"Barcelona era un recuerdo mítico, en realidad fuimos por Carmen Balcells, como tantos otros, como Donoso, como Vargas Llosa, todos acudimos a Barcelona por la atracción que Carmen ejercía sobre nosotros, pero nosotros conocíamos ya a muchos catalanes, como mi maestro Ramon Vinyes", rememoraba Gabriel García Márquez el 2005 en una entrevista con el diario La Vanguardia.
1967 fue un año crucial en la vida de uno de los autores más relevantes de la literatura del siglo XX. Fue el año en el que publicó Cien años de soledad, novela, máximo exponente de ese realismo mágico practicado por los miembros de la generación del boom latinoamericano, con la que iniciaría su tránsito hasta conquistar el Premio Nobel en 1982. También fue el año en el que Gabo se instaló en Barcelona.
El piso de la Caponata
Gabriel García Márquez y su familia llegaron a Madrid el 4 de noviembre de 1967. Tras visitar la ciudad, el escritor colombiano alquiló un coche y viajó hasta su nuevo destino. Por aquel entonces era un joven novelista que aún no podía vivir de sus relatos. Pronto cambiaría su surte. Tan solo seis meses antes, en mayo de aquel 1967 crucial, había aparecido bajo el sello de la Editorial Sudamericana de Buenos Aires Cien años de soledad, obra de la que vendió más de 8.000 ejemplares tan solo la primera semana de su publicación. No tardaría en convertirse un clásico de la literatura universal: hasta la fecha se han vendido más de 30 millones de ejemplares y ha sido traducida a cuarenta y cuatro idiomas. Desde entonces, Macondo es la capital mundial del país del realismo mágico.
El primer hogar de Gabo en Barcelona fue un apartahotel en la calle Lucà, en la zona alta de la ciudad. Fue algo transitorio, el apartamento, no el barrio, pues no tardaron demasiado en instalarse en el número 168 de la avenida República Argentina. Piso puente hasta su residencia definitiva en el del número 6 de la calle Caponata. Unos bajos cuyo interiorismo había sido ideado por Alfonso Milá, Federico Correa y Leopoldo Pomés, los tres grandes referentes del diseño catalán.
La Caponata se convirtió en punto de peregrinaje de algunos de los nombres más relevantes de la sociedad catalana del momento, especialmente la vinculada a los círculos culturales. Por el piso de Gabo se dejaban caer desde los militantes de la Gauche Divine a Josep Pla o Avel·lí Artís-Gener. Tisner y Gabriel García Márquez se habían conocido en México, donde el primero vivía exiliado. Entre ellos nació una gran amistad que, en su reencuentro barcelonés, acabó con el encargo de la traducción al catalán de Cien años de soledad. Cent anys de solitud fue publicada en 1970 por Edhasa. Los 2.902 ejemplares de su única tirada son hoy objeto de coleccionista.
El otoño de Gabo
Los ocho años de Gabriel Gacía Márquez en Barcelona fueron de una gran riqueza literaria. En Catalunya escribió El otoño del patriarca, muy probablemente su obra más compleja. Publicada en 1975, se trata una novela protagonizada por un dictador con más de un rasgo en común con el entonces moribundo Franco. En su periplo barcelonés también redactó el libro de no-ficción Relato de un náufrago (1970) y diversos de los relatos que conforman su libro Doce cuentos peregrinos (1992), destacando, por sus muchas referencias a Barcelona y Catalunya, historias como las de Sólo vine a hablar por teléfono o Tramontana.
El verano de 1975 García Márquez y su familia viajaron a México a pasar las vacaciones. La idea era volver. No lo hicieron. Franco estaba a punto de morir y temían por la inestabilidad política del país. Sin embargo, Gabo conservó un piso en el Passeig de Gràcia al que solía regresar con frecuencia hasta su muerte en Ciudad de México el 17 de abril de 2014. Ahora la ciudad que lo acogió durante 8 años, de 1967 a 1975, muy probablemente uno de los periodos más cruciales de su vida, lo recuerda con una biblioteca en el barrio de la Verneda. La mejor biblioteca del mundo.