Francesc Xavier Vila, doctor en lingüística, es profesor del departamento de Filología Catalana de la Universitat de Barcelona y dirige el CUSC (Centre d'Investigació en Sociolingüística) de esta universidad. Su especialidad son las políticas lingüísticas en lengua catalana y en lenguas medias, de entre uno y 25 millones de habitantes. Recibe a El Nacional en su despacho de la Universitat de Barcelona. Afable, usa sus argumentos de forma didáctica, con la facilidad que muestra aquél que está habituado a enseñar.
¿Es viable el catalán? ¿Es una lengua que tiene posibilidades de sobrevivir en una situación de normalidad?
El catalán es una lengua media. Estas lenguas, que hablan entre uno y 25 millones de personas, son viables, en principio. El problema es que estas lenguas no siempre tienen las condiciones políticas y jurídicas que las hacen viables. El sueco, el griego y el letón son lenguas medias. El catalán también, pero tiene problemas que estas otras lenguas no tienen. El catalán, pues, es viable, pero se tendrían que tomar las medidas que garantizaran su viabilidad.
En 2004 usted hizo un balance de las políticas lingüísticas en Catalunya desde la aprobación de la Constitución. En aquel momento aseguraba que disminuía el número de hablantes predominantes de catalán, y que crecía el número de gente con un uso esporádico del catalán. ¿Este análisis todavía sería válido hoy en día?
La situación es la misma, pero todavía más agudizada. Ha seguido disminuyendo el número de usuarios instalados en la lengua catalana y ha crecido el número de gente que hace un uso esporádico del catalán. Los datos nos indican que ha habido un cambio desde el año 2000 con la llegada de grandes inmigraciones. Y estas grandes migraciones hacen que no crezca el conocimiento del catalán, porque la llegada de grandes cantidades de gente no catalanohablante diluye el crecimiento del uso del catalán entre la gente que ya estaba en el territorio.
El número de catalanohablantes iniciales se ha ido reduciendo a causa del descenso de la fertilidad a los años setenta, ochenta y noventa
¿Este fenómeno sólo es debido a las migraciones?
Hay un fenómeno endógeno. El número de catalanohablantes iniciales, de gente que hablaba el catalán de niño en casa, se ha ido reduciendo a causa del descenso de la fertilidad en Catalunya en los años setenta, ochenta y noventa. Si a eso le sumas que ha llegado gente que viene de fuera y que no se ha incorporado a la lengua catalana, eso hace que el número de hablantes del catalán haya bajado porcentualmente. El "núcleo duro" catalanohablante ha disminuido, pero se arañan usuarios secundarios, a partir de la escuela, de entornos laborales que favorecen el uso del catalán...
¿Qué papel han jugado las nuevas emigraciones que han llegado de 2000 a 2010?
Han diversificado la sociedad catalana. Al principio del siglo XX sólo había catalanes. Más tarde, ya había catalanes y gente que había venido del resto del Estado. Ahora, a principios del siglo XXI, hay otros tipos de actores, con otras lenguas de uso. Pero ha habido una incorporación muy débil de estos migrantes nuevos al uso del catalán. Lo aprenden sólo aquellos que por edad o por situación social tienen necesidad de aprenderlo; por ejemplo, lo asumen, sin muchas dificultades, los inmigrantes jóvenes en escuelas catalanohablantes o los profesionales medios que trabajan en entornos catalanohablantes. Pero la población alóglota, aquellos que originalmente no hablaban ni catalán ni castellano, globalmente tiende a reforzar el papel del castellano.
El problema de las lenguas no viene principalmente de las ideologías, sino que está marcado por el entorno
¿Qué es lo que hace que algunos inmigrantes aprendan el catalán y otros no?
Lo más importante no es que quieran aprenderlo o no. La voluntad de las personas tiene impacto, pero el problema de las lenguas no viene principalmente de las ideologías, sino que está marcado por el entorno. El catalán lo aprenden los que viven en un entorno donde el catalán es necesario y donde tienen facilidades para aprenderlo. La actitud es un factor importante, pero no determinante.
La escuela no transforma los usos lingüísticos de la población de forma masiva
Hay quien confía en que la inmersión lingüística puede revertir esta situación.
Hay quien piensa, de forma muy optimista, que la escuela puede cambiar a la gente. Y está el mito de que la escuela transforma lingüísticamente a las personas. Eso no es cierto. La escuela francesa no cambió los usos lingüísticos de los franceses. Fue la República francesa, toda ella. La escuela no transforma los usos lingüísticos de la población de forma masiva.
¿Pero la inmersión contribuye a la difusión del catalán?
Lo que puede hacer la escuela es "facilitar el conocimiento de la lengua", como decía Miquel Pueyo. La escuela puede incidir en la percepción de la lengua, y puede contribuir a reforzar su valoración. La escuela puede crear entornos en que los hablantes de lenguas minorizadas no las dejen. Gracias a la inmersión se mantienen algunos conocimientos de la lengua, y eso es muy importante.
¿Qué limitaciones hay en la inmersión?
La escuela tiene un problema: constituye una burbuja con respecto al resto del sistema cultural en catalán. En ámbitos donde la gran mayoría de la población no tiene el catalán como lengua inicial hay escuela en catalán, pero la gente no tiene conciencia de que hay una vida cultural en catalán más allá de la escuela. La vida escolar no se articula con el resto de la vida cultural del alumno y de su entorno.
Usted, a pesar de todo, no es completamente pesimista con respecto a la situación del catalán. Incluso afirma que el catalán suma.
La situación es compleja, delicada y frágil. Ahora el catalán es la lengua de identificación de dos tercios de la población nacida en Catalunya (algunos de forma compartida con el castellano o con otras lenguas). Ello implica que casi sin excepciones los catalanohablantes transmiten su lengua y que, además, hay castellanohablantes que transmiten el catalán a sus hijos. Gente que originalmente no era catalanohablante ahora considera el catalán como su lengua. Y el catalán tiene un valor añadido en la sociedad catalana. En ciertos trabajos, sale a cuenta el dominio del catalán. Sumamos población al catalán: el problema básico es que tenemos una natalidad débil.
¿Hay ámbitos sociales donde el catalán no llegue?
Sí. Hay zonas urbanas creadas durante el periodo de grandes migraciones de la segunda mitad de siglo XX donde es muy difícil oír el catalán. También es verdad que gracias al sector educativo incluso allí se ha incrementado la posibilidad de funcionar en catalán. Ahora, en muchas zonas donde el catalán es marginal, te entienden, e incluso a veces te responden catalán. El país se ha ido despolarizando: los catalanes viven menos en catalán y los castellanohablantes viven menos en castellano.
¿Las instituciones hacen todo lo que es necesario en defensa del catalán?
No siempre. A partir de 2017 los graduados de las universidades catalanas tendrán que demostrar su conocimiento de una lengua diferente al catalán o al castellano. Un inmigrante que venga aquí a estudiar tendrá más presiones para aprender otra lengua que el catalán. Las instituciones, al no exigirle el catalán, le están diciendo que el catalán es indiferente. Nos atrevemos a exigir el inglés a los licenciados, pero no nos atrevemos a pedirles del dominio del catalán.
¿Las políticas no lingüísticas tienen efecto sobre la situación de la lengua catalana?
La mayoría de políticas que tienen efecto sobre la lengua son políticas aparentemente no lingüísticas. Un país se construye a partir de las políticas no lingüísticas. Las políticas generales pueden ayudar o no a las políticas lingüísticas. La mayoría de políticas no lingüísticas que se aplican en este país no favorecen al catalán, porque la mayoría de políticas con consecuencias lingüísticas dependen de Madrid. Cuando llegas a cualquier aeropuerto de Canadá puedes escoger entre que te atiendan en inglés o en francés. En Catalunya puedes tener problemas si hablas en catalán. Y cualquier gestión de extranjería se tiene que hacer obligatoriamente en castellano. Incluso para obtener la nacionalidad española hay que saber español y no se valora el conocimiento del catalán.
Tenemos un modelo socioeconómico sorprendente e incoherente, que perjudica el catalán
¿Qué impacto tiene el modelo socioeconómico vigente sobre la lengua catalana?
Tenemos un modelo socioeconómico sorprendente e incoherente, que perjudica el catalán. Tenemos una economía que en buena medida se dedicó a construir mucho, y a traer a mucha gente de fuera para trabajar en la construcción y en los servicios de hostelería, puestos de trabajo de baja calidad que atraían a muchos inmigrantes, que se ubicaban en sectores donde el catalán no tenía presencia. Y al mismo tiempo, este modelo socioeconómico no genera empleo para los hijos de los de aquí, que se tienen que marchar fuera. Eso, inevitablemente, debilita el catalán.
¿Qué efecto tienen los recortes sobre el catalán?
Hay algunos muy directos: si hay menos dinero para política lingüística, la situación empeora al haber menos dinero para aulas de acogida, para programas de normalización... Y hay consecuencias indirectas. Hay gente que está cobrando 600 euros. Esta gente se da cuenta de que el ascensor que posibilita el ascenso social no funciona, y por eso ya no tiene ninguna confianza en que aprender el catalán le sirva de nada. ¿Si el ascensor no chuta, porque tienes que invertir esfuerzos en aprender catalán? En 2003 teníamos un 13% de gente que afirmaba hablar un 0% en catalán. En 2008 había subido al 19%. Y en 2013 había subido hasta el 25%. Este porcentaje normalmente se corresponde a sectores muy marginales.
Si mueves desconfianzas, hieres susceptibilidades y no ofreces soluciones, estás cometiendo un error. La iniciativa se puede entender, pero el manifiesto Koiné es un texto mal planteado
¿Qué piensa del manifiesto Koiné?
El tema de la lengua en la Catalunya del futuro no se ha resuelto, a pesar de todos los debates sobre el procés. En consecuencia hay sensibilidades que han estallado, porque se han cometido errores desde muchas perspectivas. Que en un debate de TV3 la representante de Ciudadanos hable en catalán y el de ERC en castellano provoca cortocircuitos. Se ha querido pasar por encima del tema lingüístico sin mucho debate y ha sido peor. El manifiesto Koiné es una vía de escape de las tensiones de algún sector, que no aguantaba más. Yo dije desde el principio que estaba redactado de forma inadecuada, hería susceptibilidades y daba carnaza a los enemigos de aquello que la gente de Koiné defiende. Pero hay una cuestión añadida, y es que Koiné no apunta a los problemas reales. Lo plantea todo como si fuera una cuestión de ideologías, cuando hay muchas otras cuestiones en juego. Si mueves desconfianzas, hieres susceptibilidades y no ofreces soluciones, estás cometiendo un error. La iniciativa se puede comprender, pero el manifiesto Koiné es un texto mal planteado.