Hace 10 años, una siempre intrépida Gemma Recoder, con la alianza de unos cuantos atrevidos más, se propuso recuperar el Canet Rock, el festival que en los últimos suspiros de la maléfica dictadura franquista, se convirtió en un soplo de aire libertario. Qué ediciones más maravillosas, aquellas de los 70.
Una década más tarde, el festival que cada inicio de julio celebra lo mejor de la música facturada en nuestro país, se ha significado de manera definitiva e incuestionable como la gran cita para disfrutar de lo bueno y mejor de la escena musical catalana.
Quizás porque ayer era una jornada especial en que el Canet Rock celebraba, al ritmo de La Banda Canet Rock, formación intergeneracional que ha reunido a algunos de nuestros músicos más ilustres, la de este 2024 ha sido una de las ediciones más especiales (podríamos decir la mejor, pero queremos evitar el hiperbolismo) de su historia.
Si no existiera, nos lo tendríamos que inventar
La tarde ha empezado con las actuaciones de los santandreuenses Ginestà, los mallorquines O-Erra y una Julieta que ya ha hecho entrar en estado de ebullición el Pla d'en Sala. ¿Todavía hay alguien que no esté enamorado platónica o plutónicamente de la cantante que mejor representa el sueño catalán? Nosotros hemos caído rendidos a sus pies. Y entonces el momento más emotivo de la jornada, cuando los 30 artistas de La Banda Canet Rock han desfilado por el escenario para interpretar las canciones que resumen la música en catalán de las últimas décadas. Clásicos que se han encadenado con actuaciones tan especiales como Lluís Llach con The Tyets, Eléctrica Dharma con 31 Fam o Lluís Gavaldà con Figa Flawas y la sorpresa de la noche, el retorno de Pemi Fortuny, de Lax'n'Busto, con Gossos. También ha habido un sentido homenaje para Pau Donés i Jarabe de Palo, que actuaron en el mismo escenario en el 2017. Momento de éxtasis que coincidía con la puesta sol. Aunque la fotografía de la noche ha sido un escenario con todos los participantes de La Banda Canet Rock cantando el Que tinguem sort de Lluís Llach.
Todavía faltaban muchos momentos especiales para|por vivir, todos ellos intercalados con las actuaciones del inefable Miquel del Roig. ¿Y no es bonito volver a bailar y cantar a viva voz La farola en el Canet? Els Catarres, ya clásicos de la cita, han vuelto a certificar una comunión innegociable con el público. 31 Fam se han vuelto a coronar como reyes de la música urbana catalana en un roce directo con sus compañeros Figa Flawas, que aunque parezca mentira, este 2024 han debutado en el festival. La Fúmiga han ejercido de isotónico para poder llegar hasta The Tyets, banda primordial de esta nueva generación de músicos nuestros, con los que, hit tras hit, hemos visto salir el sol. Mención especial y destacada para Oques Grasses, que acudían al Canet a presentar su nuevo disco, Fruit del deliri. Ellos juegan en una liga diferente del resto. Muy por encima de los otros. Quizás sí que el Canet tiene algunas cosas criticables: intentar hacer un cartel más abierto en propuestas lo enriquecería y lo haría más creíble. Pero si no existiera, nos lo tendríamos que inventar.