Son como la buena literatura, que no es la que está mejor o peor escrita, sino la que cada ciertas palabras te da un señor bofetón. Y te levanta de golpe de las páginas. No hay un solo millennial, generación arriba o abajo, que no haya recibido alguna galleta con las letras que han publicado Cala Vento desde su debut homónimo en 2016. El amor, la identidad, el día a día... Todos hemos estado con Joan en —nuestro particular— Montgrí.

Los ampurdaneses aciertan como los mejores delanteros, mínimo una de cada tres. No todo lo que contiene su último EP está entre lo más logrado de su discografía; no sabrías a ciencia cierta de qué prescindir. Son la Nutella del pop, mucha cansa, ¿cuánto es mucha?

Los ampurdaneses aciertan como los mejores delanteros, mínimo una de cada tres

La misma Ferrari alegra el paladar: guitarras que acompañan de la manita a las rimas nostálgicas, siempre como distorsionadas por el mismísimo distorsionador de Dinosaur Jr. y cabalgando como locas sobre esas baterías puestas de ginseng. 

Cala Vento: carretadas de guitarras distorsionadas y estribillos totales

Solos a este lado del Ebro

Un rollo en el que empiezan a no tener competidor en Catalunya. Primero, porque le tienen pillado el tono… Es casi abuso: a la espera de su cuarto álbum —para mediados de este año—, los tres primeros les han hecho conquistar nuevas y cada vez mayores plazas. 

Y hay un segundo motivo: el estado de las autonomías centraliza, si es menester, hasta el rock alternativo. A principios de la década, el ruido con melodías campaba a sus anchas por el circuito catalán: The Unfinished Sympathy, Madee, Aina, Nueva Vulcano… Mucho post hardcore, voces disconformes, incomodidades del momento, posmodernidad, espíritu emo…

Joan Delgado y Aleix Turón, en cambio, se han quedado solos en la batalla a este lado del Ebro

Todo ello ha encontrado herederos… en Madrid. La Paloma, ultimando fantástico nuevo material, Biela, Rococó o Comic Sans beben de un mismo manantial. Joan Delgado y Aleix Turón, en cambio, se han quedado solos en la batalla a este lado del Ebro. 

El pop metafísico se ha comido el pastel que no se repartió entre lo urbano y sincopado y otros sonidos mainstream, los de verbena que llenan el Sant Jordi. Los autores de Ferrari han resistido como rara avis. Al menos, no siempre pasa, han aguantado los mejores.

Calavento Ferrari