No por habitual —al menos en periodos festivos como el puente que dejamos atrás— resulta menos descorazonador pararse con el utilitario en una de aquellas pedanías a las que se accede mediante una carretera secundaria. Uno de esos lugares donde uno se detiene solo para mear porque no aguanta el camino de un tirón. Una carretera deficientemente parcheada que atraviesa algún paraje desolado entre arrozales, albuferas, cañares, chatarrerías, apartamentos estivales en desuso, polígonos, ruinas y restos arquitectónicos de antiguos prostíbulos. Una vez allí, aprovechamos para echar un pitillo mientras comprobamos con el pie la presión de los neumáticos y nos acomodamos la virilidad. Y es entonces cuando observamos el arcén. Casi sin excepción, veremos un zapato de tacón, allí tirado, que da grima, algún animal muerto en descomposición, los restos de algún accidente de tráfico y la típica figura que camina por el margen de la carretera. Esa persona, para más señas, luce un mullet considerable, perilla, gafas de sol, aros en las orejas y chándal de táctel. Cuando uno ve a alguien de esa guisa andando por el arcén, suele pensar que algo le ha ido mal. Pero podríamos estar equivocados: esa persona que se acerca a pie por una carretera valenciana puede ser Borja Navarro (Valencia, 1994), la única capaz de ver lirismo donde el resto de los mortales vemos solo sordidez y paisajes anodinos. El autor que hace poco publicó Arcén, el mejor libro nacional de narrativa del 2023. No figura en ninguna lista, es cierto, pero es un secreto a voces. Lo saben los mejores libreros y distribuidores, los editores astutos y los lectores audaces. Y también yo. Y es solo cuestión de tiempo que tú también te enteres.

La CV-500 hilvana y estructura el conjunto de relatos que se irán sucediendo ante los ojos de lector como inhóspitas pedanías tras las ventanillas de un Ford Fiesta XR2 conducido dando eses

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Portada de la cuidadísima edición de dosmanos. Foto: dosmanos.

De On the Road a la Ruta del Bakalao

La mítica CV-500, pese a ser una vía prácticamente abandonada y que hoy ve amenazada su existencia, mantiene operativo su trazado en el imaginario colectivo como la carretera vertebradora de la Ruta del Bakalao. (Ya saben: el circuito valenciano del ocio que se prolongaba ininterrumpidamente durante todo el fin de semana y más allá, y que se extendió desde principios de los años 80 a mediados de los 90, el legado del cual quedó distorsionado por los relatos amarillistas de los medios de comunicación.) Esa misma travesía secundaria es la que hilvana y estructura el conjunto de relatos que se irán sucediendo ante los ojos del lector como inhóspitas pedanías tras las ventanillas de un Ford Fiesta XR2 conducido dando eses.

El libro arranca con un código QR que nos traslada a un video. Es la misma caminata cargada de simbolismo que recorrió Borja, el germen de la novela. “Hace más de un año me obsesioné un poco con el concepto de ‘arcén’”, me explica el autor. “Arcén como símbolo poético cargado de interpretaciones. El arcén es un espacio al margen de la carretera, que la acompaña y se supone que está ahí por seguridad, pero dónde, sin embargo, todo lo que ocurre es siempre una tragedia. Partiendo de esta idea, sin ningún tipo de pretensión, se me ocurrió ir andando por el arcén de la carretera que une lo que yo considero mis dos hogares: Valencia, donde me he criado, y Cullera, un pueblo costero donde desde pequeño he pasado las vacaciones en un apartamento en la playa, a unos 40 kilómetros de distancia. Recuerdo a mi madre, cuando era pequeño, que siempre decía: ‘Si vamos por la autovía, es para ir más rápido. Si vamos por la CV-500, es para mirar.’ Siempre ha sido una carretera muy mágica, un espacio mutante y súper-inspirador. Por otro lado, mi identidad como escritor viene de muchos autores norteamericanos, donde la carretera siempre ha sido un símbolo muy potente. Esta mirada hacia ellos me llevó a escribir sobre el arcén, que es una parte de la carretera. En ningún caso, cuando empecé a escribir el libro, quería ofrecer una visión nostálgica de la Ruta del Bakalao. Pero creo que los espacios tienen memoria. Y todos esos ecos de la ruta, el enfado vecinal o el hecho que sea una zona totalmente enfocada al veraneo, todas estas voces resuenan de una forma u otra. Yo no viví la Ruta de primera mano, pero sí que la vivieron mis padres. Y el libro toca mucho las relaciones entre madres, padres, hijos e hijas. Me afecta identitáriamente. Es bonito, e incluso da miedo como pueden llegar a determinarnos nuestros padres. A mí me llegan restos y posiblemente residuos de la ruta. Cuando hubo la eclosión, cuando lo mainstream dejó de pasar por aquí… ¿Qué queda de todo esto? Pues estoy yo caminando por el arcén.

Dentro de unos años su nombre figurará en las listas de lo mejor del año, porque la literatura de Borja tiene todo el necesario para convertirlo en un autor de referencia

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Imagen interior, donde en medio de un descampado se anuncia la bacaladera discoteca Spook. Foto: Kike Morales / dosmanos.

Escribir y publicar desde los márgenes

Lo dice María Bastarós en su prólogo: “Su literatura aún la conocen solo unos pocos afortunados, porque se han cruzado con él por casualidad, o porque han coincidido en un taller, o porque han tenido acceso a alguno de sus relatos premiados en concursos. Este desconocimiento es un interludio que será breve, eso lo sabemos con certeza quienes les hemos leído.” Además de la autora zaragozana afincada en Valencia, el libro de Borja Navarro viene arropado por las recomendaciones de otros exponentes de lo más trufado de lo que nos llega desde el Turia: de David Mr. Perfumme (el autor de Gordo de Porcelana, la gran sensación de hace un par de años), Iván Rojo, Alberto Torres Blandina y Chema García Ibarra (director y guionista de Espíritu Sagrado, una de las películas más personales y gratamente sorprendentes del cine español contemporáneo). “¿Qué está pasando en Valencia?”, repite Borja mi pregunta. “No tengo una respuesta. Todo lo que puedo hacer es confirmarlo: todos los referentes yanquis que te comentaba antes, los he cambiado por gente muy próxima a mí, que en muchos casos se han convertido en amigos. Me siento muy afortunado. Hay elementos en común, pero no somos muy conscientes. Ya tenía esta sensación y, la semana pasada, cuando hicimos la presentación del libro en Barcelona, es cierto que mucha gente me lo confirmó: se están haciendo cosas muy interesantes en Valencia.

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En la presentación del libro que se celebró el martes día 5 en la pizzería Frankie Gallo Cha Cha Cha del Raval. Foto: María Zinn / dosmanos

E insiste Bastarós en su texto de cabecera: "Dentro de unos años su nombre figurará en las listas de lo mejor del año, porque la literatura de Borja tiene todo el necesario para convertirlo en un autor de referencia." Pero este humilde —e impaciente— articulista se pregunta por qué narices no está teniendo ya, ahora mismo, toda la repercusión que merece y que a otros les sobra. "Cuando Daniel Sardà, el editor de dosmanos —que hace unas ediciones increíbles— y yo sacamos el libro teníamos claro que no teníamos el tirón de otros autores u otras editoriales", confiesa Navarro. Sabíamos que teníamos que hacer otro recorrido, uno más lento, pasito a pasito... Es normal. Salen novedades y más novedades sin cesar.¿Por qué alguien elegiría Arcén sin tener ninguna referencia? Yo lo cogería por la gente que habla de él en la portada y las solapas, pero, más allá de esto, me parece normal que no haya salido mucho en prensa. Por ahora está yendo bien, y Dani y yo estamos muy contentos. Somos optimistas." Es solo cuestión de tiempo que corra la voz y tú, lector o lectora, ya estás tardando. Pero aun estás a tiempo de ponerle remedio: este jueves en la librería +Bernat, el club de lectura donde periódicamente el intrépido librero Fernando Pelayo explora las voces alejadas de las tendencias y escondidas en las profundidades del fondo editorial, contará con la presencia del autor y el editor de uno de los libros, el tiempo dará la razón, más flipantes de cuántos se han publicado en los últimos años en este bendito país plagado de arcenes, secarrales, yermos descampados y carreteras secundarias.