Hasta este domingo 21 de enero, en el Teatre Lliure de Gràcia se representa Casares-Camus. El espectáculo teatral a partir de la correspondencia entre el escritor Albert Camus y la actriz María Casares. El montaje, estrenado en Girona, en el marco del Temporada Alta ha agotado todas las entradas. La adaptación es de Rosa Renom, que hace de María Casares, y la acompaña Jordi Boixaderas. Dirigidos por Mario Gas, la pareja lee las misivas más populares, epístolas que se editaron hace unos años en Francia y han tenido un éxito internacional, que se intercambiaron.
La prosodia en el campo del amor
El escenario presenta una acumulación de elementos propios de la escenografía de los Miserables. Durante toda la representación, unos audiovisuales (unos fotomontajes no demasiado conseguidos) y piezas de música acompañan las transiciones entre una carta y la otra. Los actores, Rosa Renom y Jordi Boixaderas se asimilan con los protagonistas de las cartas. Las escenas alternan la narración de la vida de los protagonistas bajo una estructura cronológica. Mayoritariamente, hablan en primera persona, y se dirigen a público para entonar la escena. Un mecanismo de pura convención teatral. Los dos actores lucen en un texto que en algunos momentos insiste excesivamente en el contexto histórico hasta el punto en caer en la repetición, pero que destaca un amor sencillo entre dos personas ocupadas y con vidas hiperactivas. Los espectadores empatizan especialmente con los personajes cuando Camus recibe la propuesta de traducir una de sus obras al castellano. Casares lo anima: la oferta pasa por tejer un espectáculo teatral antifranquista.
El montaje permite a los dos actores exhibirse técnicamente y narrar un texto hecho a medida para la prosodia en el campo del amor
El público disfruta: el montaje permite a los dos actores exhibirse técnicamente y narrar un texto hecho a medida para la prosodia en el campo del amor. No obstante, los espectadores se marchan cabizbajos, porque desearíamos volver a ver a estos dos grandes intérpretes del teatro catalán escenificando La Senyoreta Júlia, de Strindberg, o Un quartet, de Heine Müller. El espacio, el Lliure de Gràcia, induce a pensar en aquellos grandes montajes que embelesaron a la audiencia del Lliure antes de la remodelación. Todas las entradas se agotaron poco después del estreno. Cosa que explica que los fieles de la sala quieren a grandes actores en escena. Los echa de menos. Esperamos verlos pronto encarnando grandes textos del teatro clásico. De hecho, a partir del jueves ya 25 tenemos una nueva cita con Sísif fa no fa, de Jordi Oriol protagonizado por Carles Pedragosa. Pero de esto hablaremos más adelante.