Carlota Gurt (Barcelona, 1976) habla rápido, nerviosa, como si no supiera del todo qué quiere decir pero con las ideas muy presentes, muy claras. En 2019 ganó el Premio Mercè Rodoreda por los relatos de Cabalgar toda la noche. Cuando se serena sigue vomitando las palabras de manera frenética, porque ella es así. "Me dicen que escribo tal como soy y no es una cosa buscada, escribo como soy, con lo bueno y lo malo que tiene", reconoce. Las muchas novedades literarias que llegan este septiembre también han hecho aterrizar Sola (Proa), su primera novela, una pieza fuerte, intensa, con un estilo vigoroso y de una gran fragilidad. Deducir en torno a qué sentimiento gira el argumento es fácil, aunque la soledad no es el único carácter de la novela: habla de la libertad anhelada, el redescubrimiento de la propia identidad, la sexualidad o la conexión con la naturaleza, temas que transforman el lector y que hacen que se sienta reflejado. También cobra vida un tema que no puedo decir: no es sensato hacer spoilers a quien todavía no ha podido leer el libro.
Para ir abriendo boca, Sola es la historia de Mei, una mujer de 42 años que se retira a una casa de bosque para afrontar su deriva de vida y escribir una novela. Podría sonar a realidad y generar paralelismos inconscientes, pero no es la historia personal de Gurt. "No soy yo ni por carácter ni por muchas otras cosas, pero sí que hay elementos autobiográficos, sobre todo en todo aquello que la hace dudar cuando escribe: eso sí que es muy mío", explica ella misma. Escribió la novela en dos años, cuando todavía estaba casada, y la revisión la hizo cuando se estaba divorciando. "Puede parecer un hecho aleatorio, pero no lo es, porque siempre escribes desde el momento vital que vives y desde las cosas que te pasan".
Una cuenta atrás... ¿hasta dónde?
En épocas de Twitter o Netflix, en que la inmediatez nos obliga a estar más pendientes del qué que del cómo, este libro nos enseña a respirar para tener conciencia de las pequeñas cosas, que a menudo acaban convirtiéndose en las más grandes, las más importantes. No es una novela de trama; lo que importa es el latido emocional que hay de fondo, que palpita todo el rato a través de la primera persona – la de Mei – y de una misma realidad. Porque lo importante es mantenerse dentro de su cabeza, saber cómo vive ella cada cosa que le pasa, independientemente de qué haría el lector en su lugar o de cuáles ambigüedades puedan ir saliendo.
Carlota Gurt: "La soledad sexual es tristísima"
La novela está narrada en una cuenta atrás incesante de 185 días, donde la vida de la protagonista irá pasando hasta descubrir qué es lo que pasó aquel día que rememora en este contador narrativo. Para Gurt, es uno de los grandes aciertos del libro y una de las cosas que más le gustan porque genera tensión y expectativa para explicar toda la transformación de la protagonista. "Al principio empecé a escribir un dietario, pero este recurso no me permitía explicar el final de todo". No hay simplicidad en su obra; subtemas como la belleza o la verdad son una constante, tanto para ella como para Mei, y reconoce que la soledad te capta siempre, de una manera u otra. "La soledad no es inocua, tiene consecuencias y te hará cosas".
El impacto de la lengua, de la tradición popular y de Solitud
También es un libro que habla de las raíces y de los paralelismos que influencian las decisiones de nuestro hoy. De profesión traductora, Carlota Gurt tiene una sensibilidad especial por las palabras que utiliza; le gusta la lengua y tener que romperse la cabeza para utilizar vocablos que no se utilizan en la calle pero que el lector pueda entender. También ha puesto en alza la fuerza de las leyendas y de la rondalla popular, aquella que vive en la energía más ancestral y otorga un valor simbólico a lo que pasa.
Pero la pregunta más recurrente es la siguiente: es Sola un remake moderno de Solitud, la obra cúspide de Victor Català – alter ego de Caterina Albert? No es una versión de Solitud, pero fue como una excusa para empezar a escribir; es una novela que tiene mucha fuerza y que siempre me ha interpelado mucho", explica la autora. También hay ciertos elementos presentes en este clásico de la literatura catalana que Gurt ha utilizado dentro de sus páginas: paralelismos con algún personaje, la idea de la montaña como personaje o incluso algunas frases literales. También el sexo está muy presente. "Mei se masturba unas cuantas veces, la pulsión sexual está; la soledad sexual es tristísima y tiene mala solución, en el sentido que hacerte un mismo arreglo no te cubre la necesidad de contacto con otra piel, otra lengua u otro sexo".
Carlota Gurt no quiere encasillarse haciendo literatura de mujeres. "La mía es una literatura muy femenina que expresa una manera de ser mujer, es una feminidad violenta que me interesa más que la feminidad comercial, antigua; no querría ser una Sarah Lark, a quien he traducido y no recomiendo en absoluto. Está claro que quiero vender muchos libros, pero no a costa de hacer una literatura que dé vergüenza". Lo que más le ha costado es mirar su obra con perspectiva y tener una visión general de lo que estaba escribiendo. Ver el bosque entero. Confiesa tener la sensación de no saber qué ha hecho, de ir investigando, pero sigue explicando cada página como si se la supiera de memoria, como si se hubiera mimetizado con la protagonista para hablar a través de ella, a través de cualquier personaje que quiera, en realidad. Y probablemente sea así porque, como dice ella misma, "escribiendo esta novela he aprendido a escribir novelas".