"El reto era descubrir a quién fue Norma Jeane Baker y dar vida a alguien que ha sido invisible durante mucho tiempo", explicaba hace unos días Ana de Armas, después de la presentación de Blonde en el Festival de San Sebastián. Esta es la clave de esta producción de Netflix, título que la plataforma suma mañana a su catálogo, el único que se atrevió a financiar una película que desconcertará (y probablemente fastidiará) los espectadores que esperen un relato biográfico clásico: Blonde no lo es, más bien huye de esta intención como del demonio. Como la novela homónima de Joyce Carol Oates que adapta libremente, el filme escapa de cualquier acercamiento convencional y, en un ejercicio casi suicida, apuesta por zambullirse en las entrañas de la mujer detrás del mito.

Exhibición de talento

En este contexto, la actriz hispano-cubana, descubierta en la serie El internado y haciendo carrera a los Estados Unidos gracias a películas como Puñales por la espalda o Sin tiempo para morir, hace una impresionante exhibición de talento dramático para recrear la tragedia de una mujer rotura por el dolor.

Ana de Armas hace una impresionante exhibición de talento dramático para recrear la tragedia de una mujer rota por el dolor

Porque detrás de la sonrisa luminosa y las caderas de Marilyn Monroe, que la convirtieron en el mayor mito erótico que se recuerda, había una persona frágil, marcada por una infancia que pone los pelos de punta. Una mujer traumatizada por los abusos de hombres con o sin poder, superada por las miradas lujuriosas de aquellos, casi todos, que la consideraban un trozo de carne.

Ana de Armas es Marilyn en Blonde

Deseo y tristeza

Lo que propone al director, guionista y alma de Blonde, Andrew Dominik (Mátalos suavemente, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford), se acerca al retrato psicológico de alguien absolutamente devastado, desdibujado, desaparecido por el peso de ser constantemente aquello que le piden.

Si Marilyn representaba la belleza y el deseo, Norma Jean era la encarnación de la soledad y la tristeza

Si Marilyn representaba la belleza y el deseo, Norma Jean era la encarnación de la soledad y la tristeza: rota por la enfermedad mental de la madre y la ausencia de un padre que nunca conoció (y que ella encarnaba en los hombres que la sedujeron), por las violaciones que sufrió, y por los abortos que impidieron una maternidad que la obsesionaba, la imagen esplendorosa de la estrella era oscuridad y lágrimas cuando los focos se apagaban.

Trailer de Blonde

Real o ficción

En la película, Andrew Dominik arriesga tanto en las formas como narrativamente: por una parte, mezcla blanco y negro y color, y utiliza varios formatos de pantalla, plasmando varios momentos de la vida de la actriz, reales o ficcionados, creando una sensación casi onírica, en la que los sueños, casi siempre pesadillas, se integran en la misma percepción de la realidad de Baker/Monroe. Eso hace que en el relato se confundan los hechos con la conciencia de la protagonista, a veces alterada por los fármacos cada vez más potentes que la ayudaban a continuar, a salir adelante, y la iban empujando hacia un infierno insoportable.

En la película, Andrew Dominik arriesga tanto en las formas como narrativamente

En Blonde, vemos la infancia durísima, la primera oportunidad fruto de la violación del presidente de un estudio, los encuentros y los matrimonios (infelices) con Joe Di Maggio y Arthur Miller. Vemos reproducidas algunas de las escenas cinematográficas más inmortales de la legendaria actriz, las broncas a los rodajes, y, en una de las escenas más inquietantes y atrevidas del filme, un encuentro repugnante con John F. Kennedy. Y llegamos a la muerte de Marilyn, el eterno misterio sin resolver, que la película soluciona de una manera magnífica.

Mañana se estrena Blonde en Netflix

Nadie pondrá en duda el extraordinario trabajo de una Ana de Armas que, por momentos, parece la reencarnación de Monroe. No parece atrevido pronosticar su presencia en la carrera de premios, Oscar incluido, de este año. Pero sí es probable que muchos espectadores queden desconcertados después de ver la película, y sean incapaces de recomendarla a nadie. Porque Blonde es tan brillante como incómoda, tan hipnótica como sórdida.