Ben Okri (Minna, Nigeria, 1959) es un destacado escritor de Nigeria que ganó el Man Booker Prize, en 1991, siendo el escritor más joven al haberlo obtenido. En su literatura abundan los elementos fantásticos, procedentes de la tradición nigeriana. Sus novelas más famosas son La carretera hambrienta y Amor peligroso. Ha venido a Barcelona, invitado por el CCCB, para impartir la conferencia "Mirar con ojos de fascinación", que se ha preparado con la colaboración de Casa África. El CCCB ha aprovechado la ocasión para publicarle el ensayo Las aguas de la humanidad, en la que Okri se plantea los grandes desafíos del mundo moderno.
Vuelve a Barcelona, donde ya estuvo anteriormente... ¿Mantiene contactos regulares con Catalunya?
Siempre que puedo vengo a Barcelona; estuve el año pasado... Me encanta venir aquí.
En esta ocasión viene a Barcelona para hablar de literatura y ficción, pero algunos de los protagonistas de sus obras, como el mismo Azaro, de El camino hambriento, quizás no serían considerados como personajes de ficción por muchos africanos, que podrían verlos como personajes reales...
No. No lo creo. Nosotros sabemos exactamente la diferencia entre ficción y realidad, entre la narración y la realidad. Los límites entre ficción y realidad son los mismos que habría en cualquier otro sitio, y también la frontera bastante incierta entre ambas cosas es la misma, por todas partes, porque a veces la realidad parece ficción y a veces la ficción parece realidad. Yo pienso que eso es una condición compartida por todo el mundo.
Tengo influencia de la literatura oral, pero también del mundo de los libros, las películas, las obras de teatro, los pintores, la música, la historia...
¿Su literatura tiene influencia de la literatura oral tradicional nigeriana?
Sí y no... La tradición oral está presente, porque todo el mundo crece con historias, en Nigeria... Historias que te explican, padres, madres, abuelos, tíos, compañeros de clase... Pero eso es sólo, digamos, una línea... La otra corriente es el mundo de la literatura, el mundo de los libros, las películas, las obras de teatro, los pintores, la música, la historia... Pero lo que nos aporta la literatura oral, aquello que nos da en préstamo, es un sentido más elástico de lo que es la narración. Porque la literatura oral es más libre, y en cierta medida, irrumpe en la imaginación, mientras que la tradición realista de la mayoría de libros está más ligada a la "realidad", entre comillas...
Ha escrito libros en que la fantasía tiene un papel muy importante, en otros, como Amor peligroso, podríamos decir que no está presente. ¿Combina un estilo y el otro?
Depende de la historia que esté intentando narrar. En algunos de mis libros, y en mi narrativa breve, mis historias cortas, quería transmitir una naturaleza elástica de la realidad nigeriana (no me gusta utilizar el término "africana"). Quería transmitir que el mundo que experimentamos también está afectado por las ideas, las creencias y las historias que tenemos sobre este mundo, que es una manera de decir que la realidad no es sólo la realidad, es también lo que creemos que es la realidad. Era mi manera de demostrar que no hay una única realidad que lo pueda explicar todo, que pueda explicar a toda la humanidad.
No hay una única realidad que lo pueda explicar todo, que pueda explicar a toda la humanidad
¿Le interesa la literatura fantástica que se produce en Europa y en Estados Unidos? ¿Y las series?
No... En absoluto... Ninguna serie televisiva. Ni siquiera literatura fantástica. Yo no uso nunca la palabra "fantasía". Para mí, sencillamente, es la elasticidad de la realidad. Este es, realmente el tema. Te daré un ejemplo: el personaje del viejo ciego ena El camino hambriento se basa en un hombre viejo que conocí, pero dentro del mundo de esa historia las leyes de la gravedad cambian, y cada historia tiene que ser coherente con sus propias leyes internas. Explicar una historia implica romper las leyes de nuestra realidad. De eso se trata... Eso es narrar una historia, porque las historias operan con la realidad de la mente, del corazón y de la imaginación. En libros como Amor Peligroso parecería que me estoy ciñendo al realismo, pero eso es porque intento explicar la otra parte de la historia. Constantemente voy dando vueltas alrededor la misma realidad, porque no hay una única manera de verla...
¿Y le interesa la fantasía del cine de Nollywood, de la cinematografía fantástica nigeriana?
Nollywood, que es un fenómeno bastante reciente, probablemente ha sido influido por mi tipo de escritura, por mis libros, más que por otra cosa.
¿Porque tendrías que leer a un autor que es post alguna cosa?
En la Viquipedia lo definen como "uno de los principales autores africanos en las tradiciones posmoderna y postcolonial. ¿Estaría de acuerdo con esta definición?
Odio esta definición. No me gusta nada. Me parece tan limitada... Tan limitante... ¡Y tan poco atractiva! No te abre el hambre en absoluto. ¿Porque tendrías que leer a un autor que es post alguna cosa? Alguien tendría que cambiar eso. Esta definición no me gusta...
En alguna ocasión se quejó de que el mercado internacional impone una dictadura temática a los escritores africanos. ¿Un escritor africano no puede escribir sobre aquello que quiere?
No dije eso exactamente así. No dije que fueran forzados por los mercados internacionales. Sencillamente era un comentario sobre una tendencia peligrosa entre los escritores africanos, de escribir sobre ciertos temas, quizás en parte porque estos temas reflejan cómo Occidente ve a África. Y es una tendencia peligrosa para ambas partes. Hay escritores de África que me comentan que sus editores les dicen que sus libros no son lo bastante africanos, porque no tienen cosas como padecimiento, mutilación genital... El tipo de cosas que se esperan de ellos. Yo hacía sólo un comentario, sobre todo hacia los autores, para decirles: "Escribid sobre lo que queréis escribir" y también era un comentario hacia los editores europeos, para decirles: "No es verdad que África sea sólo un determinado conjunto de temas. África es mucho más fluida, y mucho más rica, y mucho más sencilla. Mucho más sencilla que todo eso... Está repleta de sentido del humor. Y es imposible de categorizar. Y necesita nuevas maneras de narrar historias, maneras más libres de narrar historias. Yo también lo expresé como una advertencia hacia los escritores africanos: "Si escribís este tipo de libro, acabaremos teniendo una literatura absolutamente uniforme, una literatura del padecimiento".
Queremos una literatura de la risa, del ridículo, de la inteligencia, una literatura del amor, una literatura del peligro, de la perversión...
¿Y no es bueno tener una literatura del padecimiento?
Nadie quiere un único tipo de literatura, ni que sea del padecimiento. También queremos una literatura de la risa, del ridículo, de la inteligencia, una literatura del amor, una literatura del peligro, de la perversión... ¡Sí! ¡Todo, todo! ¡Lo queremos todo!
Hay escritores africanos que han obtenido mucho reconocimiento internacional, especialmente en el marco académico. Pero, ¿en qué estado se encuentra la lectura en el continente africano?
Los lectores africanos leen alguna literatura africana, cuando se les da la oportunidad. Pero en África hay un problema de edición, un gravísimo problema de edición, que está cambiando. Los africanos son como los lectores de todo el mundo... Como la mayoría de las personas, por todas partes, tienen unos gustos sencillitos. A la gente le gusta leer una novela romántica simple más que un libro difícil. Hay una tendencia en todo el mundo a que el gusto por la lectura de la gente vaya hacia los géneros populares... Por eso, justamente, les llaman géneros populares, ¿no? Pero la mayor parte de nosotros, los escritores africanos, tenemos tendencia a escribir literatura seria. Y por eso el problema de los lectores tiende a desafiarnos continuamente. Yo soy muy leído en el continente africano, pero no lo soy tanto como James Hadley Chase.
Recientemente ha adaptado al teatro una nueva versión de El Extranjero, de Albert Camus. ¿Qué le ha atraído de este autor?
Para empezar, es una obra maravillosa. Es una novela breve. Cualquier otro hubiera necesitado quinientas páginas para decir exactamente lo que dijo Camus en cien. Yo me sentía muy atraído por el tema del extranjero, del ajeno, y por la cuestión del absurdo. Y me sentí fascinado por la cuestión dificilísima del tema del árabe, del verdadero extranjero. En este libro hay dos extranjeros: está el extranjero que es el héroe, Meursault, y está el otro extranjero, que es el árabe, que no tiene ni nombre. Y me interesa mucho que están unidos por la violencia, estos dos extranjeros, el extranjero interno y el extranjero externo. Yo quería tratar este tema de cómo les une la violencia, porque eso continúa.
La del Mediterráneo es una de las grandes tragedias de nuestros tiempos
¿Qué siente alguien como usted, africano y de izquierdas, ante el incremento de la xenofobia en Europa y ante la trágica situación del Mediterráneo?
El libro que acaba de publicar el CCCB habla de este drama. Trata de eso, justamente. La del Mediterráneo es una de las grandes tragedias de nuestros tiempos. Es la tragedia de la hospitalidad, es la tragedia del diálogo, es la tragedia de la historia, es la tragedia del qué significa ser humano... La emigración no es causada simplemente por gente que quiere marcharse; la emigración es marcada por la historia, por la historia de Occidente y por la historia de África. Es una historia tóxica, es una historia terrible, que tiene un efecto a largo plazo. Y por eso, justamente, necesitamos una nueva justicia, una justicia entre Occidente y el Sur. Una nueva justicia en las relaciones económicas...
Usted afirma que este problema llega a desafiar nuestro concepto de humanidad...
Necesitamos una nueva idea de humanidad, porque la idea de humanidad que teníamos ha ido a la quiebra. Tendríamos que sentir vergüenza de llamarnos humanos, porque la idea de la humanidad ahora se queda limitada al "nosotros", a los que tienen una apariencia como nosotros. No es toda la humanidad ya, es una humanidad muy seleccionada. Necesitamos una nueva idea de humanidad. Incluso la idea cristiana de humanidad ha ido a la quiebra.
Las guerras civiles no acaban
Usted es medio ibo... ¿Cómo viven los ibos, cincuenta años después, el fracaso de la independencia de Biafra y la guerra civil? ¿Todavía hay recuerdo de ello?
Es una tragedia que continúa... Las guerras civiles son las peores de todas, porque nunca acaban. No acaban realmente. La guerra civil inglesa, de los siglos XVI y XVII todavía se lucha actualmente al Brexit. La guerra civil norteamericana todavía está siendo combatida ahora, bajo Trump... Las guerras civiles no acaban, porque se relacionan con una división profunda y casi irreconciliable entre la gente. Y las naciones no hacen un esfuerzo lo bastante grande por cicatrizar y curar estas heridas. Muy pocas naciones han hecho este esfuerzo. Roma no lo hizo y por eso murió. Las guerras civiles son las peores de todas, porque están soterradas y van avanzando por debajo. Y aunque haya una historia que parece que se haya acabado, estas guerras continúan están presentes por debajo, como una sombra... Y resurgen de diferentes maneras y con diferentes modalidades... Pero, ¿qué os tengo que explicar? Tú lo debes saber mejor que yo, porque vosotros tuvisteis vuestra propia guerra civil, y la guerra civil española no ha acabado.
Tendríamos que considerar que estamos viviendo los últimos días de la raza humana
¿Como ve la situación del mundo? ¿Es optimista?
No me siento muy optimista hacia el mundo. No me siento optimista debido a nuestra pereza espiritual profunda y deliberada, y a nuestra tendencia a evitarlo todo, por ejemplo, la catástrofe climática que se nos está acercando a un ritmo vertiginoso. Ni siquiera sé cómo tratar este tema. Tenemos que presuponer que la raza humana está acabada. Sencillamente lo tenemos que asumir, porque ni siquiera estamos intentando verdaderamente tratar de forma adecuada este tema. Por eso tendríamos que considerar que estamos viviendo los últimos días de la raza humana. Presuponemos eso y dejamos de hacer ver que no es así. O por lo contrario, hagamos alguna cosa, alguna cosa increíblemente radical, y hagámolas por todas partes.