Es imposible encontrar el resultado de la ecuación del cine catalán de las últimas dos décadas sin que Cesc Gay, hijo putativo en nuestro país de genios del séptimo arte como Éric Rohmer o Woody Allen, sea un elemento destacado de la fórmula. Responsable, por ser el director y guionista de películas como Krámpack (2000), En la ciudad (2001) o aquella exquisitez en 35 milímetros que es Truman (2015), brillantes crónicas existencialistas de la gente normal como tú, después de una primera experiencia como dramaturgo con la aclamada Els veïns de dalt, espectáculo del que después surgió el largometraje Sentimental; ahora vuelve al teatro con 53 diumenges. En la obra protagonizada por Pere Arquillué, Cristina Plazas, Àgata Roca y Lluís Villanueva, Cesc Gay vuelve a explorar, ahora con altas dosis de comedia, la insoportable estupidez del ser, esta vez a través de la historia de tres hermanos que tienen que decidir qué hacer con su padre, ya que no se puede valer por sí solo. Si todavía no la habéis visto, no perdáis la oportunidad de hacerlo, porque estará en la cartelera de la sala Romea hasta el 20 de febrero.

¿Las obras de teatro viven?
Sobre todo cuando estás de bolos, que es lo que nos ha pasado ahora. Desde septiembre que giramos por toda Catalunya y cada día te encuentras con una circunstancia diferente: cada sala es distinta del anterior, unos días están llenas, otros no tanto... La suma de todos estos factores genera que el espectáculo tenga vida propia.

¿Tú vas a los bolos?
Siempre que puedo, voy. No me pasa lo mismo con las películas, que no me gusta nada mirarlas. No he visto nunca ninguna.

No he visto nunca ninguna de mis películas, después de meses de trabajo, no pasará nada que ya no sepa 

¿De verdad?
En una sala de cine no he visto nunca ninguno. Cuando las estreno, saco la cabeza un momento, pero ya está. Después de meses de trabajo, no pasará nada que ya no sepa. En el teatro, en cambio, cada día, puede pasar de todo.

No eres nuevo en el mundo del teatro. Años atrás ya debutaste en este mundo con el espectáculo Els veïns de dalt, del que posteriormente surgió tu última película, Sentimental.
No me considero un hombre de teatro, aunque cine y teatro son primos hermanos, muy especialmente en el proceso de escritura del guion. Me pasó que con Els veïns de dalt la empecé a escribir pensando en una película hasta que me di cuenta de que podía ser una obra de teatro: cuatro personajes, en un solo escenario, en un intervalo de tiempo muy acotado.

Te tiraste.
Hacía tiempo que le daba vueltas a hacer una obra de teatro, y sí, me tiré. Y me fue muy bien y me lo pasé muy bien. De hecho, todavía ahora se está representando a un montón de lugares.

¿Cómo?
Pues entre otras ciudades, ahora se está representando en Miami. Y eso me animó a seguir escribiendo pensando en teatro.

¿Pero es diferente escribir para el cine o escribir para el teatro?
Sí, es diferente. Hay un tipo de escritura con un cierto sentido del humor, que funciona en el teatro y que en cine es diferente. En el cine todo es mucho más serio. En teatro estableces un juego diferente con el espectador.

Es curioso, porque tus películas son muy teatrales: pocos personajes, pocos escenarios...
El tono. La diferencia es el tono. Las convenciones narrativas son diferentes. Lo mismo pasa con las series de televisión, que te obligan a usar un tono diferente al cinematográfico. Todo lo que sea ampliar registros me parece interesante y enriquecedor.


Cesc Gay con el reparto de su espectáculo teatral, 53 diumenges. Foto: Kiku Pinyol

Sin embargo, a pesar de que con tonos diferentes, sí hay un común denominador en toda tu obra: los sentimientos.
Sí, las emociones. En el caso de 53 diumenges es la relación afectiva entre hermanos. Un espacio donde puede haber mucha competitividad. Narrativamente, eso, aunque con humor, puede ser muy interesante de explicar. Me fascina el hecho de que entre hermanos nos podemos pasar el día discutiendo por nimiedades: lo importante es pelearse, no el porqué te enemistas.

El ego.
Era aquí donde quería poner el foco.

Con las ideas pasa lo mismo que cuando eres buscador de setas: tienes que ir a buscarlas

¿De dónde nacen las ideas para un guion?
Pues imagino que con las ideas pasa el mismo que cuando eres buscador de setas: tienes que ir a buscarlas. En este oficio tienes que estar siempre con los ojos abiertos, contigo mismo y con lo que te rodea. Tienes que estar constantemente en alerta. Y una vez encuentras la idea, descodificar qué explicas, por  qué lo explicas y qué quieres conseguir: no es lo mismo hacer Truman que hacer Sentimental.

¿Cuando te sientas a escribir, mentalmente ya tienes la idea del guion totalmente desarrollada?
Es un proceso. Después de hacer Sentimental y 53 domingos, y de haber acabado semanas atrás mi nueva película, ahora estoy iniciando esta fase de escribir. Un proceso en el que día a día vas sumando. Escribir es acumular cosas. Mi ordenador está lleno de carpetas de cosas que he ido escribiendo.

¿Y cómo escoges la carpeta a abrir?
Tengo toda una serie de personajes a los que todavía no he encontrado el lugar, pero yo los conozco, tienen nombre, y a veces se me quedan mirando y me preguntan cuándo les toca salir. Algunos no saldrán nunca del ordenador, otros aparecerán a la primera. Los personajes son como amantes y en el momento que los toma un actor dejan de ser tuyos para ser del intérprete. Eso es lo que pasa con las ideas: historias que tienes allí, que a veces incluso has trabajado mucho, pero que no acaban saliendo. Finalmente, es una cuestión de feeling; en cada momento tienes que hacer aquello que sientas de verdad.

¿No tienes miedo a estar haciendo siempre la misma película?
Evidentemente. Este es un temor que tenemos todos los creadores: escritores, directores, músicos, pintores... Porque, en el fondo, la creatividad siempre nace de tu yo y tus circunstancias.

¿Y la genialidad tiene un límite? ¿Llegará un momento en el que ya habrás hecho tus mejores películas?
Sí. También pasa que hay gente que pasan los años y siguen haciendo grandes películas, pero la gran mayoría, si llegado a cierto punto de su trayectoria lo hubieran dejado, no habría pasado nada. Paso que es lo que sabemos hacer. De la misma manera que tenemos que saber enamorarnos de cada proyecto en el que trabajamos. Hacer una película es una aventura muy larga. Una aventura que te tienes que creer porque si no, no tiene sentido.

He llegado a un momento de mi trayectoria en que necesito arriesgar

¿Tú todavía te lo crees?
Yo he llegado a un momento de mi trayectoria en que necesito arriesgar. Por eso me he acercado al teatro o hice la serie Félix para Movistar.

¿Y en el cine, te arriesgas?
Encuentro que con mis últimas películas, tanto Sentimental como Historias para no contar, que estrenaré este 2022, me he aproximado a la comedia. Y eso es una novedad en mi cine. No sé ahora hacia dónde iré.

¿Consumes mucho cine como espectador?
Mucho, y más ahora con las plataformas. Hay una reflexión, sin embargo, que me hago con este cambio de paradigma: nos nosotros sentamos a ver una película o una serie con la pistola en la mano. Si a los cinco minutos nos gusta lo que vemos, lo matamos.

Fruto de este nuevo hábito de consumo, ya se están haciendo series con capítulos de 10 minutos.
Eso lo quise hacer hace años y me dijeron todo.

¿Qué impacto tiene en el creador saber que el espectador os abandonará si en aquellos primeros cinco minutos no lo habéis seducido?
Es la gran pregunta. No me inquieta pero lo tengo presente: estas son las nuevas normas del juego y ahora el partido se juega así.

¿Qué has visto de principio a fin, últimamente?
Últimamente me he preocupado en el mundo de las series producidas en Israel. Shtisel, Fauda... Tienen unos guiones y una realización espectacular. Los creadores vivimos del conflicto, imagino que por eso son tan buenos.


53 diumenges estará en la cartelera del Teatro Romea hasta el 20 de febrero. Foto: David Ruano

Tú trabajas más desde los sentimientos.
Porque vivo en una sociedad sin conflictos o con conflictos muy menores comparados con los de Israel.

¿Cuál de tus películas representaría el paradigma de tu cine?
Todas tienen sus cosas. Truman, seguramente, es la que ha tenido más reconocimiento. En la ciudad, en su momento, también funcionó muy bien. Y esta última, Sentimental, es mi película más vendida.

¿La más vendida en qué sentido?
Se están haciendo muchos remakes: Italia, Francia, Suiza, Estados Unidos... Es una película económica, fácil de producir en tiempo de la Covid con una historia muy universal.

¿Cómo participas en estos remakes?
No tengo ningún tipo de participación. En el cine, te compran los derechos de tu película para hacer una adaptación y tienes muy poco que decir. Pero cada adaptación es muy interesante porque genera una lectura diferente de la obra a partir de la cultura del país en el que se está haciendo.

¿Alguna que te haya sorprendido?
Recuerdo especialmente la versión portuguesa de Els veïns de dalt. Lo mismo que la argentina. Y ahora Miami, que es Cuba, el caribe. Es bonito que un texto tuyo cobre vida y te deje de pertenecer.

Ya hemos hablado de ello, pero semanas atrás terminaste tu nueva película, Historias para no contar.
Sí. Muy probablemente la estrenaremos en verano. Es una película episódica que, de alguna manera, es una continuación de lo que hice en Una pistola en cada mano (2012). Una de aquellas carpetas que se quedan para abrir durante tiempo en el ordenador y que recuperé ahora. Con todo, yo ya estoy pensando en mi proyecto siguiente. Yo que no solo dirijo sino que escribo mis películas, en un proceso casi artesanal, necesito mucho tiempo para llevar adelante los proyectos. Un tiempo en el que no puedes meterte prisas porque si no los proyectos fracasan.

¿En los oficios creativos es importante mantener la pasión?
Sin duda, pasa que la vida y la profesión te empujan a hacer cosas para llegar donde quieres llegar. Pero cuando fuerzas, te agobias y el resultado acaba siendo malo. Pero es un hecho que tienes que interiorizar. En el pasado ya he hecho cosas que desde el inicio sabía que me estaba equivocando y no me atreví a parar.

Tienes que ser honesto contigo mismo y parar cuando tienes la sensación de que estás haciendo una cosa con la que no te sientes plenamente realizado y comprometido

¿La desazón de no tener trabajo?
La desazón que cuando empiezas no puedes decir que no a los proyectos que te llegaron. Por eso este es un trabajo tan difícil: tienes que saber equilibrar la abundancia y la sequía, el éxito y el fracaso. Y con este equilibrio, y más importante todavía, saber quién eres. Ser honesto contigo mismo y parar cuando tienes la sensación de que estás haciendo una cosa con la que no te sientes plenamente realizado y comprometido.

¿Tienes hermanos y hermanas?
Tengo hermanos y hermanas, pero no han sido la inspiración de estos 53 diumenges. Afortunadamente, tengo muy buena relación con ellos.

Foto de portada: Kiku Pinyol