que sus protagonistas digan la suya, y evitar así el formato de discurso creado a posproducción; o bien reducir la pieza a una mirada más desde la nueva generación. Sin ir más lejos, cuenta con una de las pocas entrevistas que ha concedido Mushkaa —conducida por la periodista cultural y presentadora de La Turra, Alba Riera— más allá de sus apariciones en formatos que buscan la viralidad, que queda corta y con ganas de más, como tantas otras del metraje. En general, se convierte en una cata amable de lo que podría ser una radiografía de los últimos veinticinco años de la música en catalán y que cualquiera, con o sin nociones musicales, puede disfrutar. A pesar de que si lo que se busca es un retrato en profundidad, o saciar la curiosidad de los más fans de los integrantes de esta banda del patio, este no acaba de ser el lugar.