Un canto político a Barcelona, pero sobre todo al barrio de Les Corts, a la Colònia Castells. El sociólogo y socio de La Ciutat Invisible Marc Dalmau explica en L'Expropiació de la Ciutat Popular, editado por Pol·len, la destrucción de la Colònia Castells de Barcelona, y hace un análisis de cómo opera la geografía del capital en las urbes. La barriada popular se volvió, en su tiempo, en un icono obrera de Barcelona, un espacio de comunidad, organización política y sindical, y también una colmena de supervivencia. Fue Agustí Castell quien amontonó a sus obreros en torno a la fábrica de charoles el año 1923. El empresario catalán quería que sus trabajadores estuvieran cerca del trabajo para maximizar la producción y la rentabilidad, un modelo que a finales del S. XIX y principios del S. XX se repetía en minas, fábricas textiles y muchos lugares de Barcelona. Las colonias, las colmenas, como representación del capitalismo de masas, de la mano de obra barata y de acumulación capitalista.

Dalmau analiza cómo se instala el fenómeno de la gentrificación en las ciudades y como, a partir de los años 90, la representación de estos espacios comunitarios ya no sirven en la ciudad como ente productivo y, por lo tanto, son desmantelados. Con esta eliminación de los espacios populares se borran maneras de vivir, relaciones y tejidos sociales únicos. David Harvey, Henri Lefebvre o el historiador José Luis Oyón son algunos de la inmensa lista de referentes que el autor cita a lo largo del libro. Con los grandes estudiosos, el sociólogo barcelonés hace una disertación muy esmerada de cómo se ha transformado Barcelona, una ciudad que nunca volveremos a ver si seguimos dejando que los fondos buitre y los cruasanes a cuatro euros invadan la ciudad. Porque esta rosa de fuego olía a organización, a antiguas chimeneas y hornos comunitarios, y ahora parece una fábrica de azúcar glacé donde solo encontramos sitios prefabricados. El modelo de producción de Barcelona colisiona con la vida y activa un engranaje malicioso que destruye todas sus expresiones comunitarias. ¿Quién sufre esta crisis? Pues la clase obrera, la que no se puede permitir pagar los estragos de este azúcar en los dientes, la que se alimenta de pan hecho a cuatro manos.

La Colonia revolucionaria de Les Corts: memoria de La Rosa de Foc

En medio de estos pasajes de trabajadores y trabajadoras se consolidaron corrientes de pensamiento revolucionarias de la sociedad de masas. El anarquismo y el socialismo eran las religiones de los obreros y estos torrentes revolucionarios vieron forjar a figuras como Francisco Piqueras, cenetista, nacido en Alcubierre; o Conxa Pérez, cocreadora de la Escuela Eliseu Reclús con los hermanos Carrasquer. Los de las Corts son parte de la historia de aquellas calles, guerrilleros, antifascistas. A partir de los años 60, también ocurrió un paraje de resistencias, pues las ciudadanas resistieron la presión inmobiliaria y urbanística de los diferentes gobiernos de la ciudad. Incluso durante la década de los 2000, en torno al 2007, un grupo de la Assemblea Jove de Les Corts arreglaron algunas casitas y aquel mismo verano entraron a vivir allí un tiempo. El simbolismo de la Colònia Castells, hoy día un espejismo del pasado más combativo, tiene forma de parque infantil, zonas deportivas e infraestructuras modernas. Últimamente, vecinos y vecinas de la zona han expresado su malestar denunciando que la preservación memorística del espacio es nimia. Aun así, casi una decena de casitas se mantendrán en pie.

El sociólogo barcelonés hace una disertación muy esmerada de cómo se ha transformado Barcelona, una ciudad que nunca volveremos a ver si seguimos dejando que los fondos buitre y los cruasanes a cuatro euros invadan la ciudad

Marc Dalmau, que también es autor de Gràfica cooperativa de Barcelona y coautor de El movimient feminista cooperatiu, Les cooperatives obreres de Sants (1870- 1939), entre otros escritos, tiene una gran pericia sobre la historia social del S. XIX y S. XX, los movimientos cooperativos, y sobre todo en las luchas autónomas y anticapitalistas. Siempre con trabajo de hormiguita, Dalmau ha impulsado proyectos de investigación social, forma parte del GRECS y del OACU, y es uno de los creadores de la UPA (Universidad Popular Autogestionada), un proyecto pensado como "un archipiélago de participación ágil y funcional" gracias a La Ciutat Invisible y La Comunal. Dando ejemplo a sus alumnos universitarios, los de la UPA y también los de la UB, el de Sants, Dr. en Antropología Social por la misma universidad en la cual imparte clase, nos deja 501 páginas de lectura sabionda. Quizás este ensayo es un buen punto de partida para intentar parar la deriva procesada de Barcelona. No solo lo digo por los cruasanes... y es que Dalmau hornea a fuego lento, él es más de horno comunitario que de ofertas para seguir malvendiendo la ciudad.

Foto: Montse Giralt
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