La trágica historia de Salvador Puig Antich será una obra de teatro inédita. El próximo otoño, y dentro de la conmemoración del 50.º aniversario del asesinato del joven anarquista, se estrenará Puig Antich, cas obert, que se podrá ver en La Modelo de Barcelona del 4 al 9 de noviembre y que convertirá un edificio hecho para la represión en espacio de arte, memoria y reparación. Así, el espectáculo teatral se representará entre las mismas paredes que mataron al militante catalán el 2 de marzo de 1974, un hecho que años después ni la justicia ni la democracia han sabido reparar, a pesar de haber pruebas que demuestran que Puig Antich, como mínimo, no tuvo un juicio justo. El número de funciones será limitado y no hay habrá entradas a la venta, sino que el acceso al público se restringirá solo a aquellas personas que tengan una invitación obtenida a través de una campaña de micromecenazgo, que se abre a partir de este miércoles a través de la plataforma GOTEO.

🟠 La cruel ejecución de Salvador Puig Antich cumple 50 años
 

La obra está basada en el libro Salvador Puig Antich, cas obert. La revisió definitiva del procés (Angle Editorial), del periodista Jordi Panyella, con dramaturgia de Mercè Sarrias, dirección de Jordi Pérez Solé y la interpretación de Marc Pujol, Carme Sansa y Bàrbara Roig, que tomarán los espacios de la prisión huyendo de la lágrima para conectar con la reivindicación. Partiendo de la investigación de Panyella, especialista en el caso, para desarrollar la pieza teatral se añadirá una narrativa a través de testimonios, el sumario original, escritos del mismo Puig Antich o material audiovisual y bibliográfico, así como el apoyo de Carme, Imma, Montse y la Merçona, las hermanas de Salvador. La dramaturgia se ha hecho a partir de tres ejes: reabrir el caso desde el teatro, recuperar la memoria y revivir las últimas semanas, días y horas del joven, desde que fue capturado en la calle Girona hasta que fue ejecutado en la sala de paquetería de la Modelo.

El espectáculo también pondrá en escena al Salvador real, dándole la palabra. El espectador no encontrará a un hombre idealizado sino a un ser vivo con todas sus virtudes y sus defectos, un personaje rebelde, controvertido, encantador, lleno de anhelos y contradicciones, el último garrote vil de un régimen que agonizaba y que trastornó la sociedad de tal manera que todavía hoy el luto sigue persistiendo. Como sus hermanas, gran parte de la sociedad todavía llora un asesinato que no ha encontrado justicia cinco décadas después, y reapropiarse del espacio de la Modelo para enfocar la verdad es una de las grandes ambiciones de un proyecto que quiere seguir drenando la herida. El pistoletazo de salida para participar en la campaña de micromecenazgo es este miércoles 5 de junio. Entre las recompensas por colaborar con el proyecto se incluyen invitaciones, el cartel numerado y firmado por el equipo, asistencia a un ensayo, al coloquio y/o a la cena de clausura, así como el libro dedicado por el autor, la posibilidad de ser entidad colaboradora o patrocinador oficial del espectáculo, entre otros. Cada aportación tiene una desgravación fiscal entre el 35 y el 80%.

Un proceso judicial irregular que no se ha reparado 50 años después

El anarquista catalán fue ejecutado la mañana del 2 de marzo de 1974 acusado de haber matado a un policía durante un tiroteo con fuego cruzado, un episodio que más tarde se ha confirmado como un montaje policial lleno de irregularidades y malas praxis. Su ejecución fue la última con el sistema del garrote vil de un régimen franquista en las últimas y deseoso de sacar pecho —también la de Heinz Ches—. El consejo de guerra dictaminó que Puig Antich mató al agente Francisco Anguas Barragán, aunque él siempre sostuvo que no había disparado. No tuvo un juicio justo ni ninguna garantía procesal: a sus abogados se les denegó cualquier prueba y se vulneraron sus derechos fundamentales. Investigaciones posteriores han comprobado que todo fue una farsa para inculparlo. El caso Puig Antich se ha intentado reabrir dos veces, sin éxito. En este sentido, recuperar la memoria histórica es imprescindible para reforzar los valores democráticos, de justicia y de verdad.