En el concurso "Monumento favorito de los catalanes 2017", el castillo de Cardona ha conseguido imponerse en las votaciones finales al monasterio de Ripoll, el otro gran favorito. Estos dos monumentos habían sido los más destacados frente a los otros finalistas: el castillo de Montsoriu, la iglesia de Sant Climent de Taüll, el castillo del Bages, la fortaleza ibérica de los Vilars d'Arbeca, la basílica de Santa Maria de Mataró, las murallas de Montblanc y la cartuja de Escaladei. El concurso ha sido organizado por las revistas Descobrir y Sàpiens, la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural del Departament de Cultura y el programa Estat de Gràcia de Catalunya Radio. Uno de los objetivos del concurso es revalorizar el patrimonio histórico del país. Y, según los organizadores, ha sido un éxito porque los monumentos incluidos a la lista de finalistas registraron un aumento de visitas en las últimas semanas.
Mucha participación
Han votado, en total, más de 540.000 personas. La final se ha votado entre el 2 y el 9 de mayo. El castillo de Cardona se ha proclamado ganador con 46.970 votos y Santa Maria de Ripoll sólo ha obtenido 41.659. Han votado 150.000 personas más que en 2016, lo que demuestra el creciente interés que despierta el concurso. Los veinte monumentos finalistas fueron elegidos por una comisión de expertos entre propuestas de los lectores. Entre todos ellos se escogieron por votación 8 lugares, que pasaron por cuartos de finales, semifinales y la correspondiente final hasta llegar a la elección del monumento favorito de 2017.
Una fortaleza de película
El castillo de Cardona es una construcción imponente situada sobre una colina ubicada al lado del pueblo. Fue construida a instancias del mismo Guifré el Pilós. No es un castillo medieval perfectamente cuidado, porque esta fortaleza siguió usándose a lo largo de los siglos y por eso sufrió muchísimas modificaciones. Tuvo un papel clave en la guerra de los Segadores (1640-1652), y más tarde a la guerra de Sucesión (1700-1714). Alojó guarniciones militares hasta a principios del siglo XX. Uno de los elementos más atractivos del complejo es la colegiata de Sant Vicenç, de estilo románico lombardo, consagrada en 1040. Es un edificio monumental, de más de 19 metros de altura. Desde 1976 contiene un parador, que en 2010 se ha convirtió en parador-museo.
La leyenda del castillo de Cardona
En el castillo de Cardona hay una gran estructura defensiva cónica y sin ventanas, la Torre de la Minyona, que tiene su propia leyenda. Dicen que en tiempo de la Reconquista, el duque de Cardona, invitó una vez al príncipe moro Abdalá a su castillo. Abdalá y la hija del duque, Adalés, se enamoraron. Pero el duque de Cardona lo descubrió y reventó en ira: declaró la guerra a Abdalà y encerró a su hija en el fondo de la Torre de la Minyona. Un sirviente ciego y mudo le pasaba los alimentos mediante una cuerda que descolgaba por un agujero del techo. El día que el rey decidió perdonar a su hija, la encontraron muerta. Dicen que si miras el castillo de Cardona a las doce de la noche, puedes ver al fantasma de Abdalá, a caballo, dando vueltas a la torre buscando la forma de liberar a su querida Adalés.
El 18 de septiembre de 1714 de Cardona
Cardona sufrió de forma muy dura la Guerra de Sucesión. En 1711 las tropas borbónicas sometieron la fortaleza a un fuerte asedio de 35 días, en el que participaron 15.000 soldados. Cardona, en esta ocasión, resistió muy bien, a pesar de los bombardeos. Los atacantes se retiraron y Cardona se mantuvo en manos de los austracistas. No volvió a ser atacada. Pero cuando Barcelona capituló, las fuerzas de Felipe V pusieron como condición que si Cardona no se rendía, tomarían represalias contra los barceloneses. El 18 de septiembre de 1714, una semana después de Barcelona, los defensores de Cardona se entregaron. Fue el último baluarte de las libertades catalanas.
El finalista desafortunado
Santa Maria de Ripoll es un monasterio benedictino fundado el 880 por Guifré el Pilós. Fue uno de los principales centros de estudios de la Catalunya medieval y aquí fueron enterrados algunos de los primeros condes catalanes, como el mismo Guifré. Ha sufrido numerosas destrucciones y reformas, y por eso el conjunto inicial románico se ha modificado mucho. En muchos ámbitos impera la reconstrucción que se hizo en el siglo XIX. Pero conserva un magnífico campanario de principios del siglo XI y un gran portalón del siglo XII. También es de gran interés el claustro del edificio.