Hoy llega a las salas de cine Un lugar común, ópera prima de la cineasta de Cornellà de Llobregat Celia Giraldo. Penúltimo talento surgido del ESCAC, mirada brillante que ya ha evidenciado en cortometrajes como Te busco en todos, la película colectiva La filla d'algú o los diversos capítulos de la serie Això no es Suecia que ha dirigido, Celia se estrena de largo con una película más que notable en sus aspectos formales, altamente interesante y necesaria en su historia y mensaje. El de la Pilar, una mujer de mediana edad, madre de familia que se empieza a preguntar quién cuidará de ella que lleva toda la vida cuidando de los demás.
Déjame empezar por el final, con esta última escena con la que podrías haber dibujado un final muy abierto, pero lo cierras con las escenas de los títulos de crédito.
Siempre tuve claro que quería que estuvieran estas escenas de los créditos. Quería que el final fuera un pequeño abrazo. No sé hasta qué punto eso es un espóiler, pero la idea que Pilar, la madre de familia protagonista, se marchara y lo dejara todo atrás, me parecía poco realista. Me parecía más bonito y más interesante cerrarlo cómo lo he cerrado, que no con una gran huida. Porque la realidad de la vida es una sucesión de momentos felices, pero también de crisis. Y todos hemos pensado en dejarlo todo, que podríamos haber tenido otra vida; pero, en el fondo, tienes la vida que tienes y lo transformador es intentar cambiar las cosas que no te hacen sentir bien.
Un lugar común tiene mucho de tu primer cortometraje, Te busco en todos: los dos trabajos tienen como protagonistas una madre de mediana edad que anhelan otra vida.
Quería huir de hacer algo parecido al corto, pero finalmente se han acabado pareciendo. Cuando empecé a escribir el guion de Un lugar común quería hacer una historia coral. Me gustaba la idea de hacer una película donde pudieras identificarte con diferentes personajes. Que hubiera una visión más holística general, como de una misma situación a través de diferentes vivencias. Pero es verdad que, a medida que fuimos escribiendo, nos dimos cuenta de que el personaje que más nos interesaba era el de la madre, que era la que hacía de cola de enganchar de toda la familia, y además era la que tenía menos vida fuera del hogar. Tenía el trabajo, la casa, los hijos... A través de este personaje quise explorar la crisis por la cual pasas cuando crees que has perdido lo que te define. Un lugar común es un coming-of-age de alguien de mediana edad que se supone que no tiene que tener un coming-of-age.
Un lugar común es un coming-of-age de alguien de mediana edad que se supone que no tiene que tener un coming-of-age
Hay un momento en la película en que la protagonista se pregunta quién cuidaba a su madre. Y quizás esta es la pregunta que sobrevuela toda la historia: quién cuida a la cuidadora.
A mí lo que me parecía interesante es que la protagonista se lo plantee cuando ella está sufriendo, no antes. Todos hemos sido hijos y nos han cuidado. Y todos en algún momento, sobre todo si somos madres, tendremos que cuidar. Y es hasta que no somos madres que no ponemos el foco en cómo ha sido la maternidad de nuestras madres. Hasta que no sufre esta crisis, la protagonista de la película no se da cuenta de que ella también ha sido hija, y seguramente una hija parecida a la suya.
Tu filmografía, con todo lo que has ido haciendo: cortos, series y ahora la película, tiene la maternidad como común denominador.
Sí, es así. No hay ningún razonamiento, ha venido dado. Es superinteresante hacer entrevistas porque empiezas a poner palabras a cosas a las que no le habías puesto. Yo trabajo muchísimo desde la intuición, aunque me gustaría ser más intelectual, y muchos de estos aspectos los reflexiono a posteriori. Hay una pulsión, un deseo, unos miedos que quieres explorar, pero solo te das cuenta con la perspectiva. Yo me he dado cuenta de que conectaba mucho con el personaje una vez hecha la película de la Pilar, la madre, por el miedo que yo sentí una vez me hice mayor cuando me independicé con 23 años y viví mi primer año de adulta. Para mí fue un luto darme cuenta de que la vida adulta quería decir que te tienes que levantar cada mañana, que nadie te vendrá a despertar, que tendrás que hacer la compra, hacerte la comida... Hechos que pueden parecer muy básicos, pero que, al final, la conclusión de todo eso es que estamos solos. Hay soledad en la vida adulta. Te tienes que sostener tú mismo. Y a veces eso pesa. No pasa nada, seguimos adelante y vivimos en comunidades: tenemos familias, tenemos amigos, pero hay alguna cosa en tu cabeza que te recuerda que, pese a todo, estás tú solo. Estos miedos por lo que nos llevará el futuro me parecen un motor superinteresante para la creación.
Pese a todo, no diría que ahora es más fácil romper con los estereotipos, pero sí que antes los caminos estaban mucho más marcados, era mucho más difícil coger atajos vitales.
Pero igualmente sigue habiendo unas estructuras supertradicionales que tenemos muy interiorizadas. Como mujer es imposible no hacerte la pregunta de si quieres o no ser madre. Y si no te la haces tú, alguien más te la hará. Es muy difícil escapar de estas estructuras sociales que se han ido formando durante siglos y replantearte otras maneras de vivir. Peor todavía, es difícil no sentir culpa si te sales un poco de la norma o si te planteas otras cosas, aunque mi generación y las generaciones más jóvenes estamos intentando vivir de otra manera, pero todavía nos tenemos que sacar muchos pesos de encima.
En la película, este contrapunto lo aporta la hermana de la protagonista, que interpreta Aina Clotet, una mujer que sí que se ha sacado estos pesos de encima.
Sí, totalmente. También me interesaba mucho esta relación entre hermanas, los juicios y las envidias que se establecen entre ellas. El personaje de Aina, sin embargo, era especialmente importante para despertar deseos en la protagonista. De cosas que ella pensaba que rechazaba de su hermana, pero que en el fondo quería vivir.
Hay una soledad a la vida adulta. Te tienes que sostener tú mismo. Y a veces eso pesa. No pasa nada, seguimos adelante y vivimos en comunidades: tenemos familias, tenemos amigos, pero hay alguna cosa en tu cabeza que te recuerda que, pese a todo, estás tú solo
En algunos momentos me ha recordado Tres días con la familia del Mar Coll.
Tres días con la familia no ha sido un referente directo, pero sí la segunda película de Mar Coll, Todos queremos lo mejor para ella, que también va de una mujer en crisis absoluta. Es verdad que, en este caso, la protagonista era la cuidada, no la cuidadora. Un personaje superinfantilizado, porque acababa de tener un accidente, pero sí que había alguna cosa de seguimiento de un personaje en crisis.
Has dirigido varios capítulos de la serie Això no és Suècia, creada y protagonizada por Aina Clotet (que también es la protagonista de La filla d'algú, película colectiva que codirigiste) y de la que Mar Coll también ha dirigido algunos episodios.
Mar fue profesora mía en la ESCAC. Nos conocimos allí. De hecho, nos tutorizó la escritura del guion de Un lugar común. Ha estado muy presente en el proyecto. Es uno referente y una amiga y nos ha ayudado muchísimo con la película.
De siempre, la ESCAC se ha revelado como un plantel inagotable de talento cinematográfico.
Es un espacio donde te encuentras a mucha gente creativa y con las mismas inquietudes que tú. Yo aprendí muchísimo de mis compañeros de generación. Son la gente con la que trabajo y me relaciono, con la que comparto más intimidad. Colaboramos los unos con los otros, nos ayudamos como podemos. A mí me ha hecho mejor directora compartir espacio con ellos.
No sé si para bien o para mal, pero sí que hay una mirada muy concreta del cine, de toda la gente que salís de allí. Es muy fácil de identificar una película dirigida por alguien que ha salido de la ESCAC.
Nos ayudan mucho a focalizarnos en los personajes y en los viajes. Formalmente, siento que cada uno coge caminos diferentes a nivel de tono. Pero a nivel de las cosas más esenciales, el tratamiento de los personajes y cómo hacemos los viajes dentro de las películas con estos personajes, sí que hay una mirada muy concreta de la gente que hemos salido de la ESCAC.
¿Le ha gustado la película a tu madre?
Mucho. No los enseñé la película hasta que la estrenamos en el festival D'A. En el coloquio posterior a la proyección, mi madre cogió el micro para hablar y confesó que tenía mucho miedo que no le gustara. Este era su gran miedo. Pero le gustó mucho. Conectó mucho con el personaje y conectó mucho con la comedia. O sea, rio mucho, también. Encuentro que he conseguido equilibrar mucho todo esto que es la vida, drama y comedia a partes iguales. Así que bien. Gustar a la madre, check.