Carlos Lopes, economista y representante de la Unión Africana (UA) en sus negociaciones con la Unión Europea (UE), ha visitado Barcelona. Lo ha hecho, invitado por Casa África, con el fin de debatir con agentes sociales y expertos sobre la situación económica del continente africano, y también para presentar su libro África en transformación. Desarrollo económico en la edad de la duda (Los Libros de la Catarata).

Estados en crisis

Este economista africano pone énfasis en los problemas de las relaciones económicas globales, pero también apunta a los problemas locales del continente. Reconoce, en primer lugar, que en África hay una baja presión fiscal (del 20%, en relación con el 35% a nivel mundial). Y este problema sería absolutamente prioritario para resolver la situación de África. Cree que hay que reforzar económicamente los Estados africanos mediante los impuestos, y que se va por el buen camino (en poco tiempo la presión fiscal ha aumentado del 15 al 20%, a nivel continental). Pero asegura que el problema es el bajo nivel de pago de impuestos de las élites africanas. Apunta que los grandes países exportadores de recursos naturales, como Nigeria, son los que menos recursos captan mediante impuestos, porque el Estado no hace ningún esfuerzo: vive de rentas, "y si uno vive de rentas, no se preocupa de la formalización de la economía, y por lo tanto no puede haber cambio estructural de la economía". Constata que, paradójicamente, los países que tienen menos recursos económicos son los que mejor maximizan sus recursos escasos.

De Ansu Fati al contrato social global

Lopes, que es de Guinea-Bissau, como Ansu Fati, el africano más popular de Barcelona, asegura que el futbolista del Barça es una perfecta metáfora del continente: ya tiene el pasaporte español y ya parece que no sea de Bissau. El hecho de que Fati sea borrado de África y venga a producir aquí reproduce unas relaciones bilaterales injustas que afectan a muchos ámbitos de la economía. El representante de África en las negociaciones con la UE cree que esta dinámica se tiene que romper: "en el mundo, a nivel global, tenemos una alternativa: o hay crisis y conflicto, y será muy grave para todos, o llegamos a un contrato social mundial". Y explica, como ejemplo, que los problemas relacionados con las migraciones no se resolverán si no se resuelven sus causas (y añade que el envejecimiento poblacional en Occidente obligará a buscar en África mano de obra joven). Pero este proceso, según Lopes, no surgirá por sí solo: "Los africanos tendrán que luchar por conseguirlo", recuerda. Y en cualquier caso será, para él, "un proceso paulatino, surgido del cambio de conciencia a nivel global, como ha pasado en la cuestión climática".

La desunión de la Unión Africana

Lopes se pregunta si el panafricanismo de los años sesenta del siglo pasado continúa vigente o si hay que definir uno nuevo. Critica el hecho de que el colonizador todavía sea el modelo: la Unión Africana copia el proceso establecido previamente la Unión Europea. En cualquier caso asegura que la relación existente entre la UA y la UE es perniciosa: la UE hace lo posible para dividir África en sus negociaciones. "Las negociaciones Europa - ACP no respeta los mismos acuerdos firmados hace 20 años", afirma Lopes, que critica los acuerdos de paternariado económico, que dividen a África en 5 entidades y establecen acuerdos especiales para ciertos Estados. "Como representante de la parte africana tengo grandes dificultades, porque se negocia con 13 actores diferentes". Lopes ha recordado que África tiene una fuerte importancia para la economía de Europa: representa el mismo porcentaje de intercambios que América Latina y el Caribe juntos, más que Japón... Pero eso no se refleja en su poder negociador: según Lopes, una interlocución conjunta le daría muchas más oportunidades (de la misma forma que apunta que el África tendría que tener una estratégica conjunta con China). Además, estos acuerdos son absolutamente desiguales: Europa a través de los acuerdos Europa-ACP (África - Caribe - Pacífico) tiene capacidad para sancionar a países africanos, pero los africanos no pueden hacerlo con países europeos ("aunque nos gustaría sancionar en algunos países como Hungría", explica Lopes). En cualquier caso, Lopes critica los obstáculos que los organismos occidentales levantan para evitar la competencia africana. Si bien se han suprimido muchos aranceles, hay barreras muy importantes, como las sanitarias, que impiden las exportaciones de productos africanos.

Optimismo en el futuro

Pero Lopes se muestra optimista: confía en la juventud de un continente, como una oportunidad de futuro: "Los africanos tienen la población más joven del Planeta, y eso se acelera. En el futuro, los africanos tendrán un porcentaje acaparador de los jóvenes del planeta. Pero eso que se suele plantear como un gran problema africano es una oportunidad global". Lopes defiende que la juventud africana será "un tipo de reserva mundial de la fertilidad, y de determinado tipo de relaciones sociales" ante el envejecimiento de la población en el resto de continentes. Esta juventud africana tendrá un gran potencial de innovación tecnológica, y además, se ha convertido, ya, en el gran mercado de las nuevas tecnologías. Además, Lopes apunta que los países africanos, como territorios que se pueden empezar a industrializar ahora, pueden apostar directamente por la industria verde, que es la del futuro. Confía, pues, en su futuro, aunque está convencido de que le será necesario luchar para tirar adelante.