Anna Moner es la autora de La por de la bèstia, la nueva novela publicada por la editorial Amsterdam. La valenciana, además de escritora, es artista plástica y licenciada en historia del arte. Estos apuntes biográficos son importantes, pues la delicia literaria con la que nos deleita está llena de un universo pictórico en el que la brutalidad criminal y la belleza de las descripciones se entremezclan en un mundo fantástico, incluso onírico. En una ciudad de principios del siglo XX, El Minotauro, asesino de esta historia y protagonista junto a la delicada Emily, una niña huérfana que está fascinada por sus crímenes, está obsesionado con el sabor de las lágrimas y las reacciones fisiológicas de sus víctimas cuando están agonizando. La pequeña está recluida en su casa desde que murió su madre, solo se relaciona con un bibliotecario que le proporciona lecturas y con un boticario y su ayudante apodado Pickwick, que le suministran víveres y drogas, un buen combo para una historia trepidante.
La por de la bèstia nos dibuja un asesino común a otras épocas e historias, a Hannibal Lecker, al protagonista de El Perfume o a Joe Goldberg, asesino principal de la serie de Netflix You y personaje que leyendo este libro he descubierto que probablemente debe su apellido a “las variaciones de Bach”. La novela crea una adicción progresiva porque Moner consigue aportar nuevas intrigas para un personaje popular: el monstruo del laberinto que devoraba a sus víctimas. Otras de las obsesiones del asesino son los animales y los cuervos. El cuervo es un ave literaria, un ave del romanticismo, de los cuentos de Edgar Allan Poe. Emily, la pequeña y ávida lectora, está obsesionada con la muerte y la espera ofreciéndonos una rica selección de textos: Charles Dickens, Maupassant o las Brontë. La autora nos alimenta el personaje con sus guiños literarios, nos lo imaginamos y lo visualizamos, ya que eran las novelas más leídas de la época, muchas de ellas por entregas. ¿Y cómo muestra el Minotauro sus asesinatos al mundo? Recreando cuadros de retratos femeninos renacentistas, una idea extraordinaria, donde la búsqueda de la belleza del ideal clásico se mezcla con una atmósfera mortuoria.
Anna Moner respeta a sus lectores y les ofrece lo mejor de sí misma, su selección de cuadros del Renacimiento, su gusto por las obras románticas, realistas y naturalistas motivan a cualquier amante de la cultura. No cae en una narración facilona y superficial, se esfuerza en conectarnos con la historia y también en proporcionarnos escalofríos perturbadores. El delirio narrativo tiene un ritmo ideal para los lectores amantes de la literatura fantástica y también para la novela negra. La atmósfera recuerda a pasajes de Sleepy Hollow y a la sombra del Minotauro nos estremece como una buena novela gótica de Lovecraft. Y qué decir de Emily: no hay nada más perturbador que una huérfana, culta, obsesionada con la muerte y fascinada por un psicópata.
La novela crea una adicción progresiva porque Moner consigue aportar nuevas intrigas para un personaje popular: el monstruo del laberinto que devoraba a sus víctimas
Anteriormente, con Les mans de la deixebla (2011), El retorn de l’Hongarès (2014) y La mirada de vidre (2018), la autora ya nos ofreció relatos perturbadores donde la parte más oscura del ser humano sale al descubierto. Este último thriller gótico no defrauda, sigue fiel a su estilo y la consolida como un referente de las letras valencianas. Os invito a imaginaros el retrato de Leonardo Da Vinci en el que Cecilia Gallerani sujeta al armiño. De pronto, esa mirada serena, esa media sonrisa en los ojos, se posa fijamente en los tuyos y en los ojos del sádico, cambiando el semblante hacia un grito enmudecido por el terror.