La ciudad y la casa es la última novela que escribió la escritora italiana Natalia Ginzburg (1916-1991). Ahora aparece publicada en catalán, en Club Editor, y en castellano en Lumen. En esta obra, Ginzburg nos presenta algunas de sus obsesiones: la familia, la amistad, la madurez... Una novela en formato epistolar que explica la vida de un grupo de amigos de edad media que tienen que seguir adelante en un mundo que se hunde y que les hace perder todas sus ilusiones. Toda una trama de personajes que se articula a partir de la relación central entre Giuseppe y Lucrezia, dos amigos, antiguos amantes, que llegan a la cuarentena.
Efímero
La novela de Ginzburg es la historia de Giuseppe, un profesor italiano que decide ir a Estados Unidos a vivir en casa de su hermano, porque las cosas no marchan bien en Italia; lo deja todo y va a construirse una nueva vida al otro lado del Atlántico. A través de la correspondencia entre el Giuseppe y sus amigos y familiares que quedan en Italia, y de las cartas que se escriben estos entre ellos, Ginzburg nos describe la crónica del fin de la juventud de un grupo de amigos. La vida familiar, laboral y local de los diferentes protagonistas se verá gravemente afectada por el paso del tiempo. En primer lugar, los personajes, que van haciéndose mayores, constatarán que nunca podrán alcanzar las ilusiones de su juventud. Pero además algunas de las cosas que los protagonistas habían conseguido a lo largo de su vida, se les irán deshaciendo irremediablemente. Por eso, ante este naufragio de las ilusiones, los personajes buscarán referentes sólidos a los que agarrarse: la casa, la familia, el grupo de amigos, la ciudad de residencia... Pero estos también, de una forma u otra, se tambalean.
Familia
Todos los personajes de Ginzburg sufren, de una forma u otra, la crisis de la familia tradicional: son malos padres, solteros impenitentes, divorciados, hijos desalmados o adúlteros... Pero para evitar la soledad reconstruyen nuevas relaciones familiares, muchas veces sin mucha ilusión. O se apoyan en las redes de amistad, que se convierten en una especie de nueva familia, que salva a los individuos cuando la institución familiar se hunde. Pero tampoco las amistad son tan sólidas e incondicionales como querrían los personajes de Ginzburg. En cualquier caso, las nuevas relaciones que se establecen están marcadas por el fin de las grandes ilusiones y la huella del conformismo: los individuos encuentran que su mundo no es como querrían, pero se resignan a él, porque saben que nunca será como habrían querido.
Hogares
Los hogares se convierten, para los personajes de Ginzburg, en un referente inamovible. De hecho, toda la novela gira entorno a las casas: la casa que el protagonista vende cuando se va a América; la casa de su amiga Lucrezia donde se encuentra siempre el grupo de amigos; la casa del hermano del protagonista en los Estados Unidos; la casa que Lucrezia busca y no encuentra... Las casas se convierten en un referente casi mítico para todos los amigos. Pero ni siquiera un referente tan sólido como cuatro paredes se mantiene. Las casas también acabarán desapareciendo de la vida de los miembros del grupo y sólo se mantendrán como el sueño de un pasado añorado.
Escritora y activista
Natalia Ginzburg nació en 1916 en una familia judía de Palermo. Joven conoció el editor de izquierdas Leone Ginzburg, con quien se casó y compartió militancia. A través de Leone estableció amistad con Cesare Pavese y con Carlo Levi. En 1940 sufrió persecución política y antisemita por parte del régimen fascista. Su marido fue arrestado por|para la Gestapo y torturado hasta la muerte, y ella se quedó viuda con tres hijos. Cuando|Cuándo acabó la guerra, se dedicó a la escritura y a la traducción y se casó con Gabriele Baldini, con quien|quién tuvo dos fills.El 1983 entró en el parlamento como diputada comunista. Entre sus novelas más notables figuran Las voces de la noche y Vocabulario familiar.
El fantasma de la muerte
Ginzburg demuestra un uso magistral de las técnicas narrativas. Las cartas que componen este volumen encajan entre sí a la perfección, como un rompecabezas gigante a través del cual podemos conocer los secretos del alma de todos los protagonistas. Por|Para la arquitectura narrativa esta novela es, sin duda, una obra de madurez. Una madurez literaria que va paralela a la madurez de las emociones: este es un canto, crudo y realista, a las ilusiones perdidas. Una novela que explica la progresión hacia la vejez y que apunta, de forma discreta, al fantasma de la muerte. Además, La casa y la ciudad es una novela publicada en 1983 pero que ya prefigura lo que es la "modernidad líquida" propia de la sociedad actual, donde todo es evanescente, incluso las relaciones humanas. Una obra que describe magistralmente la angustia de las personas en el mundo moderno.