Una ciudad que se deshace constantemente, que nunca acaba de definirse con una imagen clara y concisa; así es como el artista David Bestué (Barcelona, 1980) ve Barcelona. Hasta el 22 de octubre comparte esta mirada con el público a través de la exposición Ciudad de sorra a la Fabra i Coats: Fàbrica de Creació i Centre d’Art Contemporani de Sant Andreu.

Una ciudad nunca satisfecha con lo que tiene

La muestra, comisariada por Marta Sesé, ocupa tres plantas del edificio, cada una corresponde a una temporalidad diferente: pasado, presente y futuro. De entrada, Bestué muestra una Barcelona que nunca queda satisfecha con lo que tiene. Un ejemplo muy claro es la exhibición de una estructura de hormigón y un banco de hierro del Campo Olímpico de Tiro con Arco, diseñados por Enric Miralles y Carme Pinós. Ambos construidos con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992. Actualmente, una parte de la estructura permanece desmontada en un solar ubicado bajo la Ronda de Dalt. Esta misma estructura de hormigón la podemos ver fotografiada en la segunda planta. Entonces todavía formaba parte del Campo Olímpico de Tiro con Arco, pero el edificio ya había sufrido actos vandálicos. En esta planta, Bestué proyecta titulares de La Vanguardia publicados entre 1979 y 2011, que recogen la degradación de la ciudad con hechos como la subida de precios de los alquileres o el auge del turismo. Se centra en estos años porque es la primera vez que la ciudad es gobernada por un Ayuntamiento del PSC escogido democráticamente. La proyección incluye una canción de Hidrogenesse compuesta expresamente para la muestra. A partir de una melodía alegre y simpática, la letra juega el papel contrario, remarcando que la realidad actual de la ciudad no ha cambiado demasiado desde entonces.

Barcelona: una ciudad que se deshace constantemente / Foto: David Bestué

Así es cómo va calando el mensaje enfadado de Bestué, pero llegados a la última sala todo coge un ritmo más amable. Planta una semilla de esperanza y optimismo a partir de unas esculturas realizadas con materiales como pétalos de amapola, jazmín y aciano. Incluso esculpe formas del cuerpo humano que adoptan un aspecto sexual, el cual remite al hedonismo. Muchas de estas esculturas están hechas con papel de diario triturado, una técnica característica de la producción de Bestué, que ya descubrimos en la planta baja de la muestra. Así pues, se trata de una exposición de recorrido ascendente, en el doble sentido de la palabra. El artista barcelonés tiene todos los detalles en cuenta, sin embargo, a falta de cartelas, es importante acompañar la visita con la guía que ofrece el centro. Esta contiene una breve explicación de alguna obra, marca el recorrido y no permite que te pase ninguna obra por alto, como puede suceder con Peres de sucre (2022), que si te olvidas, no las ves, ya que están colgadas en el techo. Para Bestué, el poeta Juan Ramón Jiménez (1881 - 1958) ha sido un referente clave en la creación de este proyecto, por el hecho de que reflexiona profundamente sobre el verbo recordar. Bestué, incluso cuando lanza el mensaje esperanzador al final de la exposición, intercala unas imágenes del pasado que han marcado la historia y la política de la ciudad condal. Supongo que lo recalca para no tropezarnos con la misma piedra, una tarea casi imposible para|por el ser humano.