La Casa Vicens de la calle Carolines, cerca de Fontana, es la primera casa que Antoni Gaudí construyó en Barcelona (y una de las ocho obras barcelonesas incluidas en el catálogo del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO). En este edificio ya experimentó muchos de los rasgos característicos de su obra. Ahora, después de décadas cerrada al público y de tres años de reformas, la Casa Vicens se podrá visitar. La idea de los organizadores ha sido crear "una casa museo del siglo XXI", "con el máximo con respecto a las ideas de Gaudí". Se ha querido recuperar el esplendor del edificio tal como lo había ideado Gaudí. Pero se le ha adaptado a las necesidades del siglo XXI: se ha puesto un ascensor para que sea accesible a todo el mundo, se han preparado pequeñas salas de exposiciones temporales, se ha puesto aire acondicionado... La apertura al público será el día 16 de noviembre, pero a partir del día 2 se harán algunas visitas para los vecinos, con la intención de compensarlos por las molestias generadas por las largas obras.
La cantera de un genio
A la presentación para la prensa de la Casa Vicens restaurada, realizada hoy, Joan Abelló, director del proyecto, ha recordado la historia de un edificio que se considera "la semilla del modernismo". La Casa Vicens fue construida de 1883 en 1885. Fue una de las primeras obras en que Antoni Gaudí tuvo autonomía para poder hacer llo que quería. La Casa Vicens fue un encargo de un corredor de bolsa, con el fin de hacer una casa de veraneo al pueblo de Gracia. Vicens vivirá allí los últimos años de su vida, rodeado de naturaleza (los alrededores, en aquel tiempo, estaban muy poco urbanizados). Más tarde vivió allí su viuda, pero más tarde los nuevos propietarios pidieron una ampliación, y al mismo tiempo se quiso convertir una casa unifamiliar en un edificio para varias familias. La reforma se quería encargar al propio Gaudí, pero al final no fue él quien se encargó de ello, por falta de tiempo, sino que delegó la tarea Joan Baptista Martínez de la Serra, quién fue muy respetuoso con la idea inicial, pero que tuvo que hacer modificaciones sustanciales, como sustituir la escalera señorial de entrada por una escalera de vecinos.
Retocar lo que hace falta
David García, arquitecto coautor de este proyecto, ha explicado que la restauración del edificio ha sido difícil, en primer lugar porque la casa estaba catalogada completa como patrimonio histórico, aunque algunos de sus elementos no procedían del proyecto de Gaudí ni de la reforma posterior de Joan Baptista Serra de Martínez. Por eso fue imprescindible conseguir la descatalogación de algunos elementos. La Casa Vicens se ha inaugurado con un año de retraso sobre las previsiones, tras un proceso muy costoso, en diálogo con el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya. "Sin pausa y sin prisas", ha definido la operación Joan Abelló, quién ha afirmado que ha disfrutado del asesoramiento de Daniel Giralt Miracle, uno de los grandes expertos en Gaudí, y también de muchas instituciones especializada en el modernismo.
Un Gaudí temprano
David García ha resaltado que Gaudí todavía no tenía la madurez de obras posteriores, cuando se puso a construir la Casa Vicens, pero que fue esta la que le dio un aprendizaje que le serviría para toda su carrera. Este edificio ya prefiguraría algunas de sus obras clave. Daniel Giralt Miracle, vecino del barrio, quien afirma que ha visto la casa en todas sus etapas, ha asegurado que "Si Gaudí viera lo que se ha hecho os felicitaría, porque finalmente se ha entendido la casa". Y ha asegurado que el resultado de la restauración es un "Gaudí germinal, un Gaudí auténtico".
Espacios desiguales
La restauración del edificio ha pasado por derribar muchos de los tabiques interiores, construidos cuando se dividió la Casa Vicens entre varios estandantes. Así pues, si bien el exterior es impecable, algunas plantas del interior mantienen pocos vestigios del pasado. En el sótano y en la buhardilla sólo se puede entrever la estructura original del edificio, sin ninguno de los complementos de la época de Gaudí y con algunas modificaciones importantes, derivadas de las estructuras construidas para permitir las visitas. Probablemente tampoco eran los pisos más interesantes, porque eran dependencias para el servicio, donde se cuidaron muy poco los detalles. La planta baja y el primer piso son los que mejor se conservan; algunos espacios mantienen la decoración pensada por Gaudí, con elementos estéticos hechos con cerámica, papel maché, forja, madera... El comedor, el fumador o el dormitorio principal son algunos de los espacios mejor conservados. Aunque solamente quedan algunos de los muebles originales, algunas estancias tienen todo el aire de un edificio modernista. El jardín conserva parte del encanto, pero desdichadamente, con el tiempo ha quedado muy empequeñecido y ha perdido la característica cascada y el manantial de Santa Rita. En cambio, la parte de la reja que se conserva, de hierro colado, tiene una decoración muy peculiar de palmitos.
El turismo, reglado
Pedro González, consejero delegado de Mora Banco, grupo propietario de la Casa Vicens e impulsor de la reforma, ha explicado que este banco andorrano de base familiar, ha querido apostar por un proyecto diferente a sus inversiones habituales, lo que califican de "mecenazgo sostenible". Afirma que se han hecho muchos cálculos, y asegura que hay una rentabilidad financiera a medio plazo en la Casa, pero que no es incompatible con el "beneficio intangible" que supone impulsar una iniciativa como esta. La intención de la restauración es la explotación del edificio modernista. Contará con sistema de compra previa de entrada, una cafetería que irá a cargo de la prestigiosa Escuela de Hostelería Hofmann, una tienda-librería especializada en Gaudí gestionada por una cooperativa de Gracia...
Para un "turismo de calidad"
Los promotores de la idea piensan en un "turismo más de calidad que de cantidad". Esperan a una previsión de unos 150.000 personas/año, con un máximo de 60 personas al mismo tiempo dentro de la Casa, y con no más de 500 personas por día. Esperan que la gente se encuentre a gusto en el museo y confían en el contacto humano con un equipo de expertos como a base de la visita. Se ha decidido no amueblarla y respetar los muebles de época que ya existían, como una forma de permitir el máximo espacio para exposiciones temporales. También se ha previsto la realización de actividades pedagógicas. Dentro de la idea de crear una "casa museo", se ha establecido una exposición permanente, que incluye unas maquetas de la casa, un vídeo sobre este edificio y algunos elementos aislados más. El precio de la visita normal será de 16 €, pero habrá ciertos descuentos y se prevé que los 22 de mayo, festividad de Santa Rita, haya visitas gratis.
La "casa de las baldosas"
Muchos vecinos de Gràcia conocen la Casa Vicens, sencillamente, como "la casa de las baldosas", por las características baldosas con dibujos de clavellinas que decoran sus fachadas. La leyenda popular decía que Manel Vicens i Montaner había sido un fabricante de baldosas, y que había encargado a Gaudí una obra donde tomaran el máximo protagonismo los productos de su fábrica. Ahora, con la restauración, se han revisado los archivos y se han encontrado las facturas de las baldosas que Gaudí encargó a una conocida fábrica de la época. Parece ser que, en realidad, Manel Vicens fue un corredor de bolsa que se enriqueció con la fiebre del oro, de 1876 a 1882, en los años anteriores a la construcción de su casa de veraneo de la calle de las Carolines (que entonces no se llamaba así, recibió el nombre en 1908, en honor en las islas del Pacífico vendidas por España a Alemania tras la derrota de 1898). Pero probablemente para los gracienses seguirá siendo la casa del fabricante de baldosas.
Las dificultades de un edificio muy reformado
La casa Vicens pasó por una primera fase de expansión que disolvió algunos de los elementos originales: al fusionarse el edificio de Gaudí con la finca vecina, en la reforma de Serra de Martínez, ya experimentó un primer cambio radical. Más tarde sufrió una contracción importante: al venderse los terrenos el jardín desapareció (con algunos elementos muy simbólicos, como el manantial de Santa Rita), y la casa de veraneo se vio sumergida entre casas de pisos, y perdió su carácter de casa de vacaciones. Finalmente, para adaptar el edificio modernista a las visitas, en los últimos años, ha hecho falta una reforma en profundidad, que ha pasado para construir una gran escalera en el centro del edificio, que se ha hecho con un estilo moderno, para no interferir con la arquitectura original de Gaudí y de Serra Martínez. Así pues, la casa que desde fuera tiene todo el encanto de la estética modernista, por dentro tiene un aspecto mucho menos homogéneo. La visita puede resultar un poco decepcionante para quien espere ver un edificio modernista íntegro con un museo asociado.