La cabeza de Juan Luis Cebrián huele a pólvora. Una conjura de accionistas amenaza con descabalgar al presidente ejecutivo del Grupo Prisa y también a su consejero delegado, José Luis Sainz, a mediados de año. Parece que esta vez es en serio. Los accionistas conjurados suman hasta un 40% del capital del principal grupo de comunicación español: el fondo de inversiones Amber (mayor accionista individual, con un 19,3%), Telefónica (13%) y dos bancos acreedores (CaixaBank, 3,9%; Banco Santander, 4,2%), según una información de la agencia Bloomberg, que cita “fuentes familiarizadas con la situación”.
A ese 40% puede sumarse otro banco, el HSBC, dueño del 7,5% del capital, según han dicho a El Nacional ex ejecutivos de Prisa.
Bloomberg explica que esta operación está encabezada por César Alierta, ex presidente de Telefónica (y presidente de la fundación de esa teleco). Amber, Telefónica, CaixaBank y la propia Prisa declinaron comentar esta información.
Sueldos y sueldos
Al director de Amber, Joseph Oughourlian, se le conoce interés en el relevo de Cebrián desde hace al menos un año, como desveló el Financial Times. En el Consejo de Administración del pasado febrero, Oughourlian ya votó contra la retribución de Cebrián (1,76 millones de euros) y arrastró la abstención de otros cuatro consejeros.
Desde 2011, Cebrián ha cobrado 18 millones de euros en metálico y acciones, que incluyen 1,2 millones anuales de su fondo de jubilación. Por comparar, en 2015 el consejero delegado de Atresmedia, Silvio González, ganó 2.031.000 euros, y el CEO de Mediaset, Paolo Vasile, 2.564.000, aunque esas cadenas sumaron 265 millones en beneficios.
El consejo de administración de Prisa, compuesto por 17 miembros, cobró 5,75 millones de euros en 2016. Es el segundo consejo mejor pagado en relación al valor en bolsa de la compañía entre las 53 compañías españolas que Bloomberg monitorea.
Reacción terminante
La primera reacción de Cebrián, horas después de publicarse esta información este viernes, ha sido cancelar los contratos que los medios de Prisa (El País, Cinco Días…) tienen con la agencia norteamericana de información financiera, según confirmó eldiario.es. Los terminales de Bloomberg son al periodismo económico como el bisturí para los cirujanos.
Los mercados, en cambio, aplaudieron la noticia el mismo viernes: la acción de Prisa se apreció un 1,6% hasta los 4,80 euros.
Esa es, precisamente, la cuestión. Desde que Prisa salió a bolsa, el año 2000, ha perdido el 99,6% de su valor en bolsa. Es el peor desempeño de los 53 grupos de medios europeos valorados en más de 100 millones de euros, explica Bloomberg.
La agencia cita a dos analistas financieros que evalúan muy negativamente el desempeño de Juan Luis Cebrián al frente de la compañía. Fernando Primo de Rivera, de Armada Capital, lo califica de “horrible” y habla de “monumental pérdida de valor para el accionista”. Andrés Bolumburu, de Banc Sabadell, explica que el principal problema de Prisa es su elevada deuda (1.490 millones de euros) y su vencimiento inmediato.
Opciones
Las opciones para Prisa son, básicamente, dos. Una es refinanciar la deuda otra vez. Complicado. Otra es vender más activos. La joya de la corona es Editorial Santillana, de libros de texto, que es la empresa sobre la que Jesús de Polanco construyó su imperio mediático. Prisa la valora en 2.000 millones de euros, un precio que el mercado considera excesivo. Otro activo de valor es Prisa Radio, que incluye a la Cadena SER, una opción que nunca se ha considerado.
Una tercera vía, de sentido opuesto, es la vía Pearson. La compañía británica, propietaria del Financial Times y del 50% de The Economist, decidió vender ambas publicaciones para centrarse en lo que consideraba su negocio central, el material educativo. Ni el diario ni la revista tenían malas cifras pero Pearson prefirió no arriesgarse.
De momento, no hay noticias de que los conjurados hayan tomado alguna decisión concreta. Juan Luis Cebrián repite desde hace años que su puesto está a disposición del Consejo de Administración. Hay partido.
Un viaje accidentado
La travesía de la crisis ha sido compleja y estropajosa para Prisa. Desde julio de 2007, fecha de la muerte de Jesús de Polanco, el empresario editorial que adquirió la mayoría de la compañía en sus inicios, el grupo ha reducido su deuda en 3.500 millones de euros; ha pagado a bancos y otros acreedores otros 1.000 millones más; ha vendido activos por otros 3.000 (singularmente Sogecable, su operación de tv). También ha reducido la plantilla en casi 2.500 empleados y ha debido ampliar capital por 1.300 millones.
Al final de ese túnel, en medio de la crisis general y del sector, la familia Polanco ya no es la principal accionista del grupo. Lo es Amber Capital, un fondo de inversiones sito en Londres, dueño del 19,3% del capital.
Los Polanco se mantienen como accionistas de referencia porque suman su 17,5% con el 8% de la mexicana CHO Networks. Además, los principales bancos acreedores de Prisa (La Caixa, Santander, HSBC) suman un 15,5% del capital y Telefónica otro 13%.
Pinchar en hueso
Prisa y su presidente ejecutivo tienen mal café en estas situaciones. En noviembre de 2015 canceló sus acuerdos con The New York Times a causa de una información en que se vertían críticas a su falta de independencia. En abril de 2016 anunció con querellarse o demandar a eldiario.es, El Confidencial y La Sexta por informar que una exmujer de Cebrián aparecía citada en los Papeles de Panamá y sobre algunas inversiones del propio Cebrián. Sólo El Confidencial fue demandado.
Cebrián pincha en hueso con Bloomberg. La agencia ya probó su independencia en septiembre de 2013 al resistirse y denunciar que cargos de la Presidencia del gobierno español pidieron a la agencia que no emitiera el fragmento de una entrevista a Mariano Rajoy en que respondía sobre la corrupción jugando al despiste. “Hay cosas que no se pueden demostrar; no tiene sentido decir qué haría si no se puede demostrar. No hubo financiación ilegal”, dijo Rajoy entre otras cosas.
La réplica de Bloomberg fue contundente: “Les explicamos que esos minutos eran relevantes y que no íbamos a omitirlos. Nunca dejamos que ningún invitado conozca de antemano las preguntas de la entrevista. Tampoco aceptamos nunca suprimir ningún fragmento. Ellos no estaban contentos con las preguntas sobre la corrupción y nos pidieron que las quitáramos. Pero nosotros defendemos nuestro trabajo”.