Si París ha sido la capital cultural de Catalunya, la lectura en tierras catalanas del gran poeta de la ciudad moderna, el polémico, obsceno y diabólico Charles Baudelaire (París, 1821-1867) de quien hoy se conmemora el bicentenario de su nacimiento, se hizo durante décadas en francés. Verdaguer, Maragall, Oros, Riba, Carner, Riba o Pla fueron algunos de los principales nombres que, con lecturas, imitaciones, traducciones, influencias o rechazos hacia el autor de Las flores del mal, último eslabón del romanticismo y padre del simbolismo y el decadentismo, forman la genealogía baudelairana en catalán que podemos seguir gracias a los trabajos de Joaquim Molas, para lo que hace referencia a la recepción histórica de Baudelaire, i Vicenç Pagès Jordà, para las traducciones de las últimas décadas.
Verdaguer, lector e imitador de Baudelaire
Puede parecer estraño por biografía y estilo, pero uno de los escritores catalanes que primero leyó e, incluso, imitó a autor de El albatros, fue el poeta y sacerdote Jacint Verdaguer. Así lo pone de manifiesto el profesor Francesc Codina en un trabajo de 2002 que contrapone ambos autores. El de Folgueroles habría leído los Pequeños poemas en prosa en el original francés y el rastro de esta influencia del llamado "poeta maldito" se puede encontrar en un texto que Verdaguer dejó inédito a su muerte en 1902, Lo cornamusaire.
En este poema en prosa que tenía que formar parte de un volumen denominado Barcelona, el poeta recorre la ciudad hasta tropezarse consigo con un viejo gaitero gallego que sigue tocando a pesar de las burlas y ofensas que sufre y que se convierte en una metáfora de su condición de poeta. Este texto inédito del autor de La Atlántida se tiene que situar en la florida de prosas poéticas inspiradas por el escritor francés que vivió la literatura catalana a finales del siglo XIX, con obras como Oracions de Santiago Rusiñol, Crisantems de Alexandre de Riquer o Llibre d'hores, de Adrià Gual.
Lo cornamusaire, narración en primera persona situada en un ambiente urbano, con la presencia de un personaje singular que provoca una reflexión sobre el estado de ánimo del poeta y acaba con una moralidad final, parece calcar a El viejo saltimbanqui de Baudelaire, donde este usaba la decadencia de un viejo actor de circo para hablar de su propia situación vital, Verdaguer usa no una vez sino dos una de las palabras fetiches del francés, el esplín. De hecho, Verdaguer no escribió sus particulares flores del mal, pero tituló uno de sus poemarios como Las flores del Calvario.
Traductores, detractores y admiradores
Los modernistas fueron, de hecho, los principales introductores del grande moderno que fue Charles Baudelaire a la literatura catalana. Joan Maragall y Joan Alcover lo leyeron en francés y lo introdujo a sus textos y cartas y el joven ingeniero apasionado por la lingüística Pompeu Fabra, que formaba parte del entorno de L'Avenç–como Alexandre Cortada o Jaume Brossa– donde se publicaron en 1893 las primeras versiones catalanas de los Pequeños poemas en prosa, proyectó la traducción íntegra de estos textos del escritor que invita a estar siempre embriagados "para no ser esclavos martizados del Tiempo", antes de trasladarse a Bilbao.
De hecho, la primera traducción de este texto de Baudelaire al castellano no se imprime en Barcelona hasta el año 1906 y el mismo año el catalán Eduard Marquina dio a imprenta la primera versión incompleta de Las flores del mal en la lengua de Cervantes. También en castellano lo versionará el patriarca del Renacimiento valenciano Teodor Llorente. En catalán habrá que esperar en los años veinte para tener las primeras traducciones.
Gaziel confesa a sus memorias, Todos los caminos llevan a Roma, haber consumido hachís por|para la "introxicació" que Baudelaire provoca en su grupo, en la Barcelona de comienzos del siglo XX, y Josep Carner, Carles Riba o Eugeni d'Ors serán algunos de los lectores más serios de un autor que sufrirá juicios severos, especialmente de cariz moral y estético, de algunos críticos literarios de la generación noucentista, como Josep Farran i Mayoral o Tomàs Garcés.
De hecho, es a vuelco de las primeras traducciones en catalán de Las flores del daño|dolor|mal, con versiones incompletas de Joan Capdevila i Rovira y Rossend Llates, que reavivará el debate sobre Baudelaire entre los escritores catalanes, con bandos fuertemente enfrentados. Agustí Esclasans, que firmará la primera versión completa de Pequeños poemas en prosa, publicada en la Colección Univers dirigida por Carles Soldevila –defensor, junto con su hermano Ferran del escritor francés–, Josep Maria de Sagarra, que lo consideraba "el inventor de la poesía moderna" o Josep Pla, que lo menciona obsesivamente manta veces en sus obras, se presentarán a si mismos como devotos del parisino.
Baudelaire en catalán en las librerías
Sagarra o Pla serán las cabezas de puente hacia una generación profundamente influida por Baudelaire e integrada por Mercè Rodoreda, Bartomeu Rosselló-Pòrcel, Màrius Torres, Joan Sales, Josep Palau i Fabre o Xavier Benguerel, traductor de la primera versión completa de Les flors del mal, aparecida el año 1985 en las Edicions del Mall y reeditada por última vez el año 2000, con poemas suplementarios traducidos por el mismo Benguerel y por Joan Tarrida. El profesor y traductor Jordi Llovet publicó el año 2007 su propia versión, y en motivo del bicentenario Proa acaba de llevar a las librerías una última traducción al cuidado del poeta Pere Rovira.
Rovira ya se había aproximado anteriormente al autor al poeta francés en Vint-i-cinc flors del mal, publicada en el 2008 por la Universidad de Lleida, y El meu cor despullat, publicado también por Proa el año 2018. Un texto autobiográfico ya traducido por Vicent Alonso el año 1992 en Albatros Ediciones, que, junto con Anna Montero también había versionado Petits poemes en prosa, publicados por primera vez en Edicions del Mall el año 1983 y recuperado por Tres i Quatro con el título de Spleen de París. El mismo texto ha sido traducido por Joaquim Sala-Sanahuja para Edhasa el año 1991 y recuperado este año para Adesiara con motivo del bicentenario.
La efeméride también coincide con el proyecto de Flâneur –un nombre tan grato a Baudelaire–, que prevé publicar esta misma obra con el título de L'Spleen de París con traducción de David Cuscó, que también prepara a El pintor de la vida moderna. Este último texto se podía leer en catalán en la recopilación Consells als joves escriptors, traducido por Lluís M. Todó y editado por Columna el año 1996. La única versión de la novela corta La Fanfarlo en catalán fue publicada por Ensiola el año 2007, en traducción de Montserrat Canyameres i Casals. Con respecto a los textos dedicados al mundo de las drogas, Els paradisos artificials, llevados al catalán durante la Guerra Civil por Ferran Canyameres, en una versión recuperada el año 2003 por Ensiola, también fueron versionados por Alonso i Montero para Llibres del Mall, el año 1984, Carles Castellanos para Edhasa en 1990 i Andreu Subirats para Días Contados en 2014.