Me alucina como funciona nuestro cerebro. Porque somos unos pesados. Que todo nos parece mal y todo lo discutimos en Twitter, pero que nos comemos cualquier letra si una melodía nos despista. Me fascina. Especialmente con respecto a las canciones de amor. Como normalizamos actitudes de mierda a golpe de guitarrita. Se nos instalan en la cabeza y pum, ya está hecho. No sé si será por el sex appeal de los músicos o porque nos eliminan las inhibiciones, pero, joder...
El otro día iba en coche y pensaba en esto. Escogemos una playlist de música catalana al azar y suena la inevitable 'Músic de carrer'. Y mucho hihi, mucho haha, mucho salvar el mundo y de la vida hacer una fiesta, pero quizás los saltimbanquis de los Txarango necesitan un cursillo acelerado de responsabilidad afectiva.
¿Os habéis parado a escucharla? Porque es un escándalo. Que el protagonista será músico, pero también es un imbécil. ¿"Tu cuerpo bajo la luna/ me atrapa cuando cae la noche/ y por la mañana siempre me aparta/ no estaré para despertarte / me gustó amarte ayer"? En mi cabeza suena igual que decir "adiós y gracias, guapa, ha sido fantástico, pero no me llames ni me envíes ningún mensaje que esto ya está. ¿Qué te sabe mal? Mira niña, no es problema mío, yo soy un alma libre". ¡A la mierda!
Imagino al protagonista y veo a uno de esos chavales que en la bio de Tinder escribe "quiero que las cosas fluyan". Y yo quiero que antes de regalarme la oreja con frases seductoras y follar me preguntes cómo estoy, si me parece bien una relación efímera y que tengas en cuenta que yo también tengo sentimientos y necesidades. Eso sí que sería revolucionario, colega.
Pero como hablar de responsabilidad afectiva si romantitzamos las relaciones entre hombres hechos y derechos y niñas. Mira, que me sabe súper mal, porque Serrat/4 mi disco predilecto de pequeña. En bucle. Subía al coche y directamente le pedía a mi padre que me lo pusiera. Qué maravilla. I 'Quasi una dona', mi canción preferida. ¿En qué estaba pensando? Es maravilloso ver hasta qué punto tenemos normalizado que hombres adultos se metan en la cama chicas mil años más jóvenes. Tendríamos que comenzar a planteárnoslo seriamente.
Ok, sí, eran otros tiempos. Pero boys will cordero boys y las niñas son niñas ahora y en los setenta. Joan Manuel, ¡que era casi una mujer! Y, si aún no era una mujer, es porque era una niña, por más que te quiera "como nadie". Es un poco como la 'Carolina' de los M-Clan. No, de hecho, es como 'Carolina' de los M-Clan. Carlos Tarque, Joan Manuel Serrat: si "no tiene edad para hacer el amor", pues "no tiene edad para hacer el amor".
El problema no es que mujeres jóvenes se sientan atraídas por hombres más mayores. La cuestión es que hombres mucho mayores se sienta atraídos por mujeres jóvenes y las relaciones de poder que eso comporta. ¿Por qué no nos parece muy preocupante que adultos mantengan relaciones con personas menos experimentadas, más modelables y en momentos vitales tan diferentes?
Pero mi canción de amor mal preferida es la de Antonio. Antonio Orozco, quiero decir. 'Devuelveme la vida'. Dura, eh. El protagonista sabe que ha sido un cabrón, nos lo dice. Sabe que lo han dejado para ser un miserable. ¿Sin embargo, por qué alguien tendría que entender las motivaciones de su pareja si puede hacerle chantaje emocional? Veinte añitos cantando este hitazo máximo: pues no es una canción de amor, sino una declaración de puro egoísmo.
Nos comemos mucho la cabeza para que los chiquillos no escuchen reaggeton y mientras vayamos transmitiendo mensajes terribles sin darnos cuenta. Si la música forma parte de nuestra educación emocional, ¿qué estamos enseñando? Es como cuando con 12 años me obsesioné con la trilogía más tóxica de la tierra. Obviamente, hablo de Crepúsculo. Mis primeros inputs de cómo tiene que ser una relación amorosa entre adolescentes se basaron en el noviazgo entre un vampiro de cien años que controlaba de manera maniática todos los pasos de su pareja adolescente de 16. Mama, papa, sé que es fácil hablar a toro pasado, pero quizás no era la mejor lectura.
Eh, que yo no reniego de Crespúculo, al igual que no reniego de escuchar Maluma, que quede claro. Reniego de consumirlo acríticamente, de no saber que nos están diciendo.
Por suerte, al final nos hacemos más mayores y más listas en algunas cosas. Yo intento escuchar a menos señores tóxicos y ahora empatizo más con las shego. "Oh boi, si tanto té duele, que tú puta madre té consuele". Magia y descanso emocional.