Ha conseguido su segundo Goya y lo ha hecho superando las aptitudes interpretativas de Julianne Moore y Tilda Swinton, dos actrices oscarizadas y multi reconocidas en las altas esferas de Hollywood. Las otras dos nominadas a Mejor actriz eran Patricia López Arnaiz por Los destellos y Emma Vilarasau por Casa en llamas. La actriz catalana no ha podido repetir el reconocimiento que obtuvo en la última gala de los Premis Gaudí, cuando ganó el premio a la mejor interpretación femenina por su papel en la película de Dani de la Orden. Cinta que esta noche volvió a conquistar el galardón al mejor guión con un nuevo discurso entrañable de su autor, Eduard Sola.
Un hito increíble que Carolina Yuste no podrá olvidar jamás después de ganar el galardón a mejor actriz en los Premios Goya 2025 y, además, hacerlo estando nominada por segundo año consecutivo. Y es que pocas cosas gustan más a los académicos que una historia real, todavía más si toca uno de los momentos más oscuros de la España contemporánea y está perfectamente bien interpretada.
Segundo Goya de Carolina Yuste
La infiltrada, cinta de Arantxa Echevarría, rebobina unos años atrás para explicar la experiencia que vivió Aranzazu Berradre Marín, pseudónimo con el que una agente de la Policía nacional se infiltró durante 8 años en ETA. Esta es la segunda vez que la actriz extremeña ha recogido premio en los galardones de la Academia de Cine, palmarés que estrenó en 2019 como mejor actriz de reparto por su papel en Carmen y Lola.
Esta es la segunda vez que la actriz extremeña ha recogido premio en los galardones de la Academia de Cine, palmarés que estrenó en 2019 como mejor actriz de reparto por su papel en Carmen y Lola
El argumento de La infiltrada viaja unos años atrás, en plena ebullición del conflicto vasco. La película está basada en la historia real de Aranzazu Berradre Marín, pseudónimo con el que se infiltró una agente de la Policía nacional en la banda terrorista ETA durante 8 años y cuando contaba con apenas 20 años. La joven consiguió adentrarse en la izquierda abertzale, siendo la única mujer que convivió en un piso con dirigentes de la organización. Durante su infiltración se vio obligada a cortar totalmente lazos familiares, todo para poder desarticular el comando Donosti en un momento crucial en el que la banda declaraba falsamente estar en tregua.