John Banville, el autor de novela negra irlandés que escribe con el seudónimo Benjamin Black, está en Barcelona. Ha venido para participar, en el marco del Festival Kosmopolis, en una mesa junto con Pierre Lemaitre (quien obtuvo el Premio Goncourt en el 2014 por Nos vemos allí arriba). Banville ha aprovechado su estancia en Catalunya para hacer promoción de su última obra, Las sombras de Quirke (en Alfaguara, en catalán Fins i tot els morts, de editorial Bromera), una novela negra protagonizada por Quirke, el forense que juega un papel clave en muchas de sus narraciones. En Las sombras de Quirke, Benjamin Black nos vuelve a sumergir en las historias más negras de la Irlanda de la guerra fría.

Llanto por un país

La Irlanda que retrata Banville no es una dictadura. Pero es un país donde las fuerzas conservadoras tienen una gran fuerza, donde la tradición marca la norma, donde los poderes fácticos tienen un poder inmenso... Es inevitable la proximidad con la España franquista: ultracatólica, superconservadora, reticente a la modernidad, recortadora de derechos... Un país oscuro, siniestro, donde la opresión se practica en la discreción, donde ni siquiera hay una reivindicación abierta de los derechos. Un país con una complicidad entre gobierno, Iglesia y élites económicas que permite que las mayores inmoralidades se escondan y que la moral se use como herramienta represiva.

Un hombre contra una situación

Quirke, el protagonista de la novela muertos es un hombre sometido a fuertes conflictos. Un hombre que se siente muy frustrado porque no consigue derrotar el mal que invade a su sociedad, a pesar de que es muy consciente de dónde se encuentra éste. Acaba alcoholizado, solo, deprimido... Y, a pesar de todo, no deja nunca de intentar defender los derechos de los oprimidos. Le sería fácil no involucrarse, porque, al fin y al cabo, Quirke de profesión es forense, y no investigador, pero inevitablemente acaba dejándose arrastrar en un caso y otro, en compañía del inspector Hackett, eterno cómplice en sus investigaciones, aunque nunca lo bastante amigo, nunca confidente.

Cada hombre, un universo

El entorno de Quirke es, en el fondo, un reflejo de la Irlanda que el autor quiere retratar. Todos, de una forma u otra, han sufrido el autoritarismo, o la represión, o el engaño. Todos están inmersos en la mentira, en la represión, en la duda... Son seres siempre infelices, y que no consiguen establecer relaciones sociales sólidas entre ellos: nunca llegan a la intimidad. Los buenos sentimientos están ahí, pero nunca acaban de cuajar.

Nada es un accidente

Las sombras de Quirke empieza con un accidente: un joven se lanza con su coche contra un árbol, el coche se quema y el conductor muere. La primera sospecha es que se trate de un suicidio, pero Quirke muy pronto descarta esta posibilidad y decide investigar quién es el autor del asesinato. Acabará encontrando una historia bien turbia que involucrará a un líder trotskista ex miembro de las Brigadas Internacionales, una monja agresiva, la hija de un político conservador y unos cuantos asesinos a sueldo. Y Quirke tendrá que salir de su aislamiento y sumergirse en la turbia realidad irlandesa. Una novela que recupera lo mejor de la narrativa de Benjamin Black.