Carles Santamaria es el director del 34 Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Durante los cuatro días de esta muestra, Santamaria es uno de los rostros del cómic en nuestro país. Pero a este periodista, nacido en Barcelona en 1963, no le basta con dirigir el Salón. Su pasión por el cómic lo ha llevado también a hacer de guionista en historias como los dos volúmenes de Primavera Tricolor (Fundació Pere Ardiaca), sobre la Segunda República, y Cohibas Connection (Edicions de Ponent), las aventuras en Cuba del detective Simón Feijoo. Su último gran proyecto es la adaptación al cómic de Victus, de Albert Sánchez Piñol (Norma); un trabajo que se alargará durante los más de dos años que tardará en completar los tres volúmenes, entre la tarea de preparación del guion, y los trabajos de documentación histórica.

 

Usted ya dirigió el Salón Internacional del Cómic de Barcelona en 1995. ¿Qué ha cambiado en estos veinte años?
El Salón ha cambiado mucho, pero ha cambiado mucho, básicamente, porque el sector ha sufrido muchas transformaciones. El mundo del cómic aquí no es el mismo ahora que en 1995. Hay mucha más oferta y mucha más variedad. Tenemos muchos más autores locales, con mucho talento y reconocimiento internacional. Disponemos de librerías especializadas, a menudo muy profesionales, y el cómic llega de forma muy normal en la librería generalista. Pero lo más importante es que el mundo del cómic se ha extendido a nuevos públicos a través de las películas y de los videojuegos. E incluso de los medios de comunicación, que se hacen mucha más resonancia del cómic que antes, cuando se veía como una forma de subcultura.

Pero en cambio la revista humorística, que era el medio por el cual el cómic llegaba al gran público prácticamente ha desaparecido...
Se ha dado un cambio importante con el modelo de negocio. El quiosco, como establecimiento, sufre una grave crisis. Pero ahora hay otros tipos de ediciones que tienen mucho éxito, como los volúmenes de superhéroes. Ya no tenemos tanto cómic en el quiosco, pero tenemos más en la televisión, y en las librerías.

¿Qué cree que puede aportar el Salón a una persona simplemente curiosa, que no conozca demasiado el mundo del cómic?
Lo más importante es que podrá acceder a una gran variedad de cómics. Podrá ver obras con las que quizás no haya tenido contacto y que quizás sean las que más le gusten. El mundo del cómic se ha diversificado mucho y hay materiales para todos los gustos. Además, el visitante del salón verá a los dibujantes trabajando y podrá entender mejor el trabajo artístico que comporta el cómic. Por otra parte, hay actividades pensadas, precisamente, para atraer a los no iniciados, como la exposición de vehículos, que presenta algunos vehículos al lado de cómics que nos hablan de ellos...

¿Y qué podrá encontrar el fanático del cómic en el Salón que no pueda encontrar en Internet o que no pueda comprar a través de su tienda especializada?
El fanático del cómic no faltará a esta edición porque tiene una cosa que para él es fundamental: los autores en directo. Para el aficionado al cómic venir al Salón es como para un amante de la música ir a un concierto. El que venera a un autor o a un dibujante agradece mucho poder verlo. Por eso organizamos mesas redondas, debates, sesiones de firmas, talleres de cómics...

En el 2008 decía, en una entrevista, que su sueño era traer a Frank Miller. Este año lo tenemos en el Salón. ¿Ya ha cumplido todos tus sueños?
Cuando programas un acontecimiento de esta magnitud tienes muchos sueños. Nosotros hemos traído algunas de las firmas clave del mundo del cómic, como Moebius o Hugo Pratt, que por desgracia ya no están entre nosotros. Este año han venido Paolo Eleuteri Serpieri y Lele Vianello, dos maestros italianos del cómic, muy valorados por la crítica aunque no son muy conocidos por el gran público. Uno de los personajes que me gustaría traer en el futuro es Alan Moore, el autor de trabajos como Watchmen y V de Vendetta. Pero estamos abiertos a todo tipo de sugerencias, nosotros trabajamos con las editoriales y con todo el sector y cada año intentamos incorporar nuevos nombres.

Este año el Salón ha organizado una exposición de homenaje a Ibáñez, ha otorgado el Gran Premio del Salón a Josep Maria Blanco, de TBO, y ha concedido el premio a la mejor obra de autor extranjero en una obra de la serie Spirou. ¿Hay una cierta moda retro en el mundo del cómic?
Ha sido una casualidad. En realidad, Ibáñez es un autor muy transgeneracional. Lleva 65 años de profesión y ha cautivado a la gente durante décadas. Ahora, que hacía 80 años, creímos necesario hacerle un homenaje y encargarle el cartel. Blanco es uno de los autores míticos de los años sesenta, y los profesionales que forman parte del jurado han querido reconocer su trabajo. Y las nuevas ediciones de Spirou tienen un gran éxito, en toda Europa...

¿Qué valoración hace del Salón, cuando estamos en el ecuador de la celebración?
Este Salón ha conseguido ser uno de los salones más importantes del mundo. Y eso ha sido posible porque en Catalunya tenemos un sector creativo muy potente: tenemos muchos autores de gran talento y que hacen cosas muy variadas y sugerentes. Y, además, contamos con un sector editorial muy dinámico que ha aceptado los retos del mundo del cómic y que tiene una producción muy diversificada. Y no hay que olvidar las librerías, que también cumplen muy bien su tarea. El éxito del Salón del Cómic no sería posible sin la tarea de todos los implicados en este mundo. El éxito del Salón es el éxito de todo el sector.