Es la ciudad de las dos caras. La primera, la del peso histórico: su destrucción masiva, la división entre el este y el oeste, la caída del muro y una reunificación democrática. La segunda, la de la música tecno: un refugio artístico en medio de Europa que trajo mucha fiesta, música alternativa y grandes clubes que se han convertido en referentes mundiales. Tanto es así que la escena nocturna berlinesa ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO a principios de este año. Un tipo de ocio, sin embargo, que en los últimos años parece perder bastante y hace peligrar el reinado de Berlín como capital europea del tecno.
La escena nocturna berlinesa ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO a principios de este año
¿Es el fin de la escena tecno berlinesa tal como la conocemos?
En las últimas semanas, Wilde Renate y Watergate –dos de los grandes tótems de la noche de la capital alemana– han anunciado que su cierre se hará efectivo a finales de año. Los dos clubs están situados en Ostkreuz, dentro del distrito de Kreuzberg, uno de los puntos neurálgicos de la vida nocturna de la ciudad y también una de las zonas más deseadas para inversores inmobiliarios. Su decisión se produce mayoritariamente por temas económicos después de una subida desmesurada de su alquiler por parte de su propietario, Gijora Padovicz, dueño de los dos locales. Estas noticias se suman al cierre de otros clubs en el últimos años, como Mensch Meier, Griessmuehle o Re:Mise. ¿Es el fin de la escena tecno berlinesa tal como la conocemos?
"Watergate abrió a Ostkreuz en el 2002, al lado del puente de Oberbaum, porque nadie quería abrir un club allí. La zona estaba desierta, sin bares, clubs ni turismo. No era una zona guay", explica Tobias Rapp, periodista alemán experto en la escena musical de Berlín, redactor de Der Spiegel y autor del libro Lost and Sound: Berlin, Techno und der Easyjetset (2009, Suhrkamp). Ahora, sin embargo, se ha convertido en uno de los centros de la vida cultural y de ocio de la ciudad donde más han incrementado los precios de los alquileres, tanto comerciales como residenciales. Berlín sufre una crisis de la vivienda feroz: vivir dentro de los límites de la ciudad es ya casi un lujo. En los últimos diez años, los precios de los alquileres de las viviendas han aumentado más en un 108%. El "poor but sexy" de sus calles, la escena artística vibrante, la burbuja de una ciudad crítica y alternativa, las altas oportunidades laborales en el mundo de las empresas emergentes y las condiciones económicas asequibles -al menos, hasta hace poco- han imantado muchísima gente hacia la capital en las dos últimas décadas.
Berlín sufre una crisis de la vivienda feroz: vivir dentro de los límites de la ciudad es ya casi un lujo. En los últimos diez años, los precios de los alquileres de las viviendas han aumentado más en un 108%
A los clubs les cuesta salvarse de una situación económicamente tan extrema. Lutz Leichsenring, portavoz de Clubcommission Berlin, la organización que vela por la vida nocturna de la ciudad, lo argumenta: "Berlín se ha convertido en una ciudad muy atractiva, lo que ha hecho que se haya generado esta crisis. En el caso de Watergate, se ha producido porque aquella zona se ha convertido en una de las más top de la ciudad. El alquiler ha ido incrementando cada año, y actualmente están pagando uno de los alquileres más caros por metro cuadrado en comparación con cualquier otro club".
La industria de la noche en Berlín en los últimos quince años también se ha sostenido gracias a los ravers que viajan a Berlín un fin de semana para intentar entrar en Berghain o Sisyphos, y de paso entran en otros clubs
Berlín tampoco ha recuperado los números de antes de la pandemia en cuanto a turismo y asistencia a los clubs, si bien está cerca de conseguir a los 14.000.000 de turistas que recibió en el 2019. Muchos de estos turistas también son, claro está, parte clave de la supervivencia de la escena tecno de la ciudad, como afirma Gernot Bronsert, parte del dúo de DJs Modeselektor que empezó su carrera en la capital alemana: "La industria de la noche en Berlín en los últimos quince años también se ha sostenido gracias a los ravers que viajan a la ciudad un fin de semana para intentar entrar en Berghain o Sisyphos, y de paso entran en otros clubs". Sin un volumen tan alto de turismo, y sumado a otras situaciones mundiales devastadoras –como los dos conflictos internacionales de Rusia a Ucrania y de Israel a Gaza- los costes de los clubs no han parado de aumentar. Actualmente, Berghain, la discoteca berlinesa por excelencia, llega a cobrar 26 euros por entrar en ciertos momentos del fin de semana, una entrada que hace menos de diez años costaba 15.
El relevo generacional, un punto de inflexión para el tecno
El cofundador de Watergate, Ulrich Wombacher, comentaba en una entrevista en el diario Berliner Zeitung los diferentes motivos de su cierre. Más allá de los temas económicos, también argumentaba un cambio de hábitos en toda una generación de gente joven que ya no está interesada en acontecimientos musicales a puerta cerrada. Personas que, en la intensidad de la pandemia, cumplían 18, 19, 20 años, y tenían que quedarse cerradas en casa sin la oportunidad de descubrir toda una escena vibrante. Los clubs, que no pudieron reabrir con total funcionalidad hasta el 2022, todavía hoy día son lugares difíciles para muchos ravers históricos que antes disfrutaban del baile en medio de multitudes sin ningún problema, pero que ahora sufren mucha ansiedad por miedo de coger Covid u otras enfermedades respiratorias. La escena no puede subsistir si no tiene nadie que la pague, explica Rapp: "El tecno es una escena viva gracias a gente que todavía tiene la voluntad de pagar una entrada y salir de fiesta. Si nadie quiere bailar, será una cultura que morirá. Berlín era muy barato hace un tiempo, pero ya no lo es. Mucha gente ya no tiene dinero para pagar la entrada y las bebidas".
Berlín era muy barato hace un tiempo, pero ya no lo es. Mucha gente ya no tiene dinero para pagar la entrada y las bebidas
Esta es una situación no solo local, sino mundial. Los números más cerca de nosotros tampoco auguran bonanza: desde hace nueve años, los clubs nocturnos, salas de conciertos y bares musicales en Barcelona se han reducido un 30%, según explicaba eldiario.es en un estudio solicitado a Transparencia del Gobierno. Pero no es tan solo cuestión de falta de espacios como también de cambio de intereses por parte de toda una generación: el artículo también menciona un estudio realizado desde el Centro Reina Sofía en el 2019, el cual ya hacía una radiografía de los cambios de hábitos de los jóvenes antes de la pandemia. De 2004 a 2019, el número de jóvenes que iban a discotecas había bajado un 20% hasta llegar al 45%, hábitos que la pandemia aceleró posteriormente. Con una generación menos interesada en estos acontecimientos, solo hay dos caminos posibles: renovarse o morir.
¿De la caída del muro a la caída del tecno?
Para los defensores de esta escena, el tecno forma parte intrínseca de la cultura de Berlín, que debe su estética e historia de los últimos 35 años fundamentalmente al surgimiento de los movimientos de la subcultura. Es lo que la ha hecho tan sumamente atractiva para muchos DJs que han hecho aquí su nido base, como el caso del londinense FKA.M4A, uno de los productores más importantes radicado en la ciudad: "Creo que lo que está pasando abre el debate de cómo la escena de Berlín puede adaptarse y seguir existiendo. Es muy difícil ver cómo la ciudad de la cual me enamoré empieza a desaparecer", explica. Presente en escenarios berlineses tan importantes como Berghain, RSO, Pornceptual o Gegen, comenta que la escena queer sigue prosperando en la ciudad y se siente muy viva.
Es muy difícil ver cómo la ciudad de la cual me enamoré empieza a desaparecer
¿O quizás es Berlín que, anclada en la subcultura de los 90 y los 2000, se tendría que adaptar a los nuevos tiempos? FKA.M4A lo argumenta: "Berlín siempre ha hecho y hace lo que quiere. Otras grandes capitales como Londres, Nueva York o Amsterdam han adaptado sus escenas en los últimos años. Eso es lo que la hace especial: el público todavía puede vivir acontecimientos sin teléfonos y con una producción mínima. Pero siento que por primera vez eso ha causado un impacto negativo. No me gustaría que Berlín se adaptara totalmente a estas modas". Así y todo, comenta, eso hace preguntarse a todo el mundo si necesitará una mínima adaptación al progreso. ¿Y qué dice, de todo eso, el gobierno de la ciudad?
Una subcultura creada desde la rebelión no espera, lógicamente, que sea rescatada por el Estado. Si los clubs de la zona de Ostkreuz como Renate o About Blank abrieron en aquella zona fue también porque había planes desde el gobierno federal para hacer la continuación de una autopista, conocida como Autobahn 100, que ha generado protestas en los últimos años. Si eso prospera, como comenta Rapp, "los clubs se marcharán, y si finalmente no hacen nada, se convertirá en una calle residencial y subirán los precios". Aunque muchos berlineses esperan que el gobierno reaccione, las previsiones son crudas. El periodista añade: "La cultura tecno es una cultura radical que contradice el deseo de ser protegida por el Estado". No sería extraño, sin embargo, que no se preservara: en el 2013, el grupo inversor Maik Uwe Hinkel sacó algunas partes del muro de Berlín de la conocida zona de East Side Gallery, llena de murales de artistas de todo el mundo, para abrir el acceso al parking de una nueva edificación residencial de lujo.
La cultura tecno es una cultura radical que contradice el deseo de ser protegida por el Estado
Por su parte, la Clubcomission Berlin están trabajando activamente con diferentes organizaciones involucradas de la ciudad, como la del transporte público o el turismo, a raíz de un estudio que acaban de hacer sobre este tema para poner remedio. Su portavoz añade que una de las maneras para evitar el colapso de la vida nocturna en Berlín "es crear una visión de futuro para aquella zona junto con los propietarios privados". Una premisa, sin embargo, un poco difícil de alcanzar: con precios de alquileres que no paran de subir a manos de inversores privados, la vida cultural no parará de resentirse. De momento, Berlín todavía sigue bailando: las colas en los clubs todavía son visibles, la peregrinación a la meca del tecno continúa y cada fin de semana los carteles de las discotecas se llenan de DJs de renombre y también emergentes. Una bandera de capital europea del tecno que todavía ondea, orgullosa, pero que no sabe hasta cuándo tendrá el viento a favor y tendrá que bajar las astas.