"La familia es una gente que no sabe querer". Con esta premisa, toneladas de sentido del humor, y una afinada capacidad para moverse de la comedia punzante y con diálogos divertidísimos al drama más cotidiano, Dani de la Orden y el guionista Eduard Sola levantaron Casa en flames, un fenómeno de público que, junto con El 47, marcó el camino del reencuentro del cine catalán con los espectadores.
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Una carpeta que se vuelve a abrir
En el retrato coral de esta neurótica, pija y disfuncional familia, reunida durante un fin de semana en la casa de Cadaqués que les ha visto disfrutar de los veranos desde que tienen memoria, hay un motor de potencia infinita que manipula desde la desesperación. Hablamos de Montse, una mujer de la burguesía catalana en horas bajas, que, desde la razón absoluta, pierde cualquier escrúpulo para mantenerse unida a sus hijos, que ama con locura a pesar de sentirse injustamente abandonada. Un personaje que Emma Vilarasau (Sant Cugat del Vallès, 1959) ha elevado de tal manera que hace todavía más incomprensible su lejanía con el mundo del cine.
Nadie puede entender la ceguera de tantos productores que la han mantenido alejada de los rodajes cinematográficos
Porque Vilarasau hace décadas que domina los escenarios como una de las más grandes. La Sardà, la Lizaran, la Espert, la Vilarasau: el Club del Artículo (la actriz soltaba una carcajada en una entrevista cuando el firmante de este texto bautizaba así este selecto grupo de grandes damas del teatro) es equivalente a horas y horas de ovaciones y de interpretaciones que dejan boquiabiertas las plateas desde hace una eternidad. Y nadie puede entender la ceguera de tantos productores que la han mantenido alejada de los rodajes cinematográficos.
Si repasamos su experiencia cinematográfica, solo podemos destacar la aterradora Los sin nombre (1999), de Jaume Balagueró, y la conmovedora Para que no me olvides (2005), de Patricia Ferreira y con un monstruo como Fernando Fernán-Gómez de compañero de drama. Vilarasau explicaba, resignada, que el cine era una carpeta cerrada, cuando recibió la inesperada propuesta de Dani de la Orden para dar vida a esta madre que levanta el dedo corazón cuando su hija (a quien interpreta la maravillosa Maria Rodríguez Soto, aspirante con muchas posibilidades de acabar formando parte del Club del Artículo) le dice aquello de: "Querer es dar sin esperar nada a cambio". Vilarasau hace la peineta, contundente: "¡Y una mierda!".
Vilarasau es siempre una apuesta segura
Pensando mal, el ya icónico momento de la actriz y su dedo podría ser leído como un mensaje a tantos años de olvido cinematográfico, rotos con una exhibición de recursos que la han llevado a ganar su primer Gaudí a mejor actriz protagonista. Es cierto que, mientras tanto, no ha dejado de recoger halagos y premios gracias a montajes teatrales tan relevantes como Al vostre gust, Un dels últims vespres de carnaval, Lorenzàccio Lorenzàccio, Terra baixa, La infanticida, Dansa d'agost, Paraules encadenades, Un tramvia anomenat desig, Les tres germanes, Qui té por de Virginia Woolf?, Fedra, Medea, L'oreneta, Eva contra Eva, Tots eren fills meus, Lali Symon, Ifigenia... el listado es interminable. O aquel Un matrimoni de Boston que en su momento compartió con Anna Lizaran y Marta Marco y que, hace unos meses, reestrenaba cambiando los papeles y añadiendo a Emma Arquillué.
Pensando mal, el ya icónico momento de la actriz y su dedo podría ser leído como un mensaje a tantos años de olvido cinematográfico, rotos con una exhibición de recursos que la han llevado a ganar a su primer Gaudí
Los culebrones de TV3, Ventdelplà y sobre todo Nissaga de poder, la convirtieron en una de las personalidades más populares de Catalunya. Aquella pareja de hermanos incestuosos que formaba con el añorado Jordi Dauder, Eulàlia y Mateu Montsolís, y el barco en llamas (qué importancia la de los fuegos en la carrera de la Vilarasau) donde expurgaban sus pecados, marcaron a unas cuantas generaciones de catalanes que habían sufrido con sus fechorías. En televisión, también hizo que nos lo pasáramos pipa con Majoria absoluta, serie cómica en la que compartía protagonismo con su compañero de vida, el actor Jordi Bosch. Y pronto la veremos haciendo, de nuevo, de madre disfuncional en la divertidísima A muerte, la serie de Dani de la Orden para AppleTV+ con la que empezó a conocer al cineasta que ha reabierto la cerrada carpeta del cine.
Con más de cuatro décadas de carrera a sus espaldas, y a los 65 años, Emma Vilarasau tiene muy claro que no piensa en la jubilación, a pesar de manifestar que quiere levantar el pie del acelerador para disfrutar de un oficio que adora desde la calma. Ojalá Casa en flames haga que el cine forme parte de este nuevo ritmo de una dama de la escena y una de las mejores actrices que ha dado nuestro país. Que no tenga que hacer otra peineta a la ceguera de los productores, porque la Vilarasau es, siempre, una apuesta segura.